10ª Tour Francia: Nibali recupera su dominio

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Purito, con su nuevo maillot © ASO

Nicolás Van Looy / Ciclo 21

Hubo un tiempo en el que el ciclismo era un deporte dominado por una única especie. La del ciclista total. El hombre que dominaba las subidas y no temía las bajadas. Que no rebotaba sino que flotaba sobre los adoquines. Que no rodaba, sino que se deslizaba contra el reloj. Que metía codos y ganaba en los sprints. Era aquella una época de Caimanes. De Caníbales. De Reyes. De Gitanos. Eran, como suelen decir los veteranos, otros tiempos. Mejores. Peores. Distintos.

Sin embargo, este Tour de Francia nos está devolviendo a aquella época. Su líder. Su merecido líder, lo está haciendo. Ganó en esa suerte de Lieja-Bastoña-Lieja británica. Se vistió entonces de amarillo y lo paseó por Londres antes de cruzar el Canal de la Mancha con la etapa de Arenberg en la mente de todos. Sobre el adoquín, eliminado ya Froome de la ecuación del Tour, cimentó la que hoy por hoy parece su inevitable victoria en una etapa memorable. Y hoy, en la primera batalla en la alta montaña, ha demostrado que no tiene rival y que este Tour lo quiere ganar a lo grande. No es Nibali amigo de defender rentas y correr con la calculadora. Como buen Tiburón, tiene el instinto asesino. Ganar, ganar y ganar.

La etapa comenzó según el manual de estilo de estos casos. Fuga relativamente consentida, pero con un Kwiatkowski cuya presencia estuvo a punto de suponer uno de los enroques más extraños que hayamos visto en la historia de la táctica ciclista de los últimos años.

Alberto Contador, que tenía marcada la etapa de hoy, se cayó en la bajada del Petit Ballon, segundo puerto del día. Siguiendo la moda –absurda– del buen rollito entre rivales, el Astana bajó el ritmo del grupo de favoritos. Contador parecía recuperar un poco del terreno perdido, pero la presencia del polaco en cabeza no permitía a los de Nibali parar en seco, que tampoco es cuestión de darle más facilidades de las absolutamente necesarias a los rivales. Pese a los intentos del pinteño y las ayudas del Astana, la cosa era imposible. Once años después del último gran abandono español del Tour de Francia, el de Joseba Beloki en La Rochette, Contador tenía que poner pie a tierra. Fractura de tibia y, posiblemente, final de temporada.

Pero la carrera no se detiene y los caídos en la ruta, como en la guerra, apenas merecen un pequeño guiño por parte de los que siguen en pie. Desde casa, rivales y compañeros se apresuraron a mandar ánimos. Rogers incluso le puso el brazo por encima. Pero Contador ya es historia para este Tour y Tony Martin, Purito Rodríguez, y Michal Kwiatkowski eran el presente.

El español quería la etapa y el jersey de puntos rojos del mejor escalador. Cima tras cima se imponía a un desesperado Voeckler al que no le quedó más remedio para seguir apareciendo en televisión que comenzar con su ritual de caras y gestos. Reventó finalmente Martin, que por momentos parecía que iba a poder aguantar hasta la cima de las Chicas Bellas. Pero no, como es lógico, reventó dejando el terreno despejado para que el polaco rematase. Se soldó Purito a su rueda durante unos metros. Hasta que decidió que aquello no iba a ser suficiente. Que tenía que buscarse la victoria en solitario. Aceleró y se marchó por delante. La gloria al alcance de la mano y un ritmo que hace pensar si no se ha equivocado al dejarse ir tanto durante la primera semana.

Por detrás, sin embargo, Nibali quería convencer. Consciente, seguramente, de que su –posible– victoria final en este Tour puede ser puesta en duda por la ausencia de Contador y Froome, el italiano pasó al ataque. No lo necesitaba para nada. Todos le seguían. Parece increíble, pero da la impresión de que ni Porte, ni Valverde, ni Van den Broeck. Parece que ninguno de ellos tenga la necesidad de dejar a Nibali de rueda si quieren ganar el Tour. Allí viajaban, tranquilos. Pensando, quizá, que al Tiburón ya le venían bien las cosas como estaban. Que dejaría la etapa para Purito. Pero se equivocaban.  Y mucho.

Tras el trabajo bestial de Scarponi, que se estrelló en la última bajada, pero al que le dio continuidad un Fuglsang imparable, Nibali se desató. Aeleró y nadie le pudo seguir. Por detrás, sólo Porte parecía seguir empeñado en atacar la hegemonía del italiano. Alcanzó a Purito que intentó soldarse a su rueda. Algo hablaron. Algo se dijeron que pareció enfadar todavía más a Nibali, porque no se lo pensó dos veces y dejó allí clavado a un Purito que, sí, se viste con el maillot punteado, pero que vio como la victoria de etapa se la llevaba el mejor corredor de este Tour de Francia. El hombre que ha vuelto a vestirse de amarillo. El líder que, no lo olvidemos, ya estaba en la cima de la clasificación cuando Froome se volvió a casa. Un ciclista superlativo que, recordemos, le sacaba casi tres minutos a Contador cuando su pierna se destrozó contra el asfalto. Un tipo simpático que, seguramente, gane el Tour de Francia y lo hará, no lo duden, por méritos propios. Que nadie piense que el Tour se lo lleva alguien por incomparecencia del rival. Además, es de esperar que los Valverde, Porte, Bardet y compañía espabilen. Y tienen que hacerlo ya porque el ciclismo, de nuevo, está cambiando. Ya no queremos ver los medidos esfuerzos de laboratorio del Sky. La carrera de la lógica. Nibali es otra cosa: atacar, atacar y atacar. Así que, tomen nota porque espectáculo queda para largo. Antes, a descansar un día que nos lo hemos ganado todos.

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-Vincenzo Nibali: “Ha sido una victoria magnífica gracias a un gran trabajo en equipo, especialmente por parte de Michele Scarponi en el tramo final. Han pasado ya diez días desde el principio del Tour y la etapa de hoy era exigente, máxime con niebla y lluvia. Ha sido la etapa más dura de cuantas he disputado en una de las grandes rondas, una auténtica rompepiernas. Al cruzar la meta le he dedicado la victoria a mi hija. He hablado con mi mujer y me ha comentado que nuestra pequeña Emma se queda callada y abre los ojos como platos cada vez que escucha mi voz en la tele.

Lo siento mucho por Alberto Contador. Se ha caído justo delante de mí y me he dado cuenta al momento de que era una caída dura. Durante unos instantes hemos levantado el pie. He hablado con Richie Porte, después con mi coche, y como Tony Martin tenía 4’30» de ventaja, hemos tenido que ponernos de nuevo manos a la obra.

La etapa había comenzado bien, con una fuga que nos convenía y con Lotto controlando la carrera. Sin embargo, Kiatkowski y Martin se han escapado después de la primera ascensión. Ha sido entonces cuando hemos decidido tomar las riendas.  Esperaba ataques de Contador desde la etapa de Arenberg, tanto hoy como en las próximas etapas. Ahora tendré que controlar la carrera, pero sin él. Voy a tratar de conservar el maillot amarillo, pero eso no significa que ya no tenga rivales. Richie Porte y Alejandro Valverde están ahí, por ejemplo. Tendré que saber gestionar mi ventaja.

Mi actuación hoy ha estado a un nivel muy alto, semejante al del Giro 2013. He preparado el Tour al milímetro con mi entrenador Paolo Slongo para llegar en la mejor forma posible.

En la Dauphiné, estaba en buena forma pero no estaba en condiciones de pelear con los mejores. Al terminar, en lugar de volver a casa me entrené en el Passo San Pellegrino, ensayando muchos cambios de ritmo en las ascensiones, detrás de una moto, porque sabía que tendría que responder a ataques de Contador en ascensiones duras como la de hoy. Si gano el Tour, será difícil saber si es gracias a las caídas de Froome y Contador. Estaba preparado para un duelo con Alberto. Pero las caídas desgraciadamente forman parte de este deporte, también yo las he sufrido. Espero que no tenga nada grave. Le deseo lo mejor…”

-Joaquim «Purito» Rodríguez: «Era una etapa importante para mí, con muchos puntos en juego de cara a la clasificación de la montaña. Pero al final me ha sobrado un kilómetro para poder ganar la etapa… Con todo, lo peor del día ha sido la caída de Contador, una auténtica pena… Le habría dado mucha emoción a la carrera en los Pirineos. He perdido por poco pero lo he hecho ante un grandísimo Nibali, que ha demostrado estar muy fuerte. Ha tenido que darse cuenta de que mi ventaja no era suficiente para ganar la etapa. Dos minutos al pie de la última ascensión es demasiado poco. Aún no he decidido si mi objetivo es el maillot de lunares o una victoria de etapa, aunque los dos van de la mano. Voy a tener que colarme en una fuga para arañar puntos y escaparse es la mejor opción de ganar una etapa.»

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