El accidente de Dani Rovira y pensar que ha vuelto a nacer

Ver el vídeo del accidente de Dani Rovira y pensar que ha vuelto a nacer 

Supongo que a estas alturas todos habréis visto el terrorífico vídeo del atropello múltiple que sufrieron Dani Rovira y sus tres acompañantes. 

O casi todos.

De hecho, a mí me ha costado visionarlo, después de leer todo lo que se ha escrito sobre esta terrible escena.

No me atrevía. Tenía miedo.

Sin embargo, bastantes horas después de su publicación, he decidido verlo, aún a sabiendas que después de ver accidentes de este tipo se te queda bastante mal cuerpo y con pocas ganas de salir a rodar a la carretera.

Es así.

Y no soy el único.

Son muchos los que delante de estas gravísimas situaciones piensan que lo mejor es colgar la bici.

Pero no nos vamos a rendir ahora, ¿no os parece?

Pongámonos en situación.

Una carretera francesa, recta, llana, buena visibilidad.

Y los ciclistas.

Y de repente un vehículo, salido de no se sabe muy bien dónde, los arroya de manera inexplicable.

¿O sí se puede explicar?

El coche, que aparece por detrás, cuando apenas hacía 30 segundos ni se intuía su presencia, se los lleva por delante sin contemplaciones, barriendo ciclistas y bicicletas.

Las imágenes impactan.

Si no fuera porque sabemos que Dani Rovira y sus acompañantes, el entrenador Martín Giachetta, el bombero Germán Torres y Francisco Santiago, padre de una niña con síndrome de Rett, salieron ilesos, nadie podría haber dado crédito de que hubieran sobrevivido a semejante golpe.

Y sin embargo, el ángel que dicen que protege a todos y cada uno de los ciclistas, existe.

Dani Rovira volvió a nacer

Pero no siempre para todos.

Esta vez hubo milagro y Dani y compañía pudieron contarlo: “estamos aquí porque aún no nos tocaba irnos”.

El hecho de que el primer ciclista en ser golpeado se pusiera de pie encima de la bici, fue lo que con total seguridad le salvó la vida.

Si hubiera ido sentado el impacto podría haber sido fatal.

Después de la escena del accidente, podemos ver a Dani y al resto de acompañantes cabreados y tristes a partes iguales.

El conductor sale del coche y sólo una única pregunta por parte de los accidentados: “¿qué ha pasado?”.

Ni un mal gesto, ni una mala palabra, ni un grito, nada.

Así somos los ciclistas ante la desgracia: no nos sale ni el cabreo que llevamos encima.

Esa indignación que sí les hubiera provocado si este mismo insensato les hubiera adelantado de manera imprudente, o sin respetar el metro y medio de distancia. Habría quedado en lo de siempre: cuatro insultos, un par de peinetas y algunos bocinazos.

Y se acabó.

En ese momento, pero, la pena, la tristeza por lo sucedido, pesan mucho más que la indignación.

Me despisté buscando el móvil”, comentaba el susodicho responsable del increíble topetazo, entre consternado y arrepentido.

Se despistó, pero su pie siguió apretando el acelerador hasta que sobrevino la desgracia.

Después de vista la secuencia, muchos han opinado.

Algunos creen que lo que quería realmente efectuar el imprudente conductor era adelantar por la derecha al vehículo que llevaban de apoyo los ciclistas, sin reparar que los tenía justo encima.

Ni los había visto, en una larga recta, visibles, y se los lleva por delante.

Un despiste y podría haber sido el final.

Dani y un padre luchando por sacar adelante a su hija enferma, en ese momento volvieron a nacer.

Todo quedó en un susto, pero vaya susto. Espeluznante.

El conductor no tiene ningún perdón 

Cualquier pena que cayera sobre él sería justa: una buena multa, retirada del carnet de por vida o incluso unos meses a la sombra.

Eso, de entrada, porque quería reflexionar sobre un par de temas.

El primero. ¿Creéis que se pecó también de imprudencia por parte de Dani y compañía a la hora de rodar un documental con ciclistas con tráfico abierto?

El artículo continúa en El Cuaderno de Joan Seguidor.

 

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