Análisis: El Tour acabó con el abrazo de un padre y un hijo

El brindis del ganador © Sky

El brindis del ganador © Sky

Nicolás Van Looy / Ciclo21

Matteo Bono es italiano. Tiene 31 años y desde que debutara como corredor profesional en 2006 siempre ha vestido el maillot del Lampre. En 2007 consiguió una etapa en la Tirreno-Adriático y otra en el Tour de Romandía. En 2011 llegó su último triunfo en la sexta etapa del Eneco Tour. Ayer, en los Campos Elíseos de París, Bono fue el encargado de cerrar de manera definitiva el Tour de Francia de 2015. Cuando pasó sobre la línea de meta cerrando el pelotón, el de Lampre propició que esta ronda gala pasara para siempre a la historia.

Ha sido el Tour del regreso de los más grandes. Después de la ausencia por propia decisión de Nairo Quintana en 2014 y las desgracias de Froome y Contador en esa misma edición, hace ahora tres semanas en Utrecht se anunciaba una tormenta perfecta entre los cuatro mejores especialistas en grandes vueltas del pelotón internacional.

El más joven de todos ellos, Nairo Quintana –aunque en ese momento él todavía no lo sabía– perdió el Tour el segundo día de competición, cuando la organización hizo pasar sus menos de seis decenas de kilos junto al siempre ventoso Mar del Norte e, incomprensiblemente, Movistar no estuvo lo suficientemente atento cuando Contador y los suyos provocaron el corte que a la postre le costaría casi minuto y medio al colombiano.

Nibali tampoco dio grandes sensaciones ese día… ni en todo el primer tercio de carrera. El italiano no estuvo a la altura de su dorsal número uno en esa primera semana y media y acabó pagándolo al final. Tampoco Contador parecía rodar cómodo. Su progresión de menos a más en la carrera nunca ha sido la suficiente como para inquietar a un Froome tiránico. Enorme. Que en los Pirineos se mostró intratable y casi robótico, pero que en los Alpes flaqueó y al que, seguramente, dos ó tres días más de carrera habrían acabado apuntillando.

Ha sido un Tour, en definitiva, que siguió el guión previsto… o casi. Nadie esperaba –y mucho menos los responsables de ASO– el irrelevante papel de Jean-Christophe Peraude que tras ser segundo el pasado año se ha tenido que conformar con la 61ª plaza a unas sonrojantes 2:35:10 anunciando, a sus 38 años, que ya no volverá a la Grande Boucle o de Thibaut Pinot, el auténtico ‘pupas’ de la primera parte de la carrera y que con 38:52 perdido respecto de Froome acabó el 16º tras haber pisado el podio el pasado año. Al menos, a sus 25 años, puede presumir de haberse llevado la etapa del Alpe d’huez, un premio menor habida cuenta de lo que se esperaba de él.

Como decimos, siguió el Tour su guión previsto… o casi. Se coló un viejo conocido de la carrera en los puestos que nunca estuvieron dispuestos para él y para los que no se le esperaba ya a estas alturas. Alejandro Valverde, imposible olvidar sus lágrimas en la cima de las 21 curvas más famosas del ciclismo; hiperactivo durante las tres semanas de carrera, se subió, por fin, al podio de su carrera fetiche. Esa por la que ha sacrificado, lo cortés no quita lo valiente, un (todavía más) sobresaliente palmarés en otro tipo de carreras que ni le motivan a él ni interesan a sus empleadores.

Y así, etapa tras etapa, se fue escribiendo la historia de una ronda francesa que, por fortuna, no recordará, cuando pase el tiempo que todo lo cura, las asquerosas imágenes protagonizadas por esos descerebrados que se dedicaron a lanzar y gritar de todo lo imaginable al líder casi constante de la carrera, el inglés Chris Froome, el hombre del que todo el mundo duda, pero del que nadie ha podido demostrar absolutamente nada y, por lo tanto, merece muchísimo más respeto que el mostrado por esos hooligans que no tienen cabida en un deporte donde el que se aposta en una cuneta solía aplaudir de la misma manera al primero y al último.

Un Tour que, por otro lado, ha ratificado que el duelo del futuro más próximo será el de Froome contra Quintana con permiso de un Nibali que deberá de replantearse muy bien cómo aproximarse a la ronda gala. Ha sido el Tour que ha evidenciado, también, que el sueño multicolor de Alberto Contador es, en esta época de hiperespecialización, casi imposible.

Un Tour que terminó con un enconado debate –van a tener que revisar varias cosas en aquella casa– sobre la idoneidad de la táctica de nadar y guardar la ropa usada por Movistar hasta los dos últimos días. Con dos corredores situados en posiciones de podio, decidieron no arriesgar más de la cuenta y dejar el bombardeo al líder para el último día de montaña. El Tour, como ya hemos dicho, lo perdieron en Holanda, pero también es cierto que, atendiendo a la debilidad mostrada por Froome en los Alpes, se podría decir que Quintana este Tour decidió no ganarlo en esa cordillera.

Una táctica que, hay que reconocerlo, les ha llevado a conseguir dos de tres en el podio final de París, la general por equipos, el blanco al mejor joven y casi medio millón de euros en beneficios gracias a su segunda plaza (sólo Sky supera a los de Unzué) en la general final de ingresos por premios.

General final de ingresos

Posición

Equipo

Ingresos

1Team Sky556.630€
2Movistar442.080€
3Tinkoff-Saxo176.350€
4Astana112.950€
5AG2R95.330€
6Lotto-Soudal75.520€
7Team Giant-Alpecin65.810€
8Etixx-Quick Step63.310€
9BMC52.910€
10MTN-Qhubeka52.440€
11FDJ44.960€
12Europcar44.150€
13LottoNL-Jumbo41.360€
14Katusha39.120€
15Cannondale-Garmin31.030€
16Trek28.360€
17IAM Cycling22.700€
18Lampre-Merida20.510€
19Bretagne-Séché Environnement19.260€
20Cofidis16.340€
21Bora-Argon 1815.590€
22Orica-GreenEdge10.940€
Stybar_Lewis

Stybar con su hijo Lewis en brazos

Un Tour de Francia que ayer, en los Campos Elíseos, se cerró con las fotos que todos hemos visto esta mañana mientras nos desayunábamos con cualquier periódico, pero que tuvo otra instantánea menos difundida, pero, seguramente, mucho más emotiva. La del encuentro, por fin, de un padre y su hijo. Un niño, Lewis, que nació exactamente un mes antes, el día 26 de junio y un padre, Zdenek, que sólo unas horas después del nacimiento tenía que partir hacia Utrecht con el resto de sus compañeros de equipo en el Etixx-Quick Step. Papá, no lo olvidemos, ganó en Le Havre y ayer, por fin, pudo coger a Lewis en brazos y entregarle ese leoncito de peluche que tan pocos niños en el mundo pueden presumir de poseer porque, para ello, papá tiene que ser un ganador en la carrera por etapas más importante del mundo.

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