Análisis: Etixx-Quick Step o la sinrazón táctica

Greipel-Cavendish

Cavendish (derecha) no pudo con Greipel

Nicolás Van Looy / Ciclo21

Este año estamos asistiendo, desde el inicio mismo de la campaña, a algo que hasta no hace mucho parecía impensable: que el Etixx-Quick Step enlace fiasco tras fiasco en el plano táctico. Que un equipo pensado, creado y realizado por y para las clásicas tiene que brillar en el plano de la visión estratégica de una carrera es sencillamente tan de Perogrullo como que un corredor que aspire a ganar una gran vuelta por etapas tiene que ser capaz de subir bien. Por ello, desde la ya lejana época del Mapei, los menos expertos en estas cosas de las carreras de un día tenían dos cosas que hacer: intentar copiar la táctica de los de Lefevere y confiar que la suerte les sonriese.

Pero todo eso se ha ido torciendo. Ya lo vimos a principios de año en varias ocasiones, pero muy especialmente en el Circuito Het Nieuwsblad. Ahora, en un Tour de Francia en el que el plan del mánager del equipo, Patrick Lefevere, era muy claro, lo han vuelto a repetir. “La cosa es simple. Ganar la contrarreloj y conseguir el maillot amarillo. El segundo día, poner el pelotón patas arriba con un abanico y ganar la etapa con Cavendish y, a partir de ese momento, ver qué podemos hacer”. Ese era el plan de Lefevere.

La cosa comenzó algo torcida. No conseguir el triunfo ayer en Utrecht no fue un drama. Cosas que pueden pasar cuando uno se enfrenta con corredores que, como Rohan Dennis, se habían marcado los 13 kilómetros de ayer como gran objetivo. No era necesario entrar en pánico. La cosa se tenía que retrasar sólo un día. Con Martin a dos segundos y la etapa de los diques de Holanda más que estudiada, no pintaba mal el asunto. Sólo hacía falta descolgar a Dennis.

Y, la verdad, no lo hicieron mal del todo. Se metieron en el abanico bueno y Cavendish disputó la etapa, aunque se equivocó al lanzar el sprint demasiado pronto. De nuevo, cosas que pueden pasar. Con tanta actividad y cosas importantes sucediendo en carrera era importante hoy analizar el por qué de las pequeñas victorias y derrotas que hemos vivido. Y, cuando nos paramos a pensar y a analizar el porqué el enorme Fabian Cancellara dormirá junto a un oso de LCL en lugar de Tony Martin, la cruda realidad es que el Etixx volvió a protagonizar un despropósito táctico.

Para entenderlo todo tenemos que remontarnos al banderazo de salida oficial. Allí el coche de Etixx decidió colocar a Michal Golas y a Julien Vermote al frente del pelotón para evitar que los cuatro fugados cogieran distancia. Se vaciaron el polaco y el belga. Demasiado. Es incomprensible cómo se permitió que dos corredores que luego podían ser de vital importancia se quedaran sin fuerzas persiguiendo una fuga que, siendo realistas, jamás iba a poder llegar a meta.

Pero la cosa podía empeorar. Y lo hizo. Seis corredores consiguió meter el conjunto belga en el abanico bueno del día. Tony Martin, Zdenek Stybar, Mark Cavendish, Michal Kwiatkowski, Mark Renshaw y Rigoberto Urán. Eran el grupo mayoritario. Y se pusieron a tirar, de nuevo, como si les fuera la vida en ello. Ignorando por completo que Quintana y Nibali viajaban cortados y que los Sky y los Tinkoff de Froome y Contador eran, sin duda alguna, los más interesados en que ese corte fructificara. Incluso, si me apuran, hasta el BMC, que ya tenía claro que iba a perder el amarillo de Dennis, tenía que tirar de ese grupo a favor de Tejay Vangarderen. Siempre estaban sus mejores hombres, salvo Cavendish, en cabeza. Marcando el ritmo.

Se vaciaron todos en ésta tarea. Uno detrás de otro. Y no, la excusa de que Rigoberto Urán viajaba en ese primer grupo no sirve porque todo el mundo, incluido él mismo, sabe que no va a poder ganar este Tour. Podrá, eso sí, pelear un buen puesto en la general, pero la pelea por el amarillo de París le viene, salvo sorpresones mayúsculos, demasiado grande. Y el plan, como reconocía Lefevere el sábado, era otro. No había motivo para tirar de la manera en que lo hacían.

Y claro, llegó el final. El último kilómetro. Y Cavendish se vio con un grupo de lanzadores sin fuerza. Incapaces de imprimir la velocidad suficiente como para que el de la Isla de Man, como el buen delantero centro que es, sólo tuviera que poner la pierna para marcar. Y tuvo que lanzarse él solito. Acelerar tragándose el viento. Pedalear sin parapeto desde demasiado lejos. Y Cancellara, siempre listo y absolutamente grande, se dio cuenta de todo esto muchos kilómetros antes. Se soldó a la rueda de Sagan y, ante la falta de velocidad de ese lanzamiento del Etixx, pudo quedarse allí. Pegado. Y ser tercero. Y superar a Cavendish. Y, de rebote, quitarle el amarillo a Tony Martin por la bonificación.

Ni etapa en Utrecht. Ni amarillo en el periplo holandés. Ni etapa para Cavendish. El fin de semana que con tanto mimo había preparado Lefevere ha terminado en fiasco absoluto. Y lo ha hecho por un tremendo despropósito táctico hoy. No hay que buscar a los culpables entre los que dan a los pedales. Hay que hacerlo en los que están en el coche. Tomando decisiones. Porque no ha sido sólo hoy. Porque ya van varios fiascos de este tipo. Y eso, todo un Etixx-Quick Step (piensen en lo que hemos visto de ellos desde que la estructura era aquel maravilloso Mapei), no se lo puede permitir. Y, no lo duden, Tony Martin y Mark Cavendish tienen muchos motivos para estar muy enfadados hoy, aunque el alemán se equivocaría si culpa de su no liderato al británico.

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