El gran peligro para la Vuelta a España

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Froome © Photogomez Sport

Si miramos atrás en la historia reciente de la Vuelta a España, en su ciclo más transgresor, buscando paredes donde no las había, “innovando” saliendo por tramos de tierra compacta, bateas o llegando al Obradoiro, pasando por las Arenas de Nimes, marcando su maillot en rojo,… si miramos todo eso, ¿qué vemos?

Pues que hemos tenido carreras marcadas por la emoción y sobre todo complicidad del público, como rara vez habíamos visto antes. Recuerdo ediciones en las que los corredores quedaban a merced de los elementos porque no había pasillo humano que les marcara el camino. Era la etapa del Angliru y poco más, el resto de la prueba caía en el tedio mediático, despachada en columnas de salida y siendo noticia en la prensa local por donde pasaba.

Sin embargo las ultimas ediciones ha corregido esa tendencia. Hubo una, la de 2012, la más emocionante en cuanto a rivalidades y amistades y enemistades cruzadas, disputada a cuchillo entre Purito, Contador y Valverde, que fue una locura que explotó en Fuente De.

Desde entonces la carrera adquirió otro músculo, tuvo alma, duende, podía tener más o menos público, pero la nota fue la buena asistencia de gente a las cunetas. Galicia, Asturias, la vuelta a Euskadi, Andalucía, Levante,… sitios que respiran ciclismo y se echan a la carretera si ven a sus ídolos llegar.

Creo que en la ultima edición se ha tocado techo, sin duda, puertos en mitad de camino llenos de gente, locura y gritos, sobre todo por Alberto Contador, pero también porque a su alrededor la gente detectaba que había calidad, caché y rivales que iban a dar espectáculo.

Para 2018 ya sabemos del recorrido del Tour, el del Giro, quedará el de la Vuelta para enero, aunque ya trascienden detalles, que no son otros que los de una carrera que mantendrá los signos de identidad que se ha trabajado en tiempos recientes: muchas llegadas en alto y una posible crono larga.

Sin embargo, el recorrido, eso que muchos miramos como la alquimia del espectáculo es sólo una parte, queda la otra, el factor humano y ahora mismo la participación de la Vuelta, siempre supeditada a otras grandes, es más que nunca una incógnita, porque en el horizonte emergen ausencias que seguro lastrarán el interés, más en un país que gusta mucho de nombres y apellidos para vestir sus festejos.

Artículo completo en El Cuaderno de Joan Seguidor

 
 

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