Enrique Sanz, “un sabor agridulce” en el año del reencuentro

Victoria en la Volta a Portugal © Euskadi Murias

Román Mendoza / Ciclo21

No fue hasta el pasado viernes que se anunciaba la renovación de Enrique Sanz con el Euskadi-Murias. Una demora que no se debía a un tira y afloja en la negociación, sino a una serie de circunstancias que nos explica el ciclista navarro. “Ya me habían comentado que querían que renovase, pero existía la opción de que pudiera fichar por otro equipo más importante, aunque se tenían que dar una serie de carambolas que al final no se han dado. A mí me gusta ir de cara y por ello se lo dije, y lo entendieron. Si se hubiese producido se habrían alegrado, lo mismo que ha pasado con Edu (Prades) y el Movistar. Por eso tenía la tranquilidad de que me iban a respetar el compromiso y desde luego estoy muy contento de seguir en Murias”.

Un equipo que le dio la oportunidad después de un año, el 2017, bastante extraño, ya que el conjunto italiano Southeast no le había renovado, estuvo varios meses con la selección de pista, pero pensando en que le llegase esa nueva oportunidad en carretera que al final le salió a medias, en el Raleigh británico, pero sin tener el calendario necesario. “Pasé una situación un tanto extraña, sin poder encontrar mi sitio. Pero nunca he dudado de que servía para esto”. 2018 supuso el regreso al pelotón nacional, que se ha saldado con su segunda victoria pro –la séptima etapa de la Volta a Portugal, siete años después de la primera- y una temporada muy regular, con diez veces entre los cinco primeros.

“En los sprints no sólo cuenta lo fuerte que estás –explica el navarro-, sino también la suerte, que es lo que decide muchas veces si ganas o terminas más atrás. Yo soy Enrique Sanz, no Elia Viviani, que tiene mejores condiciones que yo, y para el que la suerte es quedarse en diez victorias o llegar a las doce. En mi caso, con un poco de suerte podría haber pasado de ese triunfo a tener tres o cuatro, ya que vi varias oportunidades muy claras que al final no se materializaron. ¿Madrid? Pues sí, fue uno de los sitios donde más claro lo vi, pero no hay que darle más vueltas”. Sobre el triunfo en Portugal, “no pensé en nada especial. Eso sí, fue un poco como una liberación, la confirmación de que podía ganar, aunque era algo que ya sabía. Nunca había perdido la fe en mis opciones”.

Foto oficial © Euskadi Murias

Sin embargo, Sanz hace autocrítica de su campaña. “Me queda un poco de sabor agridulce. En cuanto a forma física no ha sido la mejor, pero sé de donde han podido venir los fallos. El año de Inglaterra fue extraño, porque no tuve continuidad ni un calendario exigente. Y este, quizá, he querido compensarlo, de correr y entrenar mucho, por lo que he llegado cansado a algunas citas. Es un fallo que no quiero cometer esta temporada, que quiero tener un calendario bien marcado, con objetivos específicos y trabajar en base a ellos”. Algo que va a concretar en los próximos días con Xabier Muriel, el preparador del equipo, “aunque me gustaría estar bien en las carreras de primavera como primer bloque, en las clásicas que haremos en Francia”.

Respecto a la salida del otro esprinter del equipo, Jon Aberasturi, Sanz es claro. “Los dos somos ciclistas rápidos, pero diferentes, y hay bastante calendario para que cada uno tuviera sus objetivos. De hecho, apenas coincidimos esta temporada. Por ello no hay que pensar que vaya a suplirle, sino que es una putada que se nos haya ido, lo mismo que Prades. Personalmente haré mis carreras aquellas en las que el equipo confíe en mí por mis cualidades”.

En cuanto a su ausencia en la Vuelta a España, también se sincera. “Como te he dicho antes, me gusta ir de cara y le manifesté al equipo que quería correrla, y más aprovechando la forma y la moral que traía de Portugal. Pero ellos decidieron llevar a Jon y no tengo nada que reprocharles, porque ellos son los que deciden y yo soy un empleado”.

A nivel grupal, en cambio, el balance es mucho más positivo. “Impensable, algo que ni el más optimista podía esperar. Todo ha sido producto de la confianza que nos han imprimido, de las ganas que teníamos. La imagen que hemos dado fuera y dentro de carrera ha sido exquisita. Seguimos siendo un equipo modesto, pero nos hemos ganado el respeto de todos”.

Por cierto, volviendo al tema de los esprinters, no deja de ser curioso que los tres equipos profesionales españoles hayan reforzado esta faceta. “Muchas veces somos los hombres rápidos los que sacamos las castañas del fuego, los que tenemos que buscar los resultados porque se nos presentan más oportunidades. Ser rápido es algo genético, que no se elige, pero que lo tienes que entrenar y trabajar. Lo que es de agradecer es que el nivel del pelotón nacional va a ser mejor que hace un par de años, que no había nada”.

Fue precisamente en aquellos años cuando se refugió en la pista, aunque ahora mismo “es imposible complementarlo con la carretera. Eso sí, seguiré entrenando en pista como método para mejorar en la carretera, porque me ha servido de mucho”.

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