No es fácil llamarse Fabian Cancellara

Fabian Cancellara © Radioshack

Fabian Cancellara © Radioshack

El nombre de Fabian Cancellara suena desde hace mucho y en muchos sitios. Hombre de aquel Mapei de principios de siglo que arrojó tantos buenos corredores, el suizo de ciudad, de Berna, es una de las principales referencias del ciclismo contemporáneo. Ajeno a la victoria del Tour de Francia en la que muchos le vieron implicado por aquella actuación camino de Hautacam hace cinco años, el fornido ciclista se ha hecho un nombre a base de golpes de genio, rabia e incluso locura.

Pero con 32 primaveras en ristre, muchas veces la mala hostia ya no es exclusivo argumento para hacer daño. Está claro que una importante dosis de éxitos del risueño corredor llegó por actuaciones extremas, basadas en la pegada física y la contundencia en el arreón. Sin embargo, esas carencias tácticas que su físico escondían ya no son tales y en Fabian tenemos un corredor redondo con facultades para empresas mayores entre las que se inscribe resucitar grandes logros de la historia del ciclismo como es el récord de la hora.

Pero vayamos por partes. Ajeno al éxito gordo en las clásicas de 2012, por aquella caída en Flandes, y mientras su gran rival Tom Boonen firmaba una campaña para la historia, la vuelta a la primera plana por parte del apodado “Espartaco” fue interesante a la par de que complicada. Sin Boonen en liza a Cancellara le surgió otro grano llamado Peter Sagan, ese angelito con cara de niño que se solapó a su rueda en la Eroica y en San Remo para declinar su presencia en el peldaño más alto del podio.

Artículo completo de y en Joan Seguidor

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