Fernando Alonso y la opinión de Uluru y Joan Seguidor

Fernando Alonso, el eslabón perdido entre sociedad y deporte, entre ciclismo y automovilismo

Alonso, con el maillot olímpico español ©Uluru

Alonso, con el maillot olímpico español ©Uluru

Hoy (por ayer) es un día para la euforia, para descorchar una botella de champán. Y es que no basta con felicitarse por la gratísima –e inesperada- noticia de que sigamos teniendo un nuevo equipo ciclista al más alto nivel.

Es cierto que la compra de la licencia del Euskaltel por parte de Fernando Alonso no significa la continuidad de la estructura del equipo vasco en lo que se refiere a su filosofía, sino que simplemente se mantiene la licencia UCI Pro Tour en nuestro país, independientemente de la continuidad de una quincena de ciclistas, en su mayoría vascos, que algo de color darán. Y solamente por eso es una excelente noticia, aunque haya más. Bastante más.

No obstante, hay que ser realistas y pensar que todo lo mucho que ha salido publicado hoy son elucubraciones, ya que las únicas manifestaciones de Alonso en su web se refieren a que “ilusión, seriedad, sacrificio, evolución y transparencia son las palabras sobre las que este equipo sentará sus bases”, a la manida ‘tolerancia cero’ –algo que de, tan claro y evidente, debería ser obviado en cualquier declaración de intenciones- y a una mención a “un equipo nuevo” que no por estar en el último párrafo no deja de tener su importancia.

Aun así, ya he leído comentarios sobre el nuevo carácter asturiano del equipo, sobre el apoyo del Banco de Santander, sobre la aplicación de la tecnología de Ferrari, a imitación del Sky y McLaren. Conjeturas posibles, probables, incluso algunas deseables, pero al fin y al cabo conjeturas. El tiempo dirá, aunque este primer año no corre precisamente a favor.

Lo más importante, muy importante, aparte de la ‘continuidad’, es que por primera vez un personaje público –lo de Linda McCartney pudo ser un procedente pero resultó lamentable, y lo de Tinkov no merece ni el más mínimo comentario- ha apostado de forma decidida por implicarse de forma personal en un proyecto deportivo distinto al de su práctica habitual. Algo tan sencillo que podría –debería- ser imitado por otros personajes la mayoría de las veces que salen en los papeles no es por sus actuaciones deportivas –un día o dos a lo sumo a la semana- sino por sus peinados, por sus suplencias, por sus anemias, por sus despistes… A lo mejor es una vía interesante que abrir en esa Ley de Mecenazgo que ni existe, ni se la espera.

Y no me resisto tampoco a llamar la atención de la misma DGT para aprovechar esta ocasión irrepetible para cumplir esa misión de velar por todos –TODOS- los ocupantes de la vía pública. Y es que cuando hay tanto cazurro suelto que se cree que las carreteras son pasto de una pésimamente mal entendida devoción por la velocidad de Alonso, la implicación del asturiano es la mejor prueba de que la convivencia entre ciclismo y automovilismo, bicicleta y coche, es posible y deseable. Está por ver si María Seguí es capaz de enterarse de esta oportunidad histórica.

Uluru, el blog de Luis Román-Mendoza

La letra pequeña del “aterrizaje ciclista” de Fernando Alonso

Alonso, en el Giro de Italia © Joan Seguidor

Alonso, en el Giro de Italia © Joan Seguidor

En situaciones excepcionales nos agarramos a noticias excepcionales e inverosímiles y la situación del ciclismo español es, sigue siendo, de auténtica excepción. A quienes no se imaginaban un World Tour con solo un equipo español –un servidor se había hecho a la idea-, les ha llegado una noticia de esas que se marcan a fuego. Este dos de septiembre, el día de regreso para muchos de sus vacaciones, un soplo de aire fresco ha entrado en el ciclismo español, al parecer hay acuerdo para que Fernando Alonso, no sabemos si en rol de prescriptor o dueño, entre a formar parte de la estructura de Euskaltel.

Siempre he pensado que en ciclismo somos muy tiquismiquis y que muchas veces cuando vemos a alguien ajeno y mediático metido en nuestro tinglado nos medio horrorizamos. Recuerdo aquí en Barcelona, el año que el Fútbol Club Barcelona entró en el mundo del ciclismo. Fruto de esa entrada, la tradicional clásica reivindicando la seguridad del ciclista, la Barcelona-Sitges, emplazó su salida desde el Camp Nou, el feudo de los culés. Incluso hoy sigue saliendo desde allí. Encabezó la primera edición que partió desde el estadio, el entonces presidente Joan Laporta, aquello valió a la prueba una portada en casi todos los diarios al día siguiente, eso sí con el mandatario luciendo una escandalosa barriga bajo su maillot blaugrana. Hubo controversia, y se puede interpretar de oportunista en ese momento, de hecho lo fue, pero sin embargo una prueba que ponía en solfa la seguridad del ciclista estaba en portadas y eso, en clave resultadista, fue bueno.

Por eso valoramos positivamente, de inicio, el acceso de Fernando Alonso al circo de lo ciclista. Por eso y porque además el piloto de Fórmula uno ha ido dejando píldoras y fotografías de su buen punto físico gracias a la bicicleta y de su afinidad con este deporte dada su relación con estrellas del mismo, la más obvia la de Samuel Sánchez, y el seguimiento que hace de la temporada. Le recuerdo en la salida del Tour de 2009 con Alberto Contador y en el podio del Giro del año siguiente acompañando a la maglia ros David Arroyo. Su llegada es buena, y corrobora lo que ayer mismo comentábamos sobre la cantidad de buenos ciclistas que se pueden perder en España si no hay pasta que entre.

Sin embargo la euforia del momento no nos eclipsa interrogantes sobre cómo se ha gestado esta negociación y cuál es el futuro que le aguarda a la estructura. Por ejemplo nos asalta la duda sobre esta forma de hacer tan propia del ciclismo moderno en España donde todo se cierra en el descuento. El año pasado el organizador de la Vuelta al País Vasco dijo que no habría carrera y al final se salvó. Antes del Tour Perico confirmó que no lo comentaría y al final lo hizo. En los prolegómenos se anunció el final de Euskaltel y la carta de libertad a sus ciclistas y al final se salva la estructura. Es todo como muy caótico, muy a golpe de riñón. Como si ese ciclismo de raza, de rompe y rasga, de furia que siempre marcó lo español, se trasladara ahora a la gestión.

Luego está el baile de comunicados y rumores. Ayer se hablaba de que Sadadell-Atlántico podría salvar Euskaltel, curiosamente hablamos de la estructura que ya salvó Vuelta al País Vasco y Clásica de San Sebastián. Luego está lo que diga Miguel Madariaga y en qué papel quede la Fundación Euskadi. Todo en definitiva transmite caos, luchas intestinas y nada claro para el aficionado que es quien al final responde. Por otro lado, en honor a la verdad, esto siempre ha sido así.

Paralelamente estamos asentándonos en una curiosa cultura del mecenazgo. La llamaría incluso “cultura del mecenazgo 2.0”. Hemos pasado de entender que el dinero público se acabó a engendrar estructuras que se deciden por los personalismos. No olvidemos que el Team Movistar, que ahora es un tiro de marketing, surgió por el convencimiento y afición al ciclismo de una persona, Luis Abril, quien por cierto ya no está en la empresa. Ahora el proyecto de Euskaltel se mantiene por la persona de Fernando Alonso. ¿Dónde han quedado los valores que el ciclismo pone encima de la mesa para convencer a un departamento de marketing? Al final todo parece hecho por llamadas, gestiones subalternas y simpatías. Todo muy español en definitiva.

Veremos qué suerte corre el proyecto, qué patrocinios lo apuntalan, qué futuro se le da a los chavales de Fundación Euskadi, qué ubicación se escoge para el equipo y tantas y tantas incógnitas que ahora mismo la euforia del anuncio no nos deja ver.

Fuente: El blog de Joan Seguidor

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