Garate, el segundo español en Mont Ventoux

https://www.youtube.com/watch?v=OS4ZQgAu0J8

Garate holla la mítica cima

Garate holla la mítica cima

Ángel Olmedo Jiménez / Ciclo 21

Existen montañas legendarias que han conducido al ciclismo, el deporte que todos amamos y disfrutamos, a esa dimensión heroica y de notable epopeya que nos impone su seguimiento (y glosa). Uno de esos enclaves se encuentra situado en la Provenza francesa, cerca de Carpentras, situado a 1.909 metros de altura sobre el nivel del mar y puede ser escalado por tres diferentes vertientes. Responde al nombre de Mont Ventoux y solo su mención atemoriza a cualquier profesional del gremio.

En sus laderas, se produjo una de los sucesos más lamentables (y dolorosos) del deporte moderno, el fallecimiento de Tom Simpson el 13 de julio de 1967 (después de haber sufrido un primer desvanecimiento y atribuírsele, por el periodista Sid Saltmarsh, aquella mítica letanía de “Put me back on the bike” [fuentes más autorizadas, reiteran que las últimas palabras del malogrado inglés fueron “on, on, on”]), pero ha acogido auténticas gestas del ciclismo de competición.

La última vez que el Ventoux fue coronado en carrera, siendo final de etapa, otro británico fue protagonista. En este caso, Chris Froome se impuso a todos sus rivales y certificó su supremacía en el Tour de Francia de 2013 (para los aficionados a las estadísticas, el español Iban Mayo, posteriormente sancionado por positivo en el Tour de 2007, cuenta con el récord de la ascensión más rápida, en el Dauphiné, en la cronoescalada de 2004).

La etapa del Giro

La etapa de la Vuelta

Este año, y siguiendo el avance de Ciclo 21, el Mont Ventoux será, nuevamente, una de las fechas señaladas en rojo por todos los aficionados al ciclismo, dado que la ronda francesa pretende encaminar sus designios a los lunares paisajes de la ilustre montaña.

Nuestra visión al pasado del día de hoy, se encarga de recordar la última victoria de los ciclistas españoles en el Ventoux, la de Juanma Garate (Irún, 1976) en el Tour de 2009 (en el que el pinteño Alberto Contador acabaría siendo maillot amarillo en París). Baste recordar que, de las catorce ocasiones en las que se ha culminado etapa del Tour en la cima de la Provenza, solo Garate y Julio Jiménez han obtenido gloria para España (el resto de triunfos se reparten del siguiente modo: 7 para Francia, 2 para Italia y uno para Gran Bretaña, Luxemburgo y Bélgica).

En aquel Tour de 2009, la etapa del Ventoux partía de Montélimar y era la penúltima antes del paseo triunfal del ganador en París. La disputa de aquella prueba se recuerda por la complicada situación que vivió el, a la postre vencedor, Contador, en su equipo, Astana, que se debatía en apoyarle o en dedicar sus esfuerzos a los sueños que el texano Lance Armstrong mantenía en su retorno a la competición oficial (el de Austin concluyó tercero si bien, posteriormente, resultaría descalificado por mor de las investigaciones llevadas a cabo por la USADA y que acreditaron una red de dopaje sistemático).

El madrileño llegaba con cierta tranquilidad a la etapa del coloso provenzal, tras haber ganado en Verbier, aventajando casi en un minuto a sus rivales, y por la renta atesorada en la crono por equipos de Montpellier. Asimismo, dos días antes, el líder de Astana se había impuesto en la contrarreloj individual de Annecy, de cuarenta kilómetros, por lo que, al inicio de la jornada, partía con una diferencia a su favor de 4 minutos y 11 segundos con Andy Schleck, y 5 minutos y 21 segundos con Armstrong. Nada más que una debacle (por otra parte no descartable) en las rampas del Ventoux podía servir para que Contador no ganase la prueba gala.

La jornada, por otra parte, era propicia para que Wiggins, Kloden o Frank Schleck desafiaran el pódium de Lance puesto que todos se hallaban a menos de cuarenta segundos de él en la clasificación general.

La escapada (previsible) del día se formó con un grupo de 19 corredores que tuvieron una renta máxima de hasta 9 minutos. Dicha diferencia se fue reduciendo, gracias al impulso del pelotón del maillot amarillo, comandado por los hombres de Astana, hasta alcanzar poco más de 3 minutos al pie de la ascensión del Ventoux.

En el grupo cabecero, fruto del cansancio y de la desconfianza, atacaron dos auténticos cabalgadores, el alemán Tony Martin (de High Road) y el español Garate, enrolado en las filas del equipo holandés Rabobank (para ayudar, esencialmente, a su jefe de filas, el ruso Menchov, y servir de compañero al bravo sprinter cántabro Óscar Freire).

La etapa de la Vuelta

La etapa del Giro

Ambos hicieron camino y supieron administrar su diferencia con el grupo principal en la escalada al coloso alpino, mientras, por detrás, el hombre que les seguía más de cerca era el italiano Pellizotti, que lucía el maillot de lunares rojo que le distinguía como mejor escalador.

El alemán Martin mostraba una cadencia de pedaleo muy fresca y Gárate le relevaba intentado guardar algo de fuerzas, cauteloso al ver que, por detrás, el impulso de Andy Schleck (segundo en la general y portando el maillot blanco de líder de la clasificación) acercaba bastante al grupo del líder (al que acompañaban Armstrong, Kreuziger, Nibali, Wiggins y el mayor de los Schleck [Kloden no había aguantado el ritmo y circulaba por detrás]).

A dos kilómetros de meta, Gárate y Martin, que continuaban su trabajo conjunto, contaban con poco menos de un minuto frente al grupo principal, lo que se antojaba suficiente siempre que no se iniciaran las hostilidades entre los hombres más destacados de la general. Sin embargo, y como suele ser habitual en los últimos tramos de la subida (donde la vegetación desaparece y el terreno se hace más escarpado), el viento jugó un papel determinante (llegando a soplar a 41 km/h en contra), lo que invitaba a reservar fuerzas por miedo a quedarse en la estacada. A menos de 1,3 kilómrtros, Andy atacó muy fuerte y se vio impedido para continuar con su demarraje por la presencia de las motos (la reprimenda del joven deportista a los motoristas fue antológica).

En ese mismo momento, Gárate se marchó unos metros por delante de Martin, que se veía impedido de seguir el ritmo del vasco. Mientras el luxemburgués y segundo de la general peleaba para intentar derrotar a Contador, su esfuerzo hacía estragos en Wiggins y Nibali, que se quedaban del pelotón. Garate mantenía cierta ventaja con Martin, que conseguía retener la referencia visual con el líder provisional de la carrera.

Con la medalla al ROMD © RFEC

Con la medalla al ROMD © RFEC

A menos de 500 metros, Schleck neutralizó a Pellizotti, cuando, casi simultáneamente, Martin, con su ritmo constante, agarraba a Garate justo en la pancarta en la que se concedían los puntos del Ventoux. La ascensión se hizo larguísima en sus últimos metros por el viento y el de Rabobank se protegía de la fuerza del viento, situándose al rebufo del rodador alemán. En la última curva, Gsrate arrancó a Martin y éste se vio imposibilitado para reaccionar. Con apenas unos metros de ventaja, el guipuzcoano certificaba una escapada exitosa e inscribía su nombre en una cumbre inigualable del ciclismo.

Por detrás, Andy Schleck se situaba tercero, junto a un Contador que, enrabietado, lanzaba su puño al viento en señal de victoria (en la general). Armstrong, apenas a dos segundos de ellos, refrendaba su pódium (que luego la organización del Tour borró de sus anales).

La victoria en el Mont Ventoux vino a engrandecer el palmarés de un ciclista, Garate, que puede presumir de ser campeón de España en ruta (2005), de haber obtenido el maillot de mejor escalador en el Giro 2006 (en el que además se hizo con una etapa, la del Passo de San Pelegrino), de haber vencido en la Vuelta a España 2001 (en la jornada de Vinaròs) y de cosechar hasta cuatro top ten en el Giro (el mejor, una cuarta posición en la edición de 2002). Todo ello sin olvidar que levantó los brazos en el Boulevard de San Sebastián en 2007 y en la etapa de Vevey de la Vuelta a Suiza de 2002, cuando aún militaba en Lampre (año en el que también venció en una jornada del Trentino).

La cita con el Ventoux, a buen seguro, dejará en los paladares ciclistas una gran fecha en este Tour 2016 y podrá ser decisiva para la clasificación general. En caso de no serlo, como ocurrió en 2009, esperemos que nos conceda la alegría de ver a uno de los nuestros encaramado a lo más alto del cajón en la mítica cima.

Comentar

Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

*