¿Qué le dio Miguel Indurain al ciclismo?

© Joan Seguidor

Seguro que muchos habréis leído sobre Miguel Indurain y su anuncio de dejar el ciclismo hace veinte años. Recuerdo aquel día, ciertamente, que muchos de mi generación tendréis también tan presente. Fue una línea gruesa en la historia del ciclismo español, mundial y si me apuráis de nuestro país en general, porque Miguel Indurain creo que ha sido una figura que ha trascendido más allá de su deporte y lo ha hecho ganando mucho, pero también con gestos y formas que algunos querríamos para nuestros hijos, pues si un deportista pondría como ejemplo de algo a mis hijos, ese sería este navarro de grandes dimensiones y un corazón que no desentona, que fue digno en la victoria, pero más fuera de ella.

La llegada de Miguel Indurain al status que goza en la actualidad provocó movimientos tectónicos en este país, y no sólo deportivos, también sociales y políticos. Me voy a la entrevista a José Miguel Echávarri de hace unos meses, cuando habló de aquella jornada entre Jaca y Val Louron, hace más de veinticinco años, cuando le contactaron desde España para asegurarse de la magnitud del logro de Indurain en la España de Perico.

En ese clima que rápido se desvaneció rompió en Miguel una de las maduraciones más medidas que hasta entonces había visto este deporte, que hoy será todo lo tecnológico que queráis, pero que hasta no hace tanto fue de “alpargata y andar por casa” como le gusta decir a nuestros mayores. Indurain inició con su salto al profesionalismo un proceso de envejecimiento, digno de los mejores caldos navarros. Bebió del ciclismo de Bernard Hinault, también del de Roche, de Perico, de Lemond y de Fignon, pero trazó una frontera con todos ellos, dio una vuelta de tuerca. Fue más allá.

El artículo completo, en Joan Seguidor.

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