La generación perdida del récord de la hora

Brandle, el defenso © IAM

Brandle, el defensor © IAM

Nicolás Van Looy

El récord de la hora está viviendo un auténtico renacer. No vamos ahora a repetir lo que ya se ha dicho en tantas ocasiones sobre la época dorada de los Indurain, Boardman, Rominger etc… del pasado, pero no cabe ninguna duda de que la involución surgida a raíz del cambio de normativa para marcar como obligatoria la llamada ‘postura Eddy Merckx’ fue funesta para la prueba.

El pasado lunes, como muchos seguidores de este blog sabrán, el que esto escribe tuvo la oportunidad de charlar con el presidente de la UCI, Brian Cookson, para una entrevista publicada en Ciclo21. En ella, por un par de ocasiones, el máximo dirigente mundial se refirió a esta cuestión y me llamó mucho la atención cuando, casi sin respirar entre frase y frase, aseguraba que podía entender el porqué se tomó la decisión anterior y, a la vez, reconocía que un cambio “muy simple” en el reglamento había dado estos espectaculares frutos.

El récord de la hora es, seguramente, el espectáculo más rentable en todos los sentidos que ahora mismo puede ofrecer el ciclismo fuera de sus grandes citas (y reduzco este elenco a las tres grandes vueltas, los cinco monumentos y el Mundial de fondo en carretera). Piénsenlo. Se celebra en un velódromo, ergo hay que pagar por entrar y verlo en directo. Dura exactamente 60 minutos, por lo que es una auténtica bendición para los programadores de televisión.

Atículo completo en Joan Seguidor

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