La previa: Llega el Tour de Francia más esperado

Mapa oficial de la edición 2014 © ASO

Mapa oficial de la edición 2014 © ASO

Nicolás Van Looy / Ciclo 21

El Tour de Francia es, por definición, la carrera ciclista más esperada del año. Junto al Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos es la cita deportiva más importante del mundo. Miles, por no decir millones de personas, esperan ansiosos, año tras año, el inicio de una de las pruebas más duras, míticas y sobrehumanas del calendario anual. Con sus altos y sus bajos, el Tour casi nunca decepciona. Hay ediciones mejores y peores. Incluso, hay siete que han sido borradas y que muchos esperan que puedan ser algún día olvidadas. Tras el ‘centenariazo’ que supuso una de las ediciones más insulsas que nos ha regalado la Grande Boucle, la primera edición de la segunda centena es una de las más esperadas de los últimos años. El dominio que se le presumía a Chris Froome se ha desvanecido un poco. Especialmente, tras el bestial Dauphiné del que resurgió la figura de Alberto Contador en su mejor versión.

El de 2014 es un Tour típico dentro de lo atípico. Es continuista con lo que hemos visto en los últimos años, pero se sigue haciendo extraña la ausencia casi total de contrarreloj. No hablamos ya de si hay un prólogo o no. De si tendremos pelea en una lucha contra el crono por equipos o no. Hablamos, simplemente, de que, contrariamente a lo que sucedía no hace tanto tiempo, la especialidad se ha visto relegada a una única etapa que no permitirá a los especialistas puros, esos que sufren y ceden terreno en las subidas, recuperar la ventaja que los escaladores podrán adquirir en las muchas subidas que nos regalará el dibujo de las 21 etapas.

Con el Grand Départ de Londres todavía muy fresco en la memoria, los organizadores del Tour de Francia han vuelto a apostar por Gran Bretaña. Con el fenómeno Sky en plenitud, la Pérfida Albión ha despertado de forma definitiva al ciclismo. El paso del pelotón por territorio británico ocupará tres días, con visita a la capital incluida, en los que no se esperan grandes noticias. Sólo las caídas en un pelotón extremadamente numeroso podrían poner algo de color a la lucha por la general en unas jornadas pensadas a mayor gloria de los velocistas en general y de Mark Cavendish en particular que podría cruzar el Canal de la Mancha con medio jersey verde en el bolsillo e, incluso, mantener esa racha en la primera etapa continental con final en Bélgica.

Con 101 ediciones a su espalda, el Tour de Francia rendirá este año su particular homenaje al centenario del inicio de la I Guerra Mundial. La cuarta etapa, entre Ypres y Arenberg será el punto álgido de esa reverencia. El paso por lo que hace un siglo se convirtió en auténtico ‘territorio comanche’ será, en esta ocasión, una de las mayores trampas que presente este Tour. Nada más y nada menos que nueve tramos adoquinados jalonan los 155 kilómetros que los corredores deberán de salvar el día 9 de julio. Un guiño al pasado y, dentro de ese pretérito, a esa carrera que cada año nos hace pensar en ciclismo en blanco y negro: la París-Roubaix. Carrefour de l’Arbre, Pont Thibault, Mons-en-Pévèle, Bersée, Orchies… y así hasta nueve tramos de piedra que sumarán poco más de quince kilómetros. No tendrán impacto alguno en la general. Al menos, claro está, en cuanto a la definición del nombre del vencedor. Sin embargo, el día está marcado en rojo por todos los contendientes y aspirantes al podio de París. Una caída o un pinchazo en un terreno que, por norma y por selección natural, procuran evitar año a año, podría dar al traste con las aspiraciones de cualquiera de los favoritos. Quizá por ello, equipos como

Tras ese primer susto, llegará el momento de afrontar la parte realmente decisiva de la ronda gala, en la que la montaña será realmente decisiva. La Mauselaine, primer final en alto, servirá de aperitivo. Es ‘sólo’ un tercera categoría, pero será el aperitivo de lo que esté por venir. A partir de ese momento, termine la etapa en la cima de una montaña o no, apenas quedarán jornadas cómodas. Las cuestas serán las protagonistas y, tras lo visto en el Dauphiné, es de esperar que las hostilidades entre los favoritos comiencen pronto.

El único equipo español © Movistar

El único equipo español © Movistar

Quizá Contador y Froome sean los menos interesados en comenzar a castigarse mutuamente cuando todavía resten tantos días para llegar a París. Nibali, por su parte, nada en esa especie de tierra de nadie que supone no estar a la altura de los dos antes mencionados, pero un paso por encima del resto. Un hombre, al fin y al cabo, que seguramente no se haya mostrado del todo y del que nadie sabe muy bien qué esperar. Son todos los demás, desde Valverde hasta Mollema pasando por los Talansky, Van Garderen, Van den Broeck… los que deberían de plantar batalla intentando desgastar a los dos grandes gigantes y sus equipos, algo que se antoja más sencillo de hacer contra el Tinkoff que contra el Sky.

Sólo el día de Bergerac, el 25 de julio y a falta de dos jornadas para el final, supondrá un pequeño descanso de 208 kilómetros llanos. Dos días después, el 27 de julio, los supervivientes llegarán a París para repartirse maillots y trofeos. Ramos de flores y besos. Aplausos y fotografías. Pero, antes de que puedan dar carpetazo a un Tour de Francia que a esas alturas todos, incluido el que finalmente se alce con el triunfo, odien a muerte, les espera la última trampa: la contrarreloj de 54 kilómetros entre Bergerac y Périgueux. Con tantos kilómetros en las piernas, no supondrá una gran ventaja para los especialistas. Será una etapa que beneficiará a los más fuertes. A lo que, a esas alturas, todavía conserven energía en sus maltrechos organismos. Quizá lo decida todo o quizá nada. Todo dependerá de lo que haya pasado en la montaña, tan omnipresente.

Al aficionado, como ocurre cada año, la propuesta de recorrido le podrá gustar más o menos. Será demasiada montaña o no. Faltará contra reloj o sobrará. Faltarán sprints o serán demasiados. Cada uno tendrá una opinión y, seguramente, un recorrido alternativo. De lo que, pese a todo ello, no cabe duda alguna es de que este Tour de Francia ha despertado unas expectativas realmente altas. Como hacía tiempo que no se veía. Cierto es, claro, que todo pasa por las ganas de unos corredores que en los últimos años se han caracterizado por ese llamado ‘ciclismo youtube’. Una manera de correr que puede resumirse en apenas cinco minutos cada día y, a ser posible, concentrados esos días especiales en la última semana.

Los ingredientes de la receta, es decir, el recorrido, no invitan a ello. Los dos grandes favoritos, sin embargo, se sienten cómodos en ese papel. Pese a las demostraciones de ambos en el Dauphiné, no debemos de olvidar que aquello era una guerra psicológica y que esto será la batalla definitiva, donde gustarán de ser más defensivos. Será cosa, como ya decíamos antes, de los ‘outsiders’ poner la carrera en condiciones para que la pelea se prolongue durante las tres semanas.

Entre los aficionados hay ganas. Esperemos que entre los ciclistas también.

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