Los problemas del Europeo, con calzador en el calendario

Luisle_Giro Italia_2018_11

Luis León Sánchez es el único fijo para el europeo / © RCS

Román Mendoza / Ciclo21

La noticia de que el BMC Racing Team tiene la intención de no ceder corredores de su equipo a las distintas selecciones nacionales que participen en los Campeonatos de Europa, que se desarrollarán los días 8 -contrarreloj- y 12 de agosto -prueba en línea- en Glasgow (Gran Bretaña), ha tenido una rápida respuesta en la Unión Europea de Ciclismo, la organizadora de este evento, mediante un comunicado el pasado viernes que recogía declaraciones de su presidente, Rocco Cattaneo.



Después de manifestar su “sorpresa” por esta decisión, el suizo se refería a la importancia de este evento como “escaparate para los jóvenes talentos”, así como la amplia “difusión televisiva” de este Campeonato. Sin embargo, lo cierto es que, en un calendario sobresaturado, las fechas de este Europeo no se conjugan nada bien con el programa de los equipos profesionales, aunque BMC haya sido, hasta ahora, el único en manifestarlo abiertamente.

Los Campeonatos de Europa de ciclismo en carretera tienen una larga tradición de más de veinte años, pero solamente en categorías inferiores. No obstante, las Federaciones Nacionales llevaban, desde hace ya varios años, intentando que también se incluyera la prueba élite en el programa de competiciones, lo que sucedió en 2016.

De la ‘ventana’ de septiembre a la saturación de agosto

Esa primera edición se iba a celebrar en Mónaco, pero el atentado de Niza unos meses antes imposibilitó esa organización. El entonces presidente de la UEC, y ahora de la UCI, el francés David Lappartient, hizo valer sus contactos políticos -alcalde de Sarzeau y consejero del departamento bretón de Morbihan- para que esos primeros Europeos se pudieran salvar, celebrándose en Plumelec, en su Bretaña natal.

El retraso varias semanas del Mundial de Doha propició que quedase una ‘ventana’ tras la Vuelta a España para poder disputar este primer Continental, que registró los triunfos de Peter Sagan en línea y Jonathan Castroviejo, contrarreloj, con una notable participación, aunque también con algunas sensibles ausencias tras una larga campaña.

Pero la segunda edición ya adoleció de los mismos problemas que se prevén este año. Sin hueco ya en septiembre, el Europeo de Herning (Dinamarca) fue colocado a principios de agosto, con una enorme competencia de carreras que -lógica pero incomprensiblemente- no se desplazaron, lo que supuso numerosas ausencias de ciclistas que estaban descansado tras el Tour de Francia o preparando de forma alternativa la Vuelta a España. Y ese es el problema que se encontrarán este verano en Glasgow, con el agravante de que en esta ocasión los Europeos se conciben como unos Juegos multideportes -en colaboración con Berlín- y con la presencia, en el caso del ciclismo, de las cuatro modalidades olímpicas, aunque sólo en la máxima categoría: carretera, pista, BTT y BMX. Por ello, se pretende contar con los mejores ciclistas… lo que no es fácil.

Vuelta a Polonia -del UCI World Tour-, Vuelta a Burgos, Vuelta a Portugal, Tour de Szeklerland o Czech Cycling Tour son algunas de las carreras que se solapan con el Europeo, por no hablar del BinckBank Tour, también del máximo circuito mundial, que se inicia al día siguiente, por lo que en 2017 el organizador fletó un chárter para trasladar al Benelux a los corredores que tomasen parte en ambas pruebas, iniciativa que se repetirá este año, con un ‘charter’ desde Glasgow el domingo 12 cuando acabe la prueba en línea.

El único fijo, Luis León Sánchez

El seleccionador español, Javier Mínguez, ya vivió la temporada pasada una situación que este año parece que va a ser aún más grave. “Por lo que a mi te toca lo entiendo perfectamente. Los equipos tienen un calendario y son los que pagan al corredor. Y hay equipos para los que es imposible dejarme más de uno o dos ciclistas, por el programa que tienen en esas fechas. Y además tengo que dar la preselección el día 15, por lo que muchas veces ni siquiera sé si un corredor va a estar disponible o al revés, si puedo llevar alguno por calendario, pero que se tiene que quedar en casa por no estar en la lista inicial”.

El técnico vallisoletano reconoce que “ahora mismo el único fijo es Luis León, porque después de correr Giro hace Tour, San Sebastián y se para. Cuando le llamé para saber si podía contar con él para el Mundial, me dijo su calendario y que no iba a llegar a Innsbruck, pero que se ofrecía para el Europeo. Un problema menos, pero me quedan el resto, y no es fácil. O cambian las fechas o es imposible esta prueba”. Mínguez también recuerda la locura de los viajes que supuso el año pasado Herning, “con gente viniendo cada una de un sitio distinto de Europa y con unas combinaciones imposibles”, y cree que “todos los países tienen problemas parecidos, aunque quizá en España, por la Vuelta, sean mayores”.

La falta de atractivo de una carrera sin historia

Movistar que, por su nivel, es la base habitual del equipo español -por ejemplo, seis de los nueve integrantes del equipo nacional en Bergen 2017- tiene serios problemas para ceder corredores a la selección, a pesar de los esfuerzos -que nos constan- que está realizando su manager, Eusebio Unzue, por aportar corredores al combinado nacional.

Pese a ello, el navarro es, desde su habitual templanza, profundamente crítico con el Europeo. “Con el calendario que tenemos, es una incongruencia meter una carrera que no tiene historia, ni ningún atractivo para nadie. Pero si añades que está en unas fechas como éstas… No es cuestión de no querer, sino de no poder, porque hay carreras a las que tienes que acudir obligatoriamente como Polonia o el antiguo Eneco Tour, y otras como Burgos por pertenecer al calendario nacional. No tenemos esa posibilidad física de ceder corredores y es un grave problema para una carrera sin atractivo de ningún tipo y que cada vez va a ser menor por las incomodidades que reporta”.

En el único deporte que tiene Mundiales cada año, la celebración de Campeonatos de Europa cada temporada supone un problema que todavía no ha sido calibrado de forma realista por los organismos ciclistas supranacionales, aunque la UEC lanzaba el pasado mes de febrero una iniciativa bastante peculiar, reducir exageradamente el kilometraje de estas pruebas, con el fin de salvar un evento cuyo problema no son las distancias de las carreras sino el conjunto del calendario, con pruebas que ya llevan muchas ediciones y que consideran que tienen ya esos derechos de fechas adquiridos.

Burgos, a la espera de que cambien en 2019

El caso de Vuelta a Burgos es el que nos pilla más cerca, pero posiblemente sea también el más afectado. Marcos Moral, organizador de la prueba, nos recuerda que “nuestra carrera comenzó en 1980, cuando no había tantas pruebas, y la pusimos a finales de septiembre. Pero desde la UCI nos dijeron que querían compactar más el calendario y nos pidieron adelantarnos a las fechas actuales. Al principio estábamos solos, pero empezaron a poner carreras, asfixiándonos por todos los lados. Y negándonos ser World Tour, aunque creo que tenemos nivel para ello”.

Pero el gran perjuicio llegó “cuando nos pusieron el Europeo. Mandamos una carta a Lappartient, cuanto todavía no era presidente de la UCI, y luego hablé con él personalmente. Me prometió solucionar el problema y cambiar las fechas, pero todavía no hay solución. Vamos a ver que pasa de cara al 2019 y si no, seguiremos insistiendo, si no es por sentido común, aunque sea por caridad. Porque nos ha tocado a nosotros, pero decisiones así pueden afectar a cualquiera. Y lo que no queremos es movernos nosotros, para estar en una situación aún peor o para perjudicar a otra carrera”.

Comentar

Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

*