Los retratos del Dauphiné

Bardet, Froome y Martin © ASO

Bardet, Froome y Martin © ASO

Una semana después ya tenemos sobre la mesa lo que ha dado de sí esa carrera llamada Criterium del Dauphiné y que abre la cuenta atrás de cara a su hermano mayor, el Tour de Francia, el rey sol del calendario internacional, aunque cada año, más eclipsado por la lozanía y descaro que luce la grande italiana, a efectos festivos y estéticos, cien veces más bonita, al menos en lo que a los últimos tiempos de refiere.

Hoy lunes, primer día de de carera, imaginamos los cuarteles generales y las mentes pensantes analizado y procesando lo que han dado ocho etapas que han tenido de todo y para todos. Cada uno seguro que encuentra su argmento, su “clavo ardiendo” al que agarrarse, aunque la realidad de la carrera, viéndola desde fuera, nos dé una lectura diferente.

Si algo hay que convenir es que todos los grandes nombres que han estado por el Delfinato estos días no están aún ni a tope ni esperan estarlo hasta bien entrados en el Tour de Francia. Sin embargo, esto empieza a ser un poco como el fútbol, ese deporte en el que juegan no sé cuántos y siempre gana Alemania. Cambiad Alemania por Chris Froome y tendréis el resultado de la ecuación al menos a día de hoy, porque en julio las cosas pueden ser muy diferentes.

Y digo que pueden ser diferentes porque la seguridad que transmite Froome tiene un componente de imprevisión que realmente asusta, más trantándose de quien se trata y corriendo donde corre. Froome es frágil, transmite esa sensación sobre la bici. La prueba es que las grandes que no gana, las abandona por eventualidad o accidente, salvo en las dos Vueltas que ha acabado segundo.

Artículo completo de Joan Seguidor aquí

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