Mundial elite: Enésima ocasión para Valverde

La foto oficial de España © RFEC

La foto oficial de España © RFEC

Nicolás Van Looy / Ciclo 21

Llegó el gran día. El ciclismo, como todo buen aficionado sabe, tiene nueve carreras que brillas por encima de las demás. Nueve citas que sirven para que aquel que es capaz de adjudicárselas alguna vez –ya no digamos si repite en varias ocasiones o si combina victorias en varias de ellas– sea ya parte de la Historia del deporte. Son, evidentemente, las tres grandes vueltas (Giro, Tour y Vuelta), los cinco Monumentos (Milán-San Remo, Vuelta a Flandes, París-Roubaix, Lieja-Bastoña-Lieja y Giro de Lombardía) y, cómo no, el Mundial. Esa prueba extraña. Cada año en un lugar. Con compañeros que no son los habituales. Con rivales casi nunca aparecen (¿quién ha visto este año en acción a, por ejemplo, eritreos, marroquíes o griegos?). Y, sobre todo, con ese enorme premio de poder portar, durante un año, el maillot arcoíris.

Vuelve el Mundial a España por séptima vez (Lasarte, 1965; Barcelona, 1973 y 1984; Benidorm, 1992; San Sebastián, 1997 y Madrid, 2005) y lo hace con un favoritismo para los corredores locales como nunca antes habían tenido. En aquella cita madrileña en la que se impuso Tom Boonen, teníamos a un Óscar Freire en lo más alto de su carrera deportiva, pero no pudo defender su título. Fue allí, además, donde el gran favorito hoy, Alejandro Valverde, se colgó la segunda de sus cinco medallas mundialistas (dos platas y tres bronces hasta el momento).

Vuelve, como decimos, el Mundial a España y lo hace visitando Ponferrada, donde han preparado un circuito cuyo perfil no acaba de poner de acuerdo a nadie. Algunos aseguran que se trata de un trazado duro y selectivo. Otros, por el contrario, piensan que se trata de un perfil apto para que llegue un gran grupo. Cuestión de intereses, claro. A los sprinters no les gusta porque no ven claro que sus escuadras puedan controlar la prueba en su tramo final. A los menos veloces no les acaba de encantar porque les gustaría un poco más de dificultad. La conclusión, seguramente, es que los organizadores han sabido diseñar un trazado ideal. Uno en el que los equipos deban de trabajar muy duro para llevar la carrera a su terreno.

Alemania y Noruega, con John Degenkolb y Alexander Kristoff como jefes de filas son dos de las selecciones que intentarán mantener el orden. Que no haya sobresaltos. Que a la recta final lleguen todos juntos. Que se sentirían más cómodos, en definitiva, lanzando a sus dos bólidos y confiando en que hoy el golpe de riñón ganador sea el de su representante.

En el otro lado estarán las selecciones que no tienen entre sus filas a un verdadero velocista que, en el fondo, son todas las demás. España, Italia y Bélgica son las que cuentan entre sus filas con los hombres con opciones más lentos. O menos rápidos, como lo prefieran. Si saben jugar sus cartas o, incluso –lo deseable para ellos–, trabajar de manera conjunta durante las primeras tres cuartas partes de la jornada, no se antoja imposible que se rompa el orden y que los trenes lanzadera descarrilen antes de poder hacer su trabajo.

Es la cita española, además, una carrera muy esperada por los franceses. Vuelven a contar con un serio aspirante en la persona de Nacer Bouhanni y sus visitas al vecino del Sur de los Pirineos no les han venido nada mal. Desde Benidorm 1992 con la plata de Jalabert, cada vez que el arcoíris se ha puesto en juego en la Península Ibérica un francés ha subido al podio. Incluso San Sebastián asistió a la última victoria gala a cargo de Laurent Brochard.

Valverde y Purito © RFEC

Valverde y Purito © RFEC

En Ciclo 21 les hemos presentado a los diez corredores que más opciones tienen, a priori, de hacerse con el título mundial, pero no son, ni mucho menos, los únicos. Si algo tiene el Mundial es imprevisibilidad. Una carrera tan sumamente complicada puede desbaratarse en cualquier momento y más, si como dicen las previsiones, la lluvia acompaña el complicado descenso final. Tom Boonen, Philippe Gilbert, Purito Rodríguez, Vincenzo Nibali, Fabio Aru, Sylvain Chavanel, Bauke Mollema, Ramunas Navardauskas, Ben Swift, Michal Kwiatkowski, Tony Gallopin o Michael Matthews son sólo un pequeño ejemplo de los grandes outsiders que concurren a una cita como esta.

Selecciones muy potentes con nueve corredores y candidatos muy solventes sin apenas ayuda es otra de las circunstancias que se suelen dar en los Mundiales y que, año tras año, avivan el debate de si no sería más justo que esta carrera se disputase, también, por equipos comerciales. En España no hay motivo de queja, pero seguro que Cancellara o Sagan sí tienen algún motivo para pensar que sus candidaturas parten con una pesada losa respecto a las de los países más potentes del ránking.

Pero, al final del día, todo se resumirá en un nombre. Únicamente uno. Los demás, con el paso del tiempo, se olvidarán. Pasado el tiempo y los años sólo recordaremos a aquel que inscribió su nombre y portó el maillot arcoíris heredado de Rui Costa. Porque el Mundial, con sus defectos y virtudes, es una de esas nueve citas.

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