Ruina, doping y motores. Así son los Van den Driessche

Femke y Peter Van den Driessche

Peter y Femke Van den Driessche ©Sporza

Nicolás Van Looy / Ciclo21

La historia, la cruda y dura realidad del escándalo del fin de semana en Zolder, ya la conocemos todos. Pero, por llamativa que sea la situación y ahora que el tiempo comienza a permitirnos salir de nuestro asombro y comenzar a ver las cosas desde el prisma de la distancia y la calma, es importante darse cuenta de que es imposible que una chica de 19 años instale un motor en su bicicleta de competición sin la ayuda, asesoramiento y/o colaboración de más personas. Personas que, aunque no compitan, son igual de culpables que la corredora. Son lo que llamaríamos los autores intelectuales del fraude deportivo que cometió Femke Van den Driessche.

Pero, para comprender todo esto, como cualquier acontecimiento en la vida, debemos de alejar el foco. Abrir el campo y ver la imagen general. Tiempo habrá de juzgar personalmente a una corredora que, teniendo todo el futuro por delante, decide dejarse llevar por la codicia y acabar haciendo trampas. Tiempo habrá de hablar del resultado final de la demanda judicial que el fabricante de bicicletas Wilier ha interpuesto contra la corredora por el daño que entienden que supone para la marca “el aparecer en todas las fotos relacionados con el primer caso de ‘doping tecnológico’ en el ciclismo”. Tiempo habrá, como decimos, de saber hasta dónde decide llegar la UCI en la aplicación de su normativa que establece un periodo de sanción mínimo de seis meses, pero no habla de ningún máximo y ya está recibiendo sanciones para ser ejemplar con esta primera evidencia y castigar a la corredora de por vida. Tiempo habrá de todo ello, pero ahora debemos de intentar entender cómo Femke Van den Driessche se ha puesto a sí misma en esta situación.

Entrevista Van Driessche

Captura de la entrevista ofrecida en Sporza

Van den Driessche, siempre acompañada de su padre, un tipo de aspecto rudo y al que quizás algún asesor de imagen debería de haberle aconsejado amortiguar los efectos del cansancio y las horas robadas al sueño antes de aparecer en la televisión nacional belga –para todo el planeta, evidentemente–, se ha defendido alegando que la bicicleta motorizada no era suya. Que era de un amigo que se la compró porque, eso sí, fue una de las que usó la pasada campaña. Una explicación que en Ciclo 21 hemos ido reproduciendo durante todo el fin de semana y que dejamos, evidentemente, en manos del lector si debe o no ser tomada como cierta. Pero para tomar esa decisión, el lector tiene que tener todos los datos y en este caso, los datos fundamentales pasan por conocer al clan Van den Driessche, una familia salpicada por los escándalos y que parece que va a tener muy complicado conseguir la credibilidad que ahora necesitan.

La colombicultura es un deporte muy extendido en Bélgica. Recuerden este dato que ahora les va a parecer fuera de todo contexto. Pronto lo entenderán.

Decíamos que íbamos a intentar comprender a Femke Van den Driessche y sus circunstancias. Pues el primer paso es mirar hacia su hermano, Niels. También deportista. También ciclista. También tramposo. Sobre él, recae en estos momentos una sanción por uso de sustancias dopantes. Algunas fuentes que este medio no ha podido contrastar hablan de uso de EPO, pero por el momento Ciclo 21 únicamente ha podido contrastar que, efectivamente, existe una sanción contra él, pero no hemos recibido confirmación sobre la duración de la misma ni la sustancia exacta encontrada en su organismo.

También hay que mirar a papá. El hombre que, sufriendo y apoyando a su hija en todo momento, ha aparecido a su lado desde el primer momento. Un hombre arruinado económicamente que fue detenido [y está a la espera de juicio] junto a su hijo Niels, sí el mismo de antes, por robo de aves, un negocio en el que se mueve muchísimo dinero ya que un palomo campeón tiene una enorme valoración económica merced a las apuestas que se mueven en torno a las competiciones de colombicultura.

Los detalles, escabrosos y que en nada ayudan a lavar la imagen de la ciclista de 19 años, se van conociendo poco a poco. Mientras, sentada en un rincón de la cocina, mamá llora incontrolablemente. Lo hace sin parar desde el sábado. Desde que aquella ‘tablet’ encontró algo. Una irregularidad en la resistencia magnética en una zona de la bicicleta donde eso no debería de aparecer. Así es como, al parecer, se detectan estas cosas. Brian Cookson, presidente de la UCI, calla y otorga. No va a comentar por dónde van los tiros en cuanto a métodos de caza. No quiere dar pistas.

Mamá, como decíamos, llora y Femke se defiende junto a su padre en una letanía eterna en la que juran y perjuran que la bicicleta es un amigo que no apareció hasta casi 52 horas después del incidente. Que la limpió un mecánico que no da la cara. Que fue colocada en un box por un auxiliar que no sabemos si existe. Y, sobre todo, eludiendo siempre otras preguntas relativas a su impresionantes subidas en el Koppenberg, donde los datos arrojan la escalofriante cifra de que Van den Driessche fue 10 segundos más rápida en esa subida que su contrincante más directa. Pero ella no se defiende de eso. Y tampoco explica cómo es posible que a pesar de esos 10 segundos de ventaja que acumula en la subida, sea 17 segundos más lenta que su mejor rival si se suman los tiempos de subida y bajada.

Nico Van Muylder

Nico Van Muylder, hoy ante los medios

Y decíamos que el amigo, cuyo nombre es Nico Van Muylder, tardó más de 52 horas en aparecer. Una persona que ahora reconoce que “sí, es mi bicicleta”, ante los medios y que, evidentemente, tenía acceso a los boxes de la corredora belga en caso de que su historia sea cierta y que, misteriosamente, desapareció de la faz de la tierra durante dos días. Un hombre, una persona, a la que la familia Van den Driessche no han dudado en calificar todo este tiempo como un amigo y que, tras más de 50 horas de retiro espiritual, no ha tenido tiempo de argumentar una explicación convincente sobre qué sucedió el sábado para que su supuesta bicicleta apareciera junto al resto de las de Femke Van den Driessche. “Sí, es mi bicicleta. Lo único que puedo decir es que es mi bicicleta”. Eso es todo lo que dijo. Ni más ni menos. 14 palabras después de 52 horas de evolución del mayor escándalo al que se ha enfrentado el ciclismo desde la aparición en horario de máxima audiencia de Lance Armstrong frente a Oprah. Sólo 14 palabras vacías para, después de 52 horas, ayudar a una amiga a la que ha puesto con su acción a los pies de los caballos enfrentándose a una sanción de por vida que cada vez piden voces más influyentes como la del mismísimo Eddy Merckx. 14 palabras que, desde luego, no ayudan en nada a la hora de convencer al asombrado personal sobre la veracidad de la historia a la que se aferra la ahora mismo mayor apestada del ciclismo mundial.

Si la información ofrecida hoy por el rotativo italiano la Gazzetta dello Sport es cierta, estaríamos hablando de una inversión increíblemente elevada para una familia en esta situación de ruina. Según nuestros colegas transalpinos, el sistema encontrado en la bicicleta de la corredora, que podría aportar una potencia extra de entre 50 y 500 watios (por un peso de entre 500 y 600 gramos) tiene un precio de 20.000 euros. Incluso, hablan el el diario italiano de otro sistema que estaría escondido en el interior de la rueda trasera y que tendría un coste de 200.000 euros. Evidentemente, y atendiendo a lo que sabemos de los Van den Driessche, un coste que evidencia que ellos no serían más que los conejillos de indias de alguien o de algunos que son los que, a todas luces, deben de ser los persrguidos ahora.

Gráfico Gazzetta

Gráfico explicativo publicado hoy por La Gazzetta dello Sport

Ella y su padre siguen insistiendo que ponen a disposición de la UCI todo su material para que vuelva a ser revisado. Que no van a encontrar nada. Mientras, el público, se pregunta si realmente alguien llegaría a ser tan estúpido de no haber aprovechado la noche del suceso para hacer desaparecer cualquier prueba incriminatoria que pudiera tener en la intimidad del hogar. E, irónicamente, comienzan a hacer comentarios sobre esa declaración de intenciones previa a la carrera de Zolder: “tengo un 85% de posibilidades de ganar el mundial”. Ahí se quedó.

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