Vanmarcke: “El año pasado me costó superar la mala suerte”

Vanmarcke_Reconocimiento Roubaix_2015

Sep Vanmarcke volverá a tener en la Vuelta a Flandes y la París-Roubaix sus grandes objetivos / ©Belga

Nicolás Van Looy / l’Alfàs del Pi

Pasear por las calles de l’Alfàs del Pi, sobre todo en invierno, produce una sensación extraña. Se trata de una población de algo más de 20.000 habitantes. El mar Mediterráneo baña su playa de cantos rodados. Esa usencia de arena ha ayudado, no cabe duda, a que siga manteniendo el encanto mediterráneo original que hace tanto tiempo sus localidades vecinas perdieron para siempre abrazando el negocio del turismo de masas. De esos 20.000 habitantes que decíamos, algo más del 53% no nacieron en España. Llegaron aquí hace años, cuando atraídos por el enorme poder adquisitivo de sus pensiones, pasar (sobre todo) los inviernos del otoño de sus vidas lejos del cielo gris, la lluvia eterna y el frío gélido de sus países era algo así como El Dorado hecho realidad. La mayoría de ellos son noruegos, alemanes, ingleses y, como no, holandeses. Por ello, este pueblecito de la costa de la Comunitat Valenciana produce, como decíamos, imágenes bizarras cuando se pasea por sus calles. Centenares de personas que van y vienen en bicicleta –eléctrica– como si esto fuese Amsterdam. Cafeterías que se llenan a media tarde y donde huele a té y pastas británicas. Incluso, y no es una exageración, calles que el día 17 de mayo (Día de la Constitución Noruega) se llenan de banderas y motivos de aquel país nórdico, cuyo Primer Ministro llegó a celebrar tan importante efeméride en l’Alfàs del Pi –cita a la que acudió el entonces Presidente del Gobierno de España– en el año 2009.

Los holandeses, tan numerosos en esta localidad, revolotean alrededor de uno de sus mejores hoteles desde hace varios días. En la calle, como un imán, son atraídos por camiones blancos y amarillos con el logo de la lotería. Y no, no han sufrido un súbito ataque de ludopatía. Son los vehículos del LottoNL-Jumbo, su único equipo en el World Tour. Los mecánicos se afanan en limpiar y mimar las bicicletas con las que sus ciclistas preparan una temporada que está a punto de echar a andar.

Todo esto se produce un día cualquiera de finales del mes de enero. Las clásicas, que ahora entran en su fase más importante, estaban lejos. Sep Vanmarcke, el jefe de filas del conjunto holandés, se mostraba confiado en que, esta vez sí, su preparación iba a reportarle los triunfos que tanto se le han resistido. Hasta ahora no le hemos visto con los mejores, aunque en la Milán-San Remo asomó algo la cabeza para acabar 24º. Ya lo avisó: este año quiere llegar en plena forma a los días que mañana viernes empiezan con el E3 Harelbeke. Es decir, este año ha retrasado su pico de forma. El examen para él empieza ahora.

-Imagino que, aunque todavía están lejos, sus objetivos no cambiarán y volverá a centrarse en las grandes clásicas de la primavera.

-Sí, por supuesto. Ese va a ser mi primer gran momento de forma. No sólo será el primero, sino que también será el más importante de todo el año.

-En 2014 se dio la paradoja de que casi todo el mundo coincidió en señalarle como el corredor más fuerte de la primavera, pero no ganó ninguna carrera. En 2015, sin embargo, parece que no pudo alcanzar ese mismo nivel pese a lo mucho que se esperaba de usted. ¿Le pudo la presión?

-No lo sé. Efectivamente, hubo un pequeño bajón en mi rendimiento y, efectivamente, puede ser que haya sido debido a que soportara demasiada presión en relación a las expectativas que se habían generado. O, incluso, que yo mismo me hubiera presionado demasiado. Había trabajado mucho y muy duro para llegar en las mejores condiciones posibles a la primavera. Puede ser que trabajara demasiado y quisiera demasiado. En cualquier caso, volvió a tener muy mala suerte. Mala suerte en términos de material. Averías en el peor momento posible.

-Habla de mala suerte y de averías que se repetían una y otra vez. Las dos citas más importantes para un corredor como usted, Flandes y Roubaix, son las dos últimas del calendario adoquinado. ¿Llegó lastrado mentalmente a esas carreras por esa acumulación de mala suerte?

-¡Por supuesto! Mentalmente no es algo fácil de lidiar con una situación así. En el Omloop Het Nieuwsblad pinché dos veces en momentos cruciales y entonces piensas, ‘bueno, ya he completado mi cuota de averías para la primavera’. Es verdad que molesta que sucedan estas cosas tan pronto, pero siempre que tengas nuevas oportunidades delante de ti, debes de centrarte en ellas. En cualquier caso, creo que lo que más me costó asimilar a nivel mental fue todo lo sucedido una vez que terminó la primavera. Me costó procesar toda esa mala suerte y, lo reconozco, también el haber recibido tantas críticas negativas después de lo que se dijo de mí un año antes. Yo lo hice lo mejor que pude y tantas reacciones negativas me molestaron.

-En términos de esa presión externa de la que hablaba, ¿cree que para usted es una ventaja correr en un equipo holandés? Se lo pregunto de otra manera, ¿siendo un corredor belga, piensa que estaría bajo más presión si corriera para Etixx-Quick Step o Lotto-Soudal?

-No. En absoluto. Soy muy consciente de que soy uno de esos corredores sobre el que todo el mundo tiene la mirada puesta en lo que seré capaz de hacer durante la primavera. Por eso, creo que no influye el hecho de correr para un equipo no belga. Sí es cierto, sin embargo, que esa presión es menor hacia el equipo. Me explico. Creo que si yo fuese el jefe de filas de un equipo belga, ese equipo tendría mucha más presión de la que tiene el LottoNL. Esto no quiere decir, por supuesto, que este equipo no tenga enormes expectativas, pero es cierto que en Bélgica las grandes clásicas se viven de forma especial y tanto la prensa como los aficionados miran de manera especial a sus equipos. Sobre todo, si tienen un jefe de filas belga con opciones reales de ganar. Entonces las expectativas se disparan. Pero, en realidad, en Holanda tampoco es muy distinto. Puede haber una pequeña diferencia, pero no creo que sea muy grande.

-Si tuviera que elegir entre la temporada 2012, cuando ganó Het Nieuwsblad o la de 2014, cuando no ganó carreras, pero sí fue reconocido como el mejor de la primavera, ¿con qué se queda?

-¡Es una pregunta muy complicada de responder! Es evidente, y ya sabías que te iba a decir esto [se ríe a carcajadas e imposta la voz para hacer ver que es la respuesta automática y de guión], que todo el mundo quiere ganar. En serio… ese triunfo va a ser siempre un recuerdo súper bonito. Pero en 2014 estuve a un nivel muy grande en todas las clásicas. Estuve con los mejores en todas. Incluidas las más grandes. Estuve o competí por estar en el podio de todas ellas. ¡Uf, es difícil elegir! Es muy bonito ganar, pero también lo es comprobar que puedes llegar a un nivel como el que tuve en 2014. Para mí, ahora mismo, el objetivo es llegar a alcanzar de nuevo ese nivel.

-En ese sentido, ¿cómo son sus sensaciones respecto de su trabajo invernal?

-Me lo he tomado con calma. Creo que estoy, en comparación con los dos últimos años, al mismo nivel o, quizás, un poco menos. Al menos, eso espero. Hemos decidido afrontar las cosas de una manera más relajada con la intención de empezar la temporada de clásicas un poco más fresco y poder estar en plena forma un poco más tarde. No desde el principio.

-Es el último año de Fabian Cancellara y, quizás, también el de Tom Boonen. ¿Piensa que gente como usted mismo, Van Avermaet, Sagan… ya les han superado en todo o serán ellos los que les pongan en aprietos a ustedes?

-Que no te quepa la menor duda de que tanto Fabian como Tom van a ser unos de los grandes favoritos en cada una de las carreras en las que participen. Dicho esto, es cierto que entre tanto han aparecido un montón de muy buenos corredores. Degenkolb, Kristoff… ya saben lo que es ganar Monumentos. Otros muchos están muy cerca de conseguirlo. No creo que vayamos a ver grandes cambios en ese sentido respecto a lo que ha pasado los dos últimos años.

-Después de ese periodo de clásicas de primavera el año nos deja dos grandes citas más para los clasicómanos: los Juegos Olímpicos y el Mundial, pero los primeros parecen pensados para los escaladores y los segundos para sprinters. ¿Cuál es su plan?

-Me encantaría poder ir a los Juegos Olímpicos, pero creo que el seleccionador tiene pensado un equipo de escaladores. Sólo puede llevar a cinco corredores y soy consciente de que no tiene mucho sentido llevar a un corredor como yo. Mi predicción, por lo tanto, es que no seré seleccionado.

-¿Tampoco se plantea una posible convocatoria pensando en la prueba de contrarreloj?

-Bueno, eso podría ser. Dependerá de cómo nos planteemos la prueba de ruta, porque Bélgica no tiene, ahora mismo, un gran especialista que tenga opciones reales en la contrarreloj. Yo creo que la selección se hará pensando exclusivamente en la prueba de fondo.

-Si pudiera elegir: ¿Flandes o Roubaix?

-Quiero ganar las dos algún día. No quiero elegir porque son las dos carreras más bonitas que hay. Quizás la París-Roubaix dé más reconocimiento internacional, pero para un belga la Vuelta a Flandes está al mismo nivel.

-¿Piensa que en otros países se puede entender lo que significa la Vuelta a Flandes en Bélgica?

-No, en absoluto.

-Por favor, intente explicarlo

-¡Oh, eso es muy complicado! Quizás, lo mejor que podría hacer la gente es subirse a un avión y venir una vez a ver la carrera viéndola pasar desde la cuneta del Oude Kwaremont. Ahí es donde realmente sentirían el ambiente. Sentirían esos adoquines. Verían cómo se anima a todos los corredores. Cómo esa subida exige, sencillamente, el máximo de un corredor. ¡Cualquier corredor sueña con, sencillamente, acabar carreras como Flandes o Roubaix! Eso ya dice mucho. Es imposible de explicar. Hay que vivirlo. Es heróico.

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