Sergio Garrote, en handbike camino del arco iris

Garrote, en acción © RFEC

Román Mendoza / Ciclo21

Por tercer año consecutivo, Sergio Garrote ha sido el gran triunfador de los Campeonatos de España de ciclismo adaptado, que se celebraron el pasado fin de semana en Villadiego (Burgos), con un balance de tres medallas de oro: los relevos, con la selección catalana, la contrarreloj y la prueba en línea.

Una buena ‘excusa’ para conocer un poco más al mejor handbiker español de la actualidad, a un ciclista que ya consiguió dos medallas de bronce en el pasado Campeonato del Mundo en Piertermarizburg (Sudáfrica) y que sueña con el arco iris, en alguno de los tres que aún debe disputar antes de esa gran cita de los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020.



¿Qué balance hace de los Campeonatos de España?

Es la prueba del año en la que más disfruto. Si tienes a los rivales controlados, te sirve para poderte exprimir, para probar tu potencial. Desde el punto de vista deportivo, hice el quinto tiempo mejor de todos los handbikes, de lo que me siento muy orgulloso, ya que ratifica todo el trabajo invisible que hay detrás. Pero además fue un Campeonato espectacular.

¿En qué sentido?

Posiblemente haya sido la mejor carrera que haya corrido nunca. Por organización, por recorrido, por entrega de la gente, dando un ejemplo que en otros sitios más importantes no hemos tenido. Los dos circuitos, espectaculares. El de línea con subidas, con zonas técnicas, con paisajes espectaculares, Y el de crono muy exigente, con casi ocho kilómetros de toboganes, lo que se te podían atragantar, si no te sabías dosificar.

¿Tienen que ser diferentes los recorridos para handbikes que para otros tipos de ciclismo?

Yo te diría que no, porque también somos ciclistas. Es cierto que no tenemos la potencia en los brazos que se puede tener en las piernas cuando pedaleas, y que la velocidad no será la misma. Pero ahí está el sacrificio, el tener que aguantar lo que te echen. Esa es la filosofía y si no lo entiendes, mejor dedicarte a otra cosa. Y como para cualquier otro corredor, sobre todo que sea variado, con toboganes, subidas, rectas…

Pero hay algo que no gusta a los handbikers, el mal asfalto…

Es lo que peor llevamos. Nosotros no podemos evitar los baches como quien va en bicicleta, que levanta el culo y salta. Nuestra espalda reposa encima del chasis de la bicicleta y todo nos lo tragamos. Cuando hay mal asfalto, la cabeza te empieza a temblar y hay veces que la sensación es que no ves nada. Y terminas con un dolor de cabeza tremendo. Además, la maniobrabilidad no es la misma, ya que son tres ruedas y hay veces que es más complicado de controlar. También el calor se nota mucho más, ya que no es sólo el del ambiente, sino que al tener cerca el asfalto se nota más. Es como si te estuvieran friendo.

Una progresión en dos fases

Un accidente de trabajo en 2001 le originaba una grave lesión medular, con una tetraplejia que, aparte de las piernas, le afecta también a la sensibilidad de los brazos. Ello le supone una calificación de H2 -en handbikes hay cinco categorías y según la lesión medular nos encontramos desde ciclistas con mayor discapacidad, H1, hasta los menos afectados, H5 y con un rendimiento muy diferente que muchas veces no es apreciado por los menos expertos-.

¿Practicaba ciclismo antes del accidente?

Salía con los amigos y alguna vez iba al trabajo con ella. Tenía una bici de montaña y otra de carretera, pero las vendí. Doce o trece años después de la lesión, descubrí una especie de bicicletas que se adaptaban a la silla de ruedas, pedaleando con los brazos. Fui poco a poco cogiendo más información hasta que me enteré de que existían las handbikes. Compré una de segunda o tercera mano como pude, porque son muy caras, y me volví a montar. Al principio no tenía fuerza, pero la sensación de libertad fue increíble. Y eso fue lo que me animó.

Y aunque la progresión de Garrote ha sido impresionante en estas últimas campañas, los primeros años no fueron fáciles ¿no?

No estaba acostumbrado y tuve varias lesiones por no tener una buena posición. Lo dejaba y volvía hasta que por fin me enganché del todo. En 2014 o 2015 competí por primera vez y quedé último. Pero unos meses después ganaba una prueba de la Copa de España en Barcelona.

Una de las claves que siempre ha sido ha sido poder entrenar con el Club Ciclista Sant Boi. ¿Cómo fue este ‘fichaje`?

Desde un principio se volcaron conmigo e hicieron una apuesta por el ciclismo adaptado, aunque no tenían experiencia en este tipo de ciclismo. Jesús Ruiz, que es mi preparador, comenzó a aplicar sus métodos conmigo, y entre lo poco que yo sabía, todo empezó a ir muy bien. En una prueba de la Copa de Europa en 2016 fui ya segundo y el seleccionador, Félix García Casas, comenzó a contar conmigo. Y desde entonces, éxito tras éxito, pero sobre todo muy orgulloso porque veo que sigo progresando. Claro que detrás hay un trabajo muy duro.

¿Cómo es el día a día de Sergio Garrote?

Pues como el de otro ciclista normal, porque en este sentido soy como cualquier profesional. Cuido mucho las comidas, con un nutricionista que me lleva y entreno por las mañanas, dos horas y media o tres horas. Hay días que toca fondo y otros se hace un trabajo más de potencia, de mejorar las arrancadas, los sprints. En la época en que se acercan las competiciones importantes, suelo doblar los entrenamientos y salgo por la tarde. Si no me dedico a la mecánica, a cuidar el material.

¿Cuántas handbikes tiene?

Ahora mismo dos, idénticas. Una la uso para los entrenamientos y la otra es la de competición, aunque según se acerca la competición, también entreno con ella para adaptarme.

Unas máquinas que no sólo son caras, sino que le causan muchos desvelos…

Es un padecer cuando salen de tus manos. No es una bici normal, que puedes encontrar repuesto en cualquier tienda. Es un material que se puede romper si lo manipulas mal y que no se puede reparar. Una rotura pueden ser muchos meses hasta que la tengas arreglada. Y ya ni te digo cuando te tienes que construir una a medida.

Aparte de la carretera, ¿hace trabajo en gimnasio?

En pretemporada sí, como cualquier otro corredor. Pero no sólo hay que trabajar los músculos que uso, sino otros grupos musculares que no son funcionales, para que no se vean atrofiados, y que no se produzcan lesiones. Piensa que un año puedo llegar a hacer 20.000 kilómetros.

“La ley del más grande y soy el más pequeño”

Hace unos meses, con motivo del trágico atropello que le costaba la vida a José Ángel Aceitón, Garrote aparecía en ‘La Sexta’ declarando que “la carretera es una jungla, es la ley del más grande y yo soy el más pequeño”.

¿Pasa miedo cuando sale a entrenar?

Pánico, aunque procuro no pensar en ello, en que vas a tener un accidente, porque las consecuencias pueden ser fatales, por la altura a la que vamos, ya que el otro vehículo nos pasa por encima. Y un ciclista puede salir de la bicicleta, pero nosotros no. Lo importante es extremar las precauciones, estar con mil ojos, con el retrovisior, con los oídos bien abiertos ante cualquier ruido extraño. Porque soy ciclista de carretera y esta es mi oficina. No hace mucho, tenía que hacer un entrenamiento subiendo a un puerto, con otro compañero. Era un sábado por la mañana y ese día y a esas horas no suele haber nadie. Pues pasó un coche rozándonos y creo que incluso lo hizo aposta. Mi primera idea fue regresar a casa, donde estaban mi mujer y mi hija. Pero luego me dije que una cosa así no me iba a vencer. La carretera es un espacio que compartimos, y la gente se tiene que enterar. En nuestro caso somos deportistas que luego representamos a España y te ven en televisión e incluso se sienten orgullosos, sin pensar lo mal que han podido hacértelo pasar cuando van al volante

Por cierto, el handbiker catalán tiene una curiosa teoría al respecto de su convivencia con los automovilistas:

Vivo en el área metropolitana de Barcelona y quieras que no, la mayor parte de las carreteras están atestadas, aunque siempre procuras buscar rutas más despejadas. Esa tensión, esa adrenalina de tener que compartir vía con un coche que puede ir a cien por hora te da un plus para cuando luego en competición la carretera es sólo para ti.

De todas formas, no sólo hay hostilidad, ¿verdad?

Por supuesto. Muchas veces salgo con la ropa de la selección y la gente te reconoce. Hay gente que te pita, que te da ánimos e incluso bajan la ventanilla y te dicen ‘Vamos Sergio’. Y ya tienen motivación para todo el día.

Pese a los éxitos internacionales, sigue siendo un caso aislado en España. ¿Por qué no hay más handbikers con un mayor nivel?

Si el ciclismo es sacrificado, hacerlo en nuestras circunstancias lo es más. En muchos aspectos no dependes sólo de ti, necesitas alguien que te ayude, aunque sea para una cosa tan simple en principio como subirte y bajarte de la handbike. Además, es caro, no sólo por el material, sino por lo que tienes que invertir en entrenar, en prepararte. En mi caso lo que me motivó fue la satisfacción personal de estar ahí, de ir progresando. Ni siquiera sabía que por los resultados del Mundial tuviera una beca. Mi ilusión era competir en un Campeonato del Mundo de ciclismo, y hacerlo lo mejor posible. Eso sí, cuando lo tienes sabes que es una ayuda para mejorar tu material, tu preparación.

Pese a ello, tu ejemplo comienza a calar…

Aquí no hay tanto, quizá porque la gente puede pensar que si te preguntan algo es como si estuvieran metiéndose en tu vida. Pero si hay mucha gente de fuera que me preguntas muchas cosas y procuro ayudarles. Y además me hace mucha ilusión. Gente de México, de Argentina, de Colombia, de Perú…

Dos rivales cada vez más presionados

No en vano estamos hablando de un doble medallista en los últimos Mundiales, por detrás del italiano Luca Mazzone y del norteamericano William Groulx, aunque este año la distancia parece haberse recortado. ¿Cómo fue esa primera manga de la Copa del Mundo en Ostende?

Me volví a casa con una sensación increíble, ya que conseguí la medalla de plata. Por primera vez en una carrera dejé al italiano detrás, a tres minutos, aunque el americano me sacó un minuto. Pensaba que con el ritmo que había puesto iba a reventar, pero aguantó. Además, en la contrarreloj fui bronce, pero los tres terminamos en el mismo minuto. Hoy por hoy somos los tres que estamos arriba, ya que el cuarto clasificado suele terminar a seis o siete minutos.

Un año en el que hay un gran objetivo en el Mundial de Maniago (Italia), en agosto, aunque precedido de una Copa del Mundo clave, en Emmen (Países Bajos), un mes antes. ¿Cómo las afronta?

Espero llegar a Emmen muy bien preparado, porque psicológicamente es un test muy importante, ya que voy a luchar por ganarles. De ser el tercero en discordia que era hace no mucho a estar al mismo nivel, sería algo que a mí me reforzaría bastante y que para ellos supondría más presión de cara al Mundial. Es un circuito que conozco, aunque han cambiado la parte que peor me iba, una zona de pavés de la que tenía muy mal recuerdo, ya que me caí el año pasado en la crono, pero aun así me quedé a sólo 30 segundos de ellos, mi mejor resultado.

Este será el primero de los tres Mundiales del actual ciclo olímpico -al final también habrá Campeonato del Mundo de carretera en 2020- antes de unos Juegos Paralímpicos que, como el Mundial, son un sueño para Garrote. ¿Piensa en ello?

Queda todavía mucho tiempo para Tokio, pero hay que ir paso a paso. Lo primero que sueño es con el arco iris, que no es fácil, pero que cada vez lo veo más factible.

En los Juegos Olímpicos tendrá la ventaja de que las clases H1 y H2 compiten juntas, con el correspondiente baremo de factorización -una compensación de los tiempos para la categoría con más hándicap buscando una igualdad que resulta imposible. Al catalán le beneficia, aunque no le gusta

Aunque cuenten con ese factor corrector, lo tienen muy complicado dado el nivel que tenemos los mejores H2 ahora mismo, que vamos muy rápido. Posiblemente si compitiésemos nosotros con los H3 nos veríamos perjudicados. Es cierto que me beneficia, pero me da pena, no me parece correcto que se reduzcan las medallas en los Juegos.

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