Simon Yates, la resurrección del vencido

Yates, sentenciando la Vuelta en La Rabassa / © P. S.

Nicolás Van Looy / Ciclo21

Cuando Simon Yates protagonizó aquella tremenda explosión, del tamaño del Big Bang, en el Colle delle Finestre, algo parecía haberse resquebrajado en el camino que el británico y sus guías del Mitchelton-Scott se habían marcado para hacer cumbre en el ciclismo este mismo año. El Giro de Italia iba a ser la primera estación de ese ascenso que, de la mano de su hermano gemelo Adam, debían llevarles a él y a su idéntico a la gran cumbre que es el Tour. Pero Simon, que sí dio muestras de tener una grande en las piernas, se ahogo en las profundidades negras e insondables de la tercera semana y el miedo, quizás ese vínculo inexplicable y misterioso que se da entre aquellos que son iguales por fuera, acabó por hacer embarrancar a Adam en la mismísima orilla del Tour.

La Vuelta a España aparecía como un nuevo e importantísimo objetivo para Simon. Como un necesario reseteo mental para Adam. La Vuelta a España la completó Simon demostrando que, en septiembre, había sido capaz de aprender la lección que le hizo fracasar en el examen de junio. La Vuelta a España ha terminado con Simon Yates sentado (y asentado) en la Santísima Trinidad del ciclismo británico a los pies al padre, Chris Froome, y junto a Geraint Thomas.

Es por todo ello que el maillot rojo que se enfundó en la tarde-noche madrileña Simon Yates, bajo la atenta mirada de la diosa Cibeles, es mucho más importante que lo que podría parecer en un primer vistazo. La Vuelta a España de 2018, su primera grande, es un premio mucho mayor para un Simon Yates que ha conseguido despejar todos los fantasmas que podían haber lastrado su desarrollo en el futuro inmediato. Perder una vuelta de tres semanas en el penúltimo día puede dejar muy tocado a cualquiera y enmendar la plana en la primera oportunidad para hacerlo supone, además de lo evidente, constatar que no sólo se tienen piernas de campeón sino que estas van acompañadas de esa fuerza mental que es necesaria para alcanzar las más grandes e importante metas.

Simon Yates, como en su momento Andy Schleck, ha marcado con este triunfo una clara línea de separación con su hermano. El británico, además, asesta un golpe durísimo a Esteban Chaves, incapaz en los últimos años, por una cosa u otra, de confirmar las grandísimas sensaciones dadas en la Vuelta de hace dos temporadas. El ganador de la Vuelta a España ha dado un claro golpe de estado dentro del Mitchelton-Scott y se coloca, a falta de conocer los recorridos y hacer las oportunas planificaciones, en la pole position por la pelea por la jefatura de filas de cara al Tour de Francia 2018.

Yates, además, ha ganado atacando. Ausente (la mejor versión de) Sky, ningún equipo ha sabido/podido controlar la carrera de manera tan abrumadora como lo suele hacer el conjunto británico. Movistar planteó su carrera. Su juego. Siempre más defensivo que ofensivo. Siempre en el limbo del tuya-mía entre sus líderes. Nunca claro, quizás tampoco para ellos mismos, sobre su apuesta. Con Nairo Quintana haciendo un papel enorme cuando ya se le asignó el rol de lugarteniente de Valverde y un quehacer muy gris mientras tuvo galones de líder; Yates demostró que la mejor defensa es siempre un buen ataque. Valverde, que en otros tiempos habría sido feliz aceptando el duelo de ataques del británico, tiene ya 38 años y pagó, quizás, no haberse podido permitir el lujo de ser el centro de los desvelos de todos sus compañeros de equipo en las primeras semanas. Yates, de alguna manera, tomó el relevo generacional de un Valverde que entiende el ciclismo como un espectáculo y cuya visión se ha visto encarnada en esta Vuelta por el británico. Es verdad que estamos en el ciclismo del siglo XXI y que las carreras se ganan, a partes casi iguales, sobre la bicicleta y en los ordenadores. Pero los datos de las simulaciones y las telemetrías son sólo eso: datos. Pistas. Luego hay que saber gestionarlos y Simon Yates supo regular cuando tuvo que hacerlo y dejarse llevar por las ganas y la pasión cuando pensó que pudo hacerlo. Seguramente Yates se haya divertido y, con ello, nos ha hecho divertirnos a todos. 2019 llegará y Sky, claro, volverá a imponer su rodillo, pero frente a su todopoderoso bloque tendrá un nuevo enemigo. Una nueva preocupación.

Comentar

Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

*