Un, dos tres… Purito

Purito en Río © RFEC

Finalmente tras un campo curvas, declaraciones y la inédita situación de verse corriendo cuando se había despedido, el ciclismo no volverá a tener nunca más a Purito Rodríguez con un dorsal en la espalda.

No quiero saber cómo fue el momento de ver que, pese a las energías que quiso dedicarle a su retorno, aquello era una tarea literalmente imposible, porque el día que dijo que lo dejaba, aquella tarde de agosto en Río, se descolgó de esa vida que marca el sacrificio de un ciclista: una vida de penurias, rutina y trabajo duro que retomar, una vez has probado la vida más allá de las dos ruedas, debe ser un muro de dos dígitos de pendiente.

Sobre Purito se ha arrojado mucha literatura estos días, estos años. Aquí no hemos sido excepción. Tras verle en el San Sebastián y Juegos Olímpicos, queremos quedarnos con tres momentos, tres flashes de su trayectoria profesional. Son tres retazos que consideramos representativos de quién fue y qué hizo este ciclista que, en un entorno muy complicado, conviviendo con dos leyendas del tamaño de Valverde y Contador, pudo hacerse un hueco, grande y cómodo en el corazón del aficionado.

La primera etapa en el Tour

Tras varios años en “chez Unzue”, Purito admitió la oferta del Katusha, para medir sus posibilidades más alá de la zona de confort del peloton español. Con los rusos tendrá algo que tardó mucho tiempo en conseguir: debutar en el Tour, carrera a la que Unzué no le llevaba porque Valverde tenía prioridad.

Y Purito fue al Tour, cargándose de las razones que había esgrimido durante años para que llevaran a la mejor carrera. Y en el Tour le salió la carrera perfecta pues se situó entre los mejores de la general y ganó una etapa en Mende que pasa, yo creo, por ser el espejo de su latente rivalidad con Alberto Contador.

Escapados ambos, el madrileño le azuza paz meter tiempo a Andy Schleck. Purito busca negociar, etapa para él, amarillo para el de Astana. Contador sacude la cabeza negándose. Se acabó el trato. Purito, más rápido sobre el papel, se reserva y gana la etapa. Un mal negocio para el rival.

Artículo completo de Joan Seguidor aquí

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