Una primavera que anuncia un cambio generacional

El cerrado sprint de Kuurne

El cerrado sprint de Kuurne

Nicolás Van Looy / Ciclo 21

Comienza ahora la segunda parte de la primavera. Los que hasta ahora han sido protagonistas en carreras dominadas por el adoquín y los muros, desaparecen de la escena para dar paso a una mezcla muy heterogénea de ‘vueltómanos’ y ‘clasicómanos’ que poco tienen que decir en pruebas como Flandes o Roubaix, pero que en las Ardenas, tan distintas a lo visto hasta el momento, buscarán su trocito del pastel de los Monumentos.

Sin rastro ya en el velódromo de Roubaix de la prueba del pasado domingo, es el momento de analizar lo que ha dado de sí esta época de carreras que se iniciara el pasado primero de marzo con el Circuito Het Nieuwsblad. Ha sido mes y medio muy intenso en el que se comienza a vislumbrar un cambio generacional en el reinado de los adoquines. No será, al menos eso parece, inmediato; pero los hombres llamados a ser los protagonistas de estas carreras en la segunda mitad de la década ya han dado el paso al frente que de ellos se esperaba.

Omega Pharma sigue siendo el gran dominador

Se les escapó la Vuelta a Flandes debido a un muy mal planteamiento táctico en una prueba que, con su nuevo final, ya no premia la estrategia sino la fuerza, pero la escuadra de Patrick Lefevere ha demostrado que sigue siendo –fiel heredera de una estructura que se remonta a los tiempos del GB y del Mapei, el gran referente en la primavera ciclista. Kuurne-Bruselas-Kuurne (1.1), Strade Bianche (1.1), A Través de Flandes (1.HC) y, sobre todo, París-Roubaix (1.WT) son un botín más que razonable si, además, tenemos en cuenta que durante 2014 ha conseguido un total de 22 victorias. Su mánager, Patrick Lefevere, además sigue pudiendo presumir de ser el auténtico dueño del Infierno del Norte. En esta ocasión con Niki Terpstra como invitado de honor, el patrón del OPQS se ha vuelto a beber su típica copa de champán por duodécima ocasión en un periodo de 20 años, una cifra realmente espectacular.

Terpstra y Boonen © tdwsport

Terpstra y Boonen © tdwsport

El equipo se ha mostrado sólido, llevando siempre el mayor peso en cuantas carreras han disputado. Como viene siendo habitual, han alineado a más de dos posibles vencedores en cada una de las carreras disputadas alcanzando de nuevo un altísimo grado de compromiso entre sus primeras espadas, que en ningún momento han evidenciado una falta de compromiso colectivo cuando sus opciones de han visto comprometidas a favor de un compañero.

Su única sombra, como ya hemos dicho, fue la Vuelta a Flandes. Ahí, por tercer año consecutivo, siguen sin entender la carrera. Mantienen su apuesta por la táctica, algo que de entrada no debería de ser un hándicap, pero su guión se basa en ‘De Ronde’ del siglo pasado. La que pasaba por el Muro como lugar decisivo. La que no tenía el Koppenberg tan cerca de meta. La que no pasaba tres veces por el Oude Kwaremont. El de este año ha sido un ridículo espantoso y es de esperar que Peeters y los suyos aprendan, por fin, la lección.

La RVV y la París-Roubaix, cada vez más distintas

A base de repetir, año tras año, que los favoritos para la Vuelta a Flandes y la París-Roubaix son el mismo tipo de corredores –algo que es una verdad más que demostrable– y que ambas pruebas son el quintaesencia de los adoquines, nos hemos dejado, quizá, llevar por la sensación de que son dos carreras muy parecidas. La realidad, sin embargo, es que se trata de dos pruebas muy diferentes si nos bajamos al nivel del detalle. En Flandes el adoquín, comparado con el francés, es muy testimonial. Muy pocos tramos tienen piedras realmente complicadas. Suelen ser caminos bien cuidados y en los que los profesionales no suelen encontrar demasiadas dificultades. La complejidad de la prueba flamenca viene dada, sin embargo, por esa concatenación de subidas y bajadas de las que Roubaix carece.

El nuevo dibujo de Flandes, que permanecerá inmutable durante los próximo años, ha favorecido que sea una carrera mucho más espectacular en la que solo el más fuerte tiene verdaderas opciones de triunfo. Un buen conjunto, sin un líder con ese punto de forma que le diferencie de la competencia, no tiene nada que hacer. En Roubaix, sin embargo, se sigue premiando la buena lectura de la carrera. La inteligencia. Terpstra, que no era, ni de lejos, el hombre más fuerte del domingo, es el claro ejemplo que un buen planteamiento de equipo puede darle el premio a un corredor ‘listo’ antes que a un corredor ‘fuerte’.

Vanmarcke, en Roubaix © Belkin

Vanmarcke, en Roubaix © Belkin

Sep Vanmarcke, el mejor de la primavera

No ha conseguido rematar la faena con ninguna victoria, pero el belga Sep Vanmarcke ha conseguido poner de acuerdo a casi todo el mundo a la hora de destacarle como el hombre más en forma durante toda la primavera. El quinto puesto del E3 Harelbeke (1.WT) ha sido su peor resultado. Sigue sin rematar la faena, pero siempre ha estado ahí y da la impresión de que a poco que el conjunto Belkin hubiese rozado el nivel de excelencia del OPQS, el palmarés de este jovencísimo corredor (25 años) ya luciría, al menos, un Monumento.

Seguramente sea Vanmarcke el corredor que, junto Peter Sagan (su actuación merece un comentario más extenso), mejor represente ese cambio generacional en ciernes que nos ha dejado la primavera 2014 en el que también incluimos, por supuesto, a John Degenkolb, un sprinter que ha sabido mantener muy bien el tipo sobre los adoquines y que, con el segundo puesto de la París-Roubaix, se posiciona como uno de los grandes nombres de cara a 2015. Muy atentos, en este mismo sentido, habrá que estar de Arnaud Démare, el francés que a sus 22 años ha subido al podio en la Gante-Wevelgem y alcanzó una muy meritoria 12ª posición en el Infierno del Norte.

Mención especial en este apartado merece también el nuevo chico de moda en Bélgica, Stieg Broeckx. Anduvo escapado durante casi toda la Vuelta a Flandes y la ausencia de los dos jefes de filas en la París-Roubaix le convirtieron, a sus 23 años y primera participación, en el jefe de filas del Lotto-Belisol en la París-Roubaix, donde fue el mejor de su escuadra acabando en 56ª posición a 7:06 del vencedor.

Belkin, el fracaso

Contar con el mejor corredor de la primavera nos es suficiente para tapar las vergüenzas de un equipo que por entidad, presupuesto y nombres propios debería de haber demostrado mucho más. Heredero de un Rabobank que siempre supo leer bien este tipo de pruebas, el conjunto holandés se mostró perdido durante toda la primavera. Además del ya mencionado Vanmarcke; Lars Boom, Moreno Hofland y Theo Bos sumaban un cartel muy interesante para brillar en este mes adoquinado, pero nunca supieron plantear la carrera de manera inteligente. En ocasiones, incluso, dio la impresión de que corrían al contraataque entre ellos mismos. Sin duda, un error que deberán de replantearse seriamente.

Sagan, en Arenberg © Belkin

Sagan, en Arenberg © Belkin

Peter Sagan con acciones a la baja

Quizá no sean las mejores pruebas para él. Quizá le falte un equipo competitivo. Quizá necesite madurar un poco más. Demasiados ‘quizás’ en el análisis del eslovaco. Su triunfo en el E3 Harelbeke (1.WT) no es suficiente. No para él, que lleva ya dos años postulándose como el gran rival de Cancellara y Boonen y que este año se ha visto ampliamente superado por otros corredores igual de jóvenes, pero con una progresión, al menos a primera vista, menos explosiva pero mucho más continuada.

Supo estar con los mejores en una París-Roubaix que se le cruzó pronto y en la que tuvo que gastar muchas energías en correr a la contra después de sufrir varias averías, pero eso no es excusa. El eslovaco, que sigue ganando carreras que le sirven para que su nombre siempre esté –por derecho propio– en la lista de grandes favoritos, no remata en los Monumentos. La sexta plaza del Infierno del Norte es su mejor carta de presentación esta temporada en este grupo de carreras.

Boonen y Cancellara, el duelo que no llega

Teníamos muchas ganas este año de vivir un duelo directo entre Tom Boonen y Fabian Cancellara. En 2013 los problemas físicos del primero nos privaron de esa pelea cuerpo a cuerpo. Este año, sin embargo, llegaban ambos a sus dos grandes citas en su mejor versión. O, al menos, eso parecía. En Flandes fue el suizo el que demostró estar un pasito por encima de todos, mientras que Boonen –quizá por falta de fuerzas, quizá por la pésima táctica de su equipo– no estuvo a la altura y no plantó cara a Espartaco en ningún momento. En Roubaix, por el contrario, fue Cancellara el que estuvo falto de chispa. La 10ª plaza del belga no hace justicia a su carrerón, que en última instancia supuso, seguramente, más de la mitad del triunfo de su compañero Terpstra.

Cancellara es, en este sentido, el clarísimo ejemplo de que una sola victoria en un monumento (este año sólo ha ganado en Flandes) justifica todos estos meses de preparación. Pese a su pobre bagaje en cantidad, la calidad de la cosecha hace que no se pueda hablar de fracaso ya que al triunfo en Oudenaarde hay que sumarle un nuevo podio en el velódromo. A Boonen, por el contrario, le salvan la cantidad de triunfos ‘menores’ y su demostración del domingo en Roubaix, pero deja, de nuevo, un poso de decepción al no haber subido al podio en Flandes y/o Roubaix.

Las caídas de Flandes, alerta roja

La Vuelta a Flandes estuvo protagonizada por las caídas. La más grave, por supuesto, aquella en la que Vansummeren impactó a 65 kms/h contra una espectadora que semana y media más tarde sigue luchando por su vida en un hospital de Kortrijk, pero no fue la única. En el plano meramente deportivo, el Lotto-Belisol fue, con diferencia, el conjunto más perjudicado ya que en apenas unos kilómetros vio como sus dos jefes de filas para las clásicas de primavera, Jürgen Roelandts y Tony Gallopin se iban al suelo. El primero tuvo que abandonar y el segundo, pese a poder terminar en la 23ª posición, no pudo recuperarse de sus molestias a tiempo y no tomó la salida en la París-Roubaix.

Esas y otras muchas caídas hicieron saltar la alerta roja y tanto corredores como directores y organizadores y, a última hora, la UCI, han mostrado su preocupación por el tema y han asegurado que trabajarán en la adopción de medidas para mejorar la seguridad de ciclistas y espectadores.

La entrada triunfal de Valverde © Movistar

La entrada triunfal de Valverde © Movistar

Ausencia total de españoles

Sólo la victoria de Valverde en la Roma Máxima (1.1) una prueba que solo sostiene comparación con sus homólogas del norte si se es excesivamente generoso queriendo ver similitud entre el sterrato y los adoquines, salva la primavera española.

La ausencia de Freire y Flecha han dejado un páramo desierto en el que no adivinamos a vislumbrar una figura que nos pueda volver a colocar en la lucha por el podio en el futuro más próximo. Corremos ahora el peligro de volver a tiempos que sería mejor olvidar. Aquellos en los que los directores de los conjuntos patrios preferían que sus corredores se bajaran de la bici tan pronto como fuera posible.

Por fortuna, entre los jóvenes generaciones no es difícil encontrar corredores que manifiestan su amor por estas pruebas. Esperemos que para poder disputarlas y disfrutarlas no tenga que emigrar como tuvieron que hacer los ya mencionados Freire y Flecha.

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