La Vuelta, todo igual para que todo cambie

La Vuelta a España volverá a ser impredecible / © ASO

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Nicolás Van Looy / Ciclo21

Es un mantra que se repite una y otra vez. Una letanía que se repite, incansable, cada mes de enero y cada mes de agosto. Primero, cuando se presenta el recorrido de la carrera. Luego, cuando la misma echa a andar. La Vuelta a España tiene su carácter propio. Su seña de identidad. Su ADN diferenciado con cualquier otra carrera del mundo. Su idiosincrasia. Y así, miles de maneras de decir lo mismo intentando no sonar repetitivos ni cansinos. Pero esa es la verdad. Hay a quien le gusta y a quien no. Hay quien ama el ciclismo que proponen Guillén y los suyos y hay quien lo detesta. Hay, en definitiva, quien defiende la Vuelta sobre todas las cosas y hay, también, quien la critica sin piedad. Y así, cada mes de enero. Y cada mes de agosto.

La que el próximo sábado comienza en Nîmes (Francia) no será una excepción. Como ya comentamos el día que la carrera se presentó en Madrid, cuando el frío y el calendario no invitaban a pensar todavía en las tórridas semanas que nos llevarán de agosto a septiembre, la Vuelta a España de 2017 se ha diseñado con el objetivo de mantener la incógnita del vencedor hasta el final, con la inclusión de l’Angliru el penúltimo día sin que eso suponga merma alguna en cuanto al espectáculo diario.

La Vuelta, y eso habrá a quién le guste y a quién no, ha decidido prescindir –lo hizo hace mucho tiempo– de etapas eternas con previsible final al sprint para apostar por un formato en el que, si los corredores quieren, siempre habrá algo que ver. Quizás, es verdad, los hombres de la general no tengan mucho espacio para intentar sentenciar, pero el espectáculo televisivo está casi garantizado a diario. Hay, claro, quien opina que una vuelta de tres semanas debe de castigar las piernas más allá de muros infernales en los finales. Que esas eternas jornadas llanas con final al sprint también sirven para castigar al pelotón antes de enchufarle una ración infernal de montaña. Pero la memoria colectiva, que es lo que es, olvida fácilmente que cuando la ronda española apostó por la ortodoxia se convirtió en el lugar preferido para que los mundialistas entrenaran con dorsal antes de bajarse, en bloque, el segundo día de descanso.

Dicen que el ciclismo es como la vida y la vida, principalmente, no es nada más que la concatenación de decisiones y la Vuelta a España hace mucho que decidió qué es lo que quiere ofrecer al Planeta Ciclismo. Este año, en resumen, el recorrido de la carrera no será en absoluto distinto a lo que llevamos ya mucho tiempo viendo.

Contador, el adiós de una época

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Contador se pondrá un dorsal por última vez / © Trek

Pero si el recorrido o, al menos, la propuesta de recorrido lleva tiempo siendo inmutable, lo que cambia cada edición es la composición del listado de grandes favoritos al triunfo final. Hay, como ocurre en cada generación, fijos que cada mes de agosto viajan a España soñando con vestirse de rojo en Cibeles, pero la Vuelta a España, por muchas razones que no vienen ahora al caso, suele ser una carrera impredecible en la que es muy común que se desvelen por vez primera las condiciones de hombres que en el futuro cercano marcarán la pauta en esto de las grandes vueltas.

Este año, sin embargo, la Vuelta a España tendrá aire de despedida. Alberto Contador (Trek-Segafredo), que fracasó en su último intento por conquistar el Tour de Francia, anunció hace pocos días que la ronda española sería su última carrera antes de colgar la bicicleta. No parece que esta vaya a ser una retirada interrutus como lo fue aquella de hace un par de años y eso, seguramente, convierta al de Pinto en un rival muy a tener en cuenta.

La mejor época del madrileño pasó hace ya años, pero sus piernas siguen atesorando una calidad enorme que le hacen merecedor de ser incluido en la lista de aspirantes, que no grandes favoritos, al triunfo final. Contador se dará un baño de multitudes a lo largo y ancho de la geografía española. No será –porque aquí somos como somos y porque el ciclismo aquí es lo que es– una locura colectiva como lo fue el último invierno de Sven Nys o la última primavera de Tom Boonen. Seguramente, y aquí está lo triste, haya quien esté esperando, con el cuchillo entre los dientes, un mal día del pinteño, que es algo que entra como algo muy posible dentro de la ecuación cuando se habla de un corredor a punto de cumplir los 35 años, para sacar a pasear toda la bilis acumulada.

Froome, el hombre con cuentas pendientes

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Froome lo volverá a intentar en España / © Sky

Chris Froome volverá, por sexta vez, a la carrera en la que, como hablábamos antes, se destapó por primera vez como un aspirante a todo en las grandes vueltas. Tras ganar cuatro veces el Tour de Francia, el británico sabe que su figura no ha conseguido todavía la misma credibilidad que otros corredores que, con menos triunfos en París, están considerados como más grandes ciclistas que él.

Para ascender en ese escalafón histórico, Froome sabe que tiene que alcanzar otro triunfo de gran calado y la Vuelta, por su ubicación en el calendario y el tipo de recorrido, es la que mejor se puede adaptar al de Nairobi.

Él mismo reconocía esta semana que tiene “cuentas pendientes” con una carrera a la que, ante la ausencia de los dos grandes líderes de Movistar, sin duda su peor dolor de cabeza en la ronda española, se ha traído a la que el propio Froome considera el mejor Sky que haya venido nunca a la Vuelta.

En su contra, claro está, puede jugar el cansancio acumulado tras la disputa del Tour, aunque eso, el menos en el pasado, no ha sido un grave contratiempo para un hombre que ya se ha subido tres veces al segundo escalón del podio de Madrid y que ya avisó hace algunos meses que este año había enfocado de forma distinta toda la temporada para llegar “más fresco” a agosto.

Chaves, a enmendar la temporada

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Esteban Chaves quiere volver a sonreir / ©Tim De Waele

Otro hombre que ya sabe lo que es subirse al podio de Cibeles es Johan Esteban Chaves, que acabó tercero el pasado año por detrás del ausente Quintana y del ya mencionado Froome. Tras confirmarse en la Vuelta, el final de temporada del colombiano fue realmente espectacular al darle, en Il Lombardia, el primer Monumento al ciclismo de su país.

El año 2017 del jefe de filas del Orica-Scott ha sido, sin embargo, una enseñanza continua de cómo el ciclismo puede ensalzar a un corredor a lo más alto para, acto seguido, no dejarle levantar cabeza. Acabó segundo la carrera de casa de su equipo, el Tour Down Under, pero su paso por el Tour, el de su debut, fue absolutamente anónimo y ahora, con los hermanos Yates también en el nueve del Orica-Scott, deberá demostrar que ha sido capaz de sobreponerse a los problemas físicos y mentales que le han lastrado en lo que llevamos de año.

Nibali, con la Vuelta empezó todo

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Nibali busca su segunda Vuelta / © Bahrain-Merida

Es el último corredor que ha conseguido la triple corona de las grandes vueltas. Tras su expulsión en 2015, regresa a la Vuelta a España con el objetivo, después de haber dejado de lado un Tour de Francia en el que entiende que no tenía nada que conseguir, de reverdecer viejos laureles y es que, no en vano, fue en la Vuelta a España de 2010 donde comenzó su historia de amor con los maillots de líder de las grandes vueltas.

Al Giro, donde acabó tercero, viajó sin haber destacado demasiado en las pruebas que le sirvieron de preparación (a excepción hecha de la Vuelta a Croacia, donde se impuso en la general). Ahora, tres meses después de la corsa rosa, el transalpino intentará repetir esa misma historia.

Frente a él, formará su discípulo y heredero, Fabio Aru. Vistió el amarillo de líder en el Tour de Francia, pero la tercera semana se le hizo tremendamente larga y dura y acabó teniendo que claudicar y se vio, finalmente, relegado a la quinta plaza final, muy lejos del podio que cerró Romain Bardet.

Bardet, a airearse en España

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Bardet, debutará en la Vuelta / © ASO

Rigoberto Urán, segundo en los Campos Elíseos, será el único componente de aquel podio que no estará el sábado en Nîmes. Romain Bardet, sin embargo, aceptó el reto y, por primera vez en su carrera deportiva, correrá una gran ronda que no sea el Tour de Francia.

El corredor francés, sin embargo, ya ha dejado claro que no llega a la Vuelta con la intención de disputar la general sino, más bien, con la intención de despejar la mente después de una temporada y, sobre todo, un Tour en el que ha visto cómo la presión también puede jugar un papel fundamental en el desarrollo de una carrera.

Junto a Bardet, Warren Barguil, protagonista de uno de los traspasos más sorprendentes del mercado de fichajes, será el gran representante del ciclismo francés en la Vuelta a España. Fue el mejor escalador del pasado Tour de Francia y, si ha sido capaz de reponerse de tremendo esfuerzo, volverá a tener una gran oportunidad de demostrar que puede ser algo más que un excepcional escalador.

Ellos, igual que Ilnur Zakarin, el ruso de Katusha-Alpecin, encabezan la larguísima lista de outsiders en la que también aparecen nombres como Samuel Sánchez, Tejay van Garderen, Rafal Majka, Miguel Ángel López u Omar Fraile entre, como ya hemos dicho, aquellos que acabarán siendo las grandes sorpresas de la carrera.

Movistar, a pie cambiado

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Fernández será el jefe de filas / © Movistar

Y, por supuesto, no nos podemos olvidar del único equipo World Tour del pelotón español. Un equipo que tiene por costumbre tomarse con muchísima calma la transición de sus jóvenes diamantes de grandes promesas a jefes de filas. Esa forma de escribir la historia vital de sus corredores, tan del gusto de Eusebio Unzue, se ha visto muy alterada este año por la previsible ausencia de Quintana tras la disputa del Giro y el Tour y, sobre todo, por la gravísima lesión de un Alejandro Valverde que estaba llamado a liderar al equipo en la Vuelta.

Por ello, al menos para los gustos de Movistar, Rubén Fernández ha sido investido, in media res, como el gran capitán del que, durante muchos años, ha sido el mejor equipo del mundo según la clasificación de la UCI.

Si el murciano estará a la altura del reto será algo que iremos descubriendo durante las próximas tres semanas, igual que las capacidades de un debutante Marc Soler sobre el que se depositan no pocas miradas.

No será una carrera fácil para un equipo acostumbrado a correr para un líder solvente y con mando en plaza. Fernández, por ahora, aporta mucha ilusión y no pocas esperanzas, pero sin mucho en el zurrón que pueda realmente avalarle a día de hoy.

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