Vuelta España: Una tortura de principio a fin

Valverde y Quintana conversan antes del arranque de la Vuelta / © Photo Gomez Sport

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Nicolás Van Looy / Ciclo21 – Torrevieja (Alicante)

Jumbo-Visma, Movistar y Astana son, conjugados en el orden que se quiera, los bloques por todos señalados como los más potentes de la 74ª edición de la Vuelta a España, una carrera que mañana, precisamente poniendo en juego el potencial grupal en una corta contrarreloj por equipos de apenas 13 kilómetros, echará a rodar desde las Salinas de Torrevieja y que, como ya es tradición, y así lo han señalado buena parte de los que serán sus protagonistas, irá sumando dureza y puntos clave casi a diario de principio a fin. Casi una tortura.

Caído, literal y metafóricamente el ganador del Giro de Italia, Richard Carapaz, seguramente el gran favorito al triunfo final junto a Primož Roglič, la carrera se ha quedado huérfana del que iba a ser uno de sus grandes animadores. Al evidente interés deportivo por ver de nuevo en acción al ecuatoriano en la que debía ser su quinta presencia en una grande y tercera en una Vuelta que nunca se la ha dado tan bien como el Giro –36º y 18º en la general frente al 4º y 1º obtenido en Italia– se unía el no menos morboso interés por ver si, con él de nuevo entre sus líderes, Movistar volvía a dar la preciosa y divertida imagen de la ronda transalpina.

Pero elucubrar sobre ello ya es sólo ciclismo ficción y ahora es el turno, además del ya mencionado Roglič, de los Alejandro Valverde, Steven Kruijswijk, Nairo Quintana, Esteban Chaves, Miguel Ángel Superman López, Jakob Fuglsang, Rigo Urán, Fabio Aru… de, cada uno por sus razones y con sus metas, demostrar que lo que se espera de ellos es real y no sólo una quimera puesta sobre un papel que todo lo aguanta.

Roglič, uno de los grandes favoritos / © Photo Gomez Sport

Como siempre, insistimos en esto porque es lo fundamental para entender lo que se nos viene encima en las próximas tres semanas, la Vuelta a España será una carrera sin opción al descanso ni al más mínimo error. Siempre se repite, como un mantra, que la gran diferencia entre una prueba por etapas y una gran clásica es que, en las primeras, siempre que no se trate de un descalabro monumental, un mal día puede ser superado y enmendado. Que una flojera de piernas, un problema estomacal, una tos inoportuna o una avería en un mal momento pueden, si no derivan en minutada, ser arreglados en los días posteriores. Eso, sin embargo, no sucede en una Vuelta a España que apenas presenta un par de días de transición y en la que prácticamente cada jornada puede ser, usando el símil, una gran final.

Eso es algo que quedará patente ya desde el primer día en línea. Superada la crono grupal en la que no deberían de producirse grandes diferencias, la carrera se adentra en una provincia, la de Alicante, que en los últimos años ha tomado especial relevancia en la carrera y que, en un final realmente espectacular tanto por su espectáculo deportivo como por la respuesta de la afición, decidió, con aquel díptico que supusieron la CRI de Calpe y la etapa de montaña de Aitana, el triunfo de Nairo Quintana sobre Chris Froome en 2016.

Ya en esos primeros días alicantinos la carrera afrontará jornadas pestosas, con el paso por el Puig de Llorençà, sin llegar a Cumbres del Sol, el segundo día y una incómoda etapa entre Ibi y Alicante que, aunque llamada para acabar al sprint, no deja de presentar dos terceras que castigarán a aquellos que lleguen a la ronda algo cortos de forma.

La primera semana, algo típico de la ronda española, comenzará a perfilar una general que, si los organizadores han vuelto a dar en la diana con su propuesta, no se decidirá hasta el penúltimo día, pero las llegadas a Javalambre (5ª etapa), Ares del Maestrat (6ª etapa), Mas de la Costa (7ª etapa) y, por supuesto, la siempre temida jornada de sprint de montaña de Andorra (9ª etapa) nos dejarán claro, al menos, quién no ganará la ronda española. Y todo eso, no lo olvidemos, antes de la primera jornada de descanso.

Chaves, una gran incógnita / © Photo Gomez Sport

Tras la parada y fonda en Pau (Francia), la única contrarreloj individual de la carrera, otra apuesta que se ha asentado en el diseño de la Vuelta a España, servirá para arrancar un segundo tercio de carrera en la que una nueva visita a Urdax, tras la vergonzante imagen dada allí hace tres años y el paso por Bilbao servirán como aperitivo a una semana llena de trampas y jornadas clave.

Los Machucos, como hace años sucediera con el Angliru, llegó hace dos años como la última barbaridad montañosa encontrada por Unipublic. Porcentajes descomunales y un firme terrible garantizan imágenes épicas, casi de otro tiempo, pero su condición de subida corta, casi un muro, permiten que las diferencias arriba no sean muy grandes.

Desde allí, y recordamos que seguimos solo en la segunda semana, pondremos rumbo a Asturias para encandenar el Puerto del Acebo y el Alto de La Cubilla antes de la segunda jornada de descanso que nos llevará a afrontar una recta final en la que la sierra madrileña será, como en el recordado final de 2015, un contrapunto más clásico al nuevo ciclismo que tan de moda ha puesto la ronda española en los últimos años, con el todopoderoso Tour copiando en parte la fórmula.

“La clave será la calma. La calmita”, decía, expresivo, Miguel Ángel Superman López en la presentación de equipos de ayer en Moraira. Será, sí, parte fundamental de todo el asunto. Pero no sólo eso. En una edición extraordinariamente abierta, los favoritos deberán cuidarse de muchísimos flancos. Algunos, incluso, de fuego amigo. La ausencia de un patrón claro, ausentes los dos últimos ganadores de la prueba (sólo Alejandro Valverde, ganador en 2009; Favio Aru, en 2015 y Nairo Quintana, en 2016 saben, entre los 176 corredores que toman la salida, lo que es ganar la carrera) y con los tres principales bloques presentando más de un líder posible en el arranque de Torrevieja, el desenlace del asunto es, cuanto menos, muy poco previsible. Sí, es cierto que los Roglič, Kruijswijk o Superman parten con cierto grado mayor de favoritismo. También, que los Valverde y Quintana nunca pueden ser descartados si deciden dar, individual y grupalmente, su mejor versión. Y no es menos cierto que hay elementos libres como Fabio Aru, Rigoberto Urán, Ion Izagirre y un Esteban Chaves al que le brillan los ojos con ilusión especial y del que se rumorea que llega con una forma realmente fantástica, que serán, si no actores principales, sí condicionantes clave para la resolución de esta aventura que mañana arranca y cuyo desenlace conoceremos dentro de tres semanas.

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