17ª Vuelta a España: Mollema revienta el sprint en Burgos

El éxito del holandés © UCI

Fernando Ferrari / Ciclo 21

Solo queda Madrid. Tras 20 días de carrera en la Vuelta a España, la capital puede convertirse en el realmente primer sprint masivo de esta atípica edición en el escenario de la velocidad y el 53×11 a toda cadencia. Burgos era el enclave ideal para dar permiso a esos arietes finales, pero dos elementos se han cruzado en su camino. Primero, el viento castellano, traicionero siempre, y que en esta oportunidad ha cortado en dos el pelotón dejando fuera a Pinot y Pozzovivo y a alguno de los escasos hombres rápidos de la carrera.

Pero, sobre todo, el oportunista y certero ataque del holandés Bauke Mollema -al estilo de sus compatriotas Oosterbosch, Nijdam, Maassen o Cordes– a menos de un kilómetro del final, que le ha compensado sus fracasos en las generales del Tour y la Vuelta y ha dejado con cara de tontos, un día más a Boasson Hagen, Richeze y Cancellara -en su última etapa antes de irse a preparar el Mundial- y sus respectivos equipos que erraron en la ofensiva del equipo Belkin, que gana con apenas cuatro corredores en liza, de los que solo queda el vasco Garate tras el gélido abandono de Luis León Sánchez. A más cava tocan esta noche.

La etapa era y tenía que ser tranquila ante el tremebundo tríptico cántábrico que les aguarda. Y el guion iba cumpliéndose con la fuga de, una vez más Javier Aramendia (Caja Rural-Seguros RGA) y el fondista australiano Adam Hansen -el de la foto de la cerveza en Alpe d´Huez– y que aspira este domingo a cerrar su séptima gran vuelta consecutiva y segundo año en completar Giro, Tour y Vuelta. Una gesta única. Dos buenos rodadores condenados a la caza por el viento de cara, las ganas de Orica y Lampre por una resolución al sprint y por la ley que marca este deporte con los aventureros.

Un viaje en pareja que precipitó su final por la aparición del siempre temido viento castellano y, en ete caso, burgalés, que no cortó a ninguno de los cinco mejores. Sí a los menudos Pozzovivo y Pinot, que cedieron en meta minuto y medio, lo que les desciende en los puestos de honor de la clasificación general. Los Nibali, Horner, Purito y Valverde estuvieron donde había que estar y, a pesar del ímpetu del Saxo danés, todos llegaron sanos y salvos de cara al terrible epílogo que queda en el recorrido de una Vuelta a España con diferencias angostas y un maillot rojo que ya no ofrece la solidez de días pretéritos.

Peña Cabarga, una subida explosiva de 6 kilómetros, es el primer test para todos. Una ascensión que bien conoce Nibali de 2010- donde ganó Purito– y 2011 -un tal Froome superó a Cobo-, que le dan ese punto de seguridad necesario en caso de problemas. Ataques recibirá por todos los flancos. No les queda otra si quieren algo más ambicioso que sólo pisar el podio.

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