Fernando Ferrari / Lille (Francia). Enviado especial Ciclo 21
Ya lleva 10 etapas en el Tour de Francia y 3 en el Giro de Italia, 13 en las grandes vueltas. A Jasper Philipsen le falta al menos una en el Giro de Italia para ingresar en el selecto club, pero de momento no conoce su dorsal. Sí mucho mejor el del Tour de Francia, donde ganó su primera etapa en 2022 y desde entonces no ha parado de sumar muescas de forma consecutiva. Pero la de Lille, a apenas unos kilómetros de la frontera sur de su país, es única. Ausente una contrarreloj inicial, la gominola es perfecta para los velocistas porque es doble, la de la etapa y del primer maillot amarillo. Y esa prenda jamás la había sentido. Solo el verde de su gremio. Pero ahora sí. A sus 27 años disfrutará de al menos 24 horas de éxtasis y celebración como si fuera la primera. No es para menos.
Bien es verdad que Philipsen lo tuvo más fácil que en pretéritas ocasiones. Lille -Lila en español- amaneció nublado, temperatura cantábrica y, sobre todo, un viento que permaneció en el recorrido circundante a la ciudad vecina de Roubaix. No hubo adoquines al uso -aunque provocaron la caída en el sprint intermedio de Benjamin Thomas y Vercher- pero sí abanicos finales. Todos lo sabían, estaban avisados, pero 184 corredores nunca entran en el mismo espacio. Fue Visma -especialista nato- el que prendió la mecha en el epílogo y el guion cambió completamente.
Y es que cuando todos esperaban el primer y gran sprint masivo, el pelotón quedó destrozado en tres porciones. Los favoritos bien gracias en el primeros, algunos despistados en el segundo -como Milan y Merlier- sin poder cerrar el hueco y el resto ya anticipando el final de su jornada -Alaphilippe entre ellos- ahorrando energías y ya pensando en oportunidades futuras. Y claro con Mathieu Van der Poel en el grupo de cabeza, Philipsen sonreía a su rueda y viendo que sus rivales no eran tantos. Dicho y hecho. A pesar de un ataque en el kilómetro final de Neilands, el nieto de Poulidor hizo su trabajo de perfecto lanzador para que Philipsen iniciara su tramo final pegado a la valla sin que el eritreo Biniam Girmay -tres etapas y maillot verde en 2024- ni tan siquiera pudiera remontarle. Un éxito sólido que no hace más que aumentar la relación calidad-precio de un Alpecin que no suele fallar en las grandes citas. Con semejante dupla es muy complicado y a las primeras de cambio ya tienen parte de este incipiente Tour cumplido.
Pogacar y Vingegaard, en el primer episodio de su suelo 2025, se vieron las caras en el reducido grupo de cabeza, aunque no pugnaron por la victoria como en la sorprendente primera etapa del pasado Dauphiné. El esloveno -aclamado en la salida igualado con Van Aert y su fiel afición belga- se lo tomó más tranquilamente, pero atento siempre como su rival danés, arropado perfectamente por quizás el mejor conjunto en estos escenarios del norte. Enric Mas, por su parte, llevado por Iván García Cortina, fueron los únicos españoles en el grupo cabecero. Y peor le fue a Remco Evenepoel y Primoz Roglic que cedieron 39 preciosos segundos al igual que Skjelmose, Almeida, Carlos Rodríguez, Buitrago, Gall y Lipowitz. Una primera jornada que deja sus primeros damnificados -Ganna y Bissegger no siguen en carrera- y vueltas a la cabeza.