Martínez: «Han sido unos días de emociones desconocidas»

Alejandro Martínez © Proyecto FER

Sin llegar al extremo del anonimato, el nombre de Alejandro Martínez Chorro no era del todo popular entre el gran público. Su modalidad, el ciclismo en pista, no es un deporte de masas en España. Su seguimiento es limitado. Y más, en estos tiempos, marcados por una cierta precariedad y por la ausencia de grandes conquistas. Sin embargo, desde el pasado viernes, el día de su eclosión, la jornada de su irrupción, la figura del ciclista FER ha trascendido. De golpe, ha adquirido notoriedad. Y todo, por su histórica medalla de bronce en el Campeonato del Mundo.

Durante las últimas temporadas, Alejandro Martínez Chorro (San Vicente del Raspeig, 24 años) ya había acumulado interesantes resultados internacionales en la prueba de 1 km contrarreloj. Por ejemplo, en 2021 fue séptimo en el Mundial. O, por ejemplo, en este 2022 subió al tercer peldaño del podio en la Copa del Mundo disputada en Glasgow y terminó cuarto en el Campeonato de Europa de Múnich. Sin embargo, nada es equiparable al éxito firmado este pasado viernes en el velódromo de la localidad francesa de Saint-Quentin en-Yvelines.

El deportista del Proyecto FER era uno de los 25 participantes. Acceder a la final (lo lograban los 8 mejores en las series clasificatorias y Alejandro entró como octavo) ya era todo un éxito. Alcanzar la medalla de bronce, una gesta. Como rúbrica perfecta, el ciclista alicantino convirtió en el primer español en rebajar la frontera del minuto. Además, por partida doble, en las series y en la final. Hacía 31 años que el ciclismo en pista español no alcanzaba una medalla en la prueba de 1 kilómetro contrarreloj de un Mundial. Tres décadas después, el embajador FER ha entrado en la historia.

Entrevista por Proyecto FER:

  • Dos días después, ¿ya has asimilado todo lo acontecido y experimentado durante este pasado fin de semana?

Por completo, no. Empiezo a asumirlo, pero tengo momentos en los que no sé si toda esta historia es un sueño o es la realidad. Cuando miro la medalla, me digo a mí mismo: «Créetelo, todo lo que ha ocurrido es cierto. Aquí está la prueba». Ha sido un fin de semana muy intenso y de emociones muy potentes, desconocidas para mí.

  • ¿Qué pensaste cuándo acabaste la final y volviste a bajar la frontera del minuto? ¿Y, sobre todo, cómo viviste esos momentos en que ibas superando rivales hasta la confirmación de la medalla de bronce?

Yo afronté la final con tranquilidad. Bajar del minuto en las series clasificatorias, un objetivo perseguido hace mucho tiempo, y convertirme en uno de los 8 finalistas ya satisfacía mis aspiraciones. Me había quitado un peso de encima, porque en los dos últimos meses había estado muy presionado. Una vez en la final, siempre piensas en no acabar octavo, sino en escalar alguna posición. Sé que recupero muy bien de la mañana a la tarde. Lo volví a demostrar rebajando, de nuevo, la frontera del minuto en la final. Yo ya había hecho los deberes. A medida que los rivales iban marcando tiempos peores que el mío, era inevitable ponerme más nervioso. Así hasta que se confirmó el bronce. Fue un momento de locura. No puede evitar las lágrimas. Estaba en una nube.

  • Este gran éxito tiene una dedicatoria muy especial, ¿verdad?

Se lo dedico a muchas personas. Por ejemplo, a mi entrenador, a Jaume Barber, artífice y «culpable» de mi crecimiento. Los dos hemos sufrido bastante este año. Pero, sobre todo, a mis padres. Han trabajado mucho toda la vida para que yo me dedicara a la bici. Se lo debo todo. Espero que no sea la última alegría que les brinde.

  • Sabemos que esta pregunta no es nada original y que nadie mejor que tú lo sabes, pero una vez más hay que lamentar que esta prueba no forme parte del programa olímpico…

Sí, es una pena, claro. Pero es una prueba que me está dando muchas alegrías y que me está situando en el escaparate internacional. No la preparo de forma específica. No sé. Debo de tener un don especial para esta modalidad… Pero sí, soy consciente de que, por muy que lo haga en el kilómetro contrarreloj, este camino no me va a llevar a los Juegos de París 2024.

  • El camino hacia los Juegos se llama keirin, prueba en la que no has estado al nivel esperado en este Mundial. ¿Te ves con opciones?

El keirin es, sin duda, la prueba que más se asemeja al kilómetro. En efecto, en este Mundial, no ha salido como quería. Es una modalidad compleja, en la que entran en juego más factores, como la suerte y la estrategia. Yo me veo con opciones, la verdad. Sé que he de mejorar y he de hacerlo ya porque el Mundial, la cita clave de 2023, será en agosto. Y en febrero, tenemos el Europeo. Por ejemplo, en las Copas del Mundo de primavera, me centraré en el keirin, pero sin descartar tampoco la velocidad individual. Sé que llegar a los Juegos de París va a ser muy difícil, pero lo logrado en este Mundial es un chute de energía.

Comentar

Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

*