Análisis: Etixx-Quick Step, sólo queda el futuro

Fernando Gaviria_San Remo_2016

Gaviria, entre lágrimas, cruza la meta de una San Remo que muchos opinan que podría haber ganado / © Etixx-Quick Step

Nicolás Van Looy / Ciclo21

“No puedo estar disgustado con nuestra primavera. Con el GP Escalda y la Flecha Brabante hemos ganado dos carreras y siempre hemos sido protagonistas. Estoy satisfecho y también lo están los patrocinadores. Si nosotros no estuviéramos, las carreras serían muy aburridas”. Así se expresaba ayer Patrick Lefevere, un volcán que siempre se supone al borde de la erupción y que, tras una campaña de clásicas para olvidar, se esperaba que escupiera lava y cenizas como ya hizo en ocasiones anteriores. El problema del mánager belga es, en este sentido, doble porque cuando erupciona no siempre acierta con los destinatarios de sus mensajes –críticas– y en esta ocasión, en la que ha preferido la calma, el de Moorslede sabe perfectamente que miente porque la campaña primaveral de su equipo, una escuadra concebida y construida por y para las clásicas de este periodo del año, ha sido deprimente.

Ganar el GP Escalada con Marcel Kittel y la Flecha Brabante con Petr Vakoc es, buscando el siempre fácil y socorrido símil futbolístico, com si el F.C. Barcelona de Luis Enrique se conformara con ganar el Joan Gamper y, además, su presidente no tuviera reparos en decir que están satisfechos por ello porque en el resto de competiciones han ‘jugado bonito’, como se suele decir. Esos dos triunfos en dos carreras que para otros equipos serían de vital importancia, son mera calderilla para un Etixx-Quick Step que ha dejado la sensación, pese a ser el equipo más laureado del UWT gracias a las 22 victorias que lleva acumuladas (cuatro más que Astana y cinco más que Team Sky), de ser un equipo en franca necesidad de mejora.

Boonen_Roubaix_2016

Boonen completó una gran París-Roubaix / © ASO

Pero aunque Tom Boonen brillara en la París-Roubaix, lo que sí ha quedado patente es que lo único que le queda ahora a la otrora todopoderosa escuadra belga es el futuro, cosa que no está nada mal si la apuesta de Lefevere sale, como todo parece hacer indicar, bien. Dejó marchar el impulsivo mánager a Michal Kwiatkowski que, ironías de la vida, quería buscarse la vida en las carreras por etapas y que ha brillado como nunca en las clásicas. Abrió la puerta también a Rigoberto Urán, su intento por hacerse un hueco en el desconocido –para ellos– reino de las grandes vueltas. Y permitió que Mark Cavendish fuera a engrosar su cuenta bancaria y a disfrutar del otoño de su carrera deportiva en el Dimension Data africano que sueña, conseguida su plaza en la máxima categoría del ciclismo, con acumular un buen puñado de victorias en las más grandes citas y para ello, como diría el desaparecido Johan Cruyff, ha puesto el dinero sobre la carretera.

Al de la Isla de Man le ha sustituido Lefevere con Marcel Kittel y su pelazo de anuncio de peluquería que a sus 27 años no es ningún crío, pero que tiene varios años por delante para dominar el siempre complicado y espectacular arte de las llegadas masivas. El germano es, con 7 triunfos, el corredor con más triunfos acumulados en este 2016 en un equipo UWT (uno más que los que acumulan Kristoff y Valverde).

El colombiano ha encontrado su sustituto en el irlandés Daniel Martin, un tipo al que ya nadie espera en la pelea por las grandes vueltas, pero que podría brillar todavía con mucha luz en algunas de las pruebas por etapas de una semana más importantes del calendario, tal y como ha demostrado ya en la Volta a Catalunya, donde fue tercero en la general y se llevó una etapa.

Pero lo que realmente hace que Patrick Lefevere se muestre de tan buen humor y su esperada erupción no haya acabado como la histórica del Vesubio que acabó con Pompeya es la buena salud de la que goza su muy cacareado proyecto a medio plazo. Cuando el año pasado lanzaba mensajes a diestro y siniestro diciendo que sus ‘vacas sagradas’ –en las que incluía al intocable Tom Boonen– cobraban demasiado y que, debido a su edad, veía más interesante invertir en otro tipo de corredores, muchos pensaron que el belga estaba, una vez más, lanzando globos sonda a sus corredores para que espabilaran y, por supuesto, se encontraran en una situación incómoda a la hora de empezar a negociar sus renovaciones.

Pero nada más lejos de la realidad. Lefevere tenía en mente una renovación total de su Etixx-Quick Step. Con Marc Coucke, su excéntrico benefactor a través de Omega Pharma, encaprichado ahora con el fútbol, pudiendo retirarse del proyecto en cualquier momento –su carácter no es menos volátil– que el de Oleg Tinkov–, Lefevere hizo lo que en su día demostró que sabe hacer a la perfección: buscar el talento en la juventud. Un histórico director deportivo español confesó hace algún tiempo a este periodista, en una conversación relativa a la eterna desidia del ciclismo español por las clásicas, que “yo sé reconocer a un buen vueltómano en cadetes. Lefevere no sabe hacer eso, pero sabe dónde hay un clasicómano cuando lo ve en esa categoría. Yo no sé hacer eso”. Y parece, por lo visto en lo que llevamos de año, que este director tiene toda la razón.

Porque a Lefevere le han ganado todas, absolutamente todas, sus apuestas de futuro. Davide Martinelli, 22 añitos de pura Italia, ganó la segunda etapa de La Provence y, ojo con esto, se metió en el top 15 de la Nokere Koerse. Alguno, claro está, podrá decir que esto último no tiene gran valor, pero recuerden: Etixx-Quick Step sólo ha ganado Escalda y Brabante, dos carreras no mucho más importantes que la recién mencionada.

Pero si hay dos hombres que deben de estar emocionando e ilusionando a un Lefevere que recién cumplidos los 61 años sigue siendo ese animal competitivo que le llevó a dominar el mundo de las clásicas durante casi dos décadas, esos son Fernando Gaviria y Petr Vacok.

El velocista colombiano no sólo ha sumado tres enormes triunfos este año, sino que hay muchos que siguen convencidos de que sólo esa caída en la recta final de la Milán-San Remo le separó del primer Monumento de su carrera algo que, además, habría cambiado radicalmente la visión de la campaña de Etixx-Quick Step y, seguramente, habría hecho innecesario este artículo. Gaviria ha demostrado que tiene velocidad, algo que se le presuponía tras lo visto a principios de 2015, pero ahora, además ha unido a esa cualidad la certeza de que es capaz de lidiar con la larga distancia y la presión de ponerse el peso de todo un Etixx-Quick Step sobre sus hombros. Y todo eso, ¡con sólo 21 años!

También tres han sido las victorias que ha sumado un Petr Vacok que con 23 años da la sensación, como la daba el pasado año Michal Kwiatkowski, de ser un corredor capaz de brillar con la misma intensidad en las carreras de un día y en las pruebas por etapas. Las grandes vueltas, por el momento, le quedan lejos, pero no debemos de permitir que sus triunfos en la Flecha Brabante, Sud Ardèche y Drôme Classic (unidos a su 5º puesto en la Strade Bianche) nos hagan encasillarle, sin más miramientos, como un futuro gran clasicómano.

“Nuestra inversión en juventud y nuestro programa de detección de talentos están dando sus frutos. Esto es algo muy ilusionante”, resumía un Lefevere que, cómo no, lanzó un dardo sus grandes estrellas en lo que parece un nuevo aviso como los ya lanzados en 2015 y que acabaron con la marcha, entre otros, de los corredores antes mencionados: “los hombres mejor pagados, en ocasiones, se diluyeron. Stybar tuvo problemas con un resfriado y Terpstra no estuvo a la altura. Pero, a pesar de todo, no deben de olvidar que cuestan cuatro veces menos que Peter Sagan”.

El próximo objetivo, y para eso ya han comenzado a trabajar a destajo en el equipo belga, tiene el sello de las grandes vueltas. “En el Giro y el Tour podemos conseguir una buena cantidad de victorias que hagan de este 2016 un año fantástico”.

2 comentarios

  1. Creo que te falto mencionar al francés Julian Alaphilippe, y bueno no podrías saber que a estas alturas ya llevarían 3etapas del giro, 1 y 2 en la CG, respectivos maglia rosa y blanca.

    El año de Etixx y Lefebre ya es un éxito pase lo que pase.

    Sería interesante leer una opinión sobre Lotto-Soudal, otro que lo está haciendo muy bien.

    • NICOLAS VAN LOOY

      Efectivamente, lo del Giro ni se me pasó por la cabeza. Lo de Kittel entraba dentro de lo previsible, pero lo de llevar el rosa con el alemán y luego con Brambilla ha sido una carambola genial para ellos.

      Veremos qué ocurre en el Tour de Francia y, sobre todo, en el Mundial de Catar, que puede ser un buen circuito para un Kittel en plena forma.

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