Análisis: Las lecturas del Mundial de cara a Tokio

Dinamarca mete miedo / © UCI

TrackPiste / Ciclo 21

Dinamarca enseña músculo

En la crónica previa del Mundial de Berlín manifestaba que, aunque para todos los corredores y selecciones el gran objetivo de la temporada es Tokio, todos aquellos que acudían sin presión de tener que certificar la clasificación tenían dos opciones: o comenzar ya a exhibir músculo o no dar pistas de cara a agosto.

Dinamarca ha sido, con diferencia, la selección que más se ha exhibido, hasta el punto de meter miedo a sus rivales, sobre todo en la persecución por equipos y en la madison masculina. Que los nórdicos podían batir el record del mundo de Berlín era algo que todo el mundo sabíamos; que lo bajasen en la clasificatoria por debajo de 3:47, ya comenzó a ser algo que no estaba en los planes. Pero que se haya quedado tras la final en 3:44.672 no cabía en las perspectivas de los más optimistas, salvo de los propios daneses que tras el record han manifestado que se ven capacitados a bajarlo un segundo más en Izu.

En cuanto a la madison, sentenciar una prueba cuando apenas se llevaba un cuarto celebrada es tan significativo como el férreo control ejercido en el resto de la misma.

Eso sí, en Berlín también tuvieron su punto débil, con la sorprendente y temprana eliminación de Lasse Norman Hansen en el ómnium, aunque éste siempre ha manifestado que le gustaría centrarse en las dos pruebas anteriores y dejar este tetratlón para Niklas Larsen, pendiente de recuperación… y que quieran recurrir al truco de hacerle un hueco con una inscripción por carretera.

Otro que también se dejó ver bien es Benjamin Thomas aunque al francés le gusta verse así, llevando el control y el dominio de la carrera como sucedió en el ómnium… pero no en la madison. Francia apostó por la juventud de Donavan Grondin como pareja del de Groupama… pero tiene otras alternativas de cara a Tokio.

Italia también demostró mucho más de lo que se esperaba, aunque de forma paradójica, ya que se presentaba con algunas bajas significativas –Plebani, enfermo, no compitió y Bertazzo, operado, ni acudió, aparte de Viviani, centrado esta vez en el fondo-, por lo que el problema de Marco Villa será ajustar los muchos mimbres que tiene para optar por los más idóneos, entre los que Filippo Ganna es insustituible, aunque el joven Jonathan Milan también se ha hecho un hueco. Eso si, el de Cofidis se presentó sin un entrenamiento específico en Berlín que sí tendrá que hacer para Tokio, donde debe ser el quinto hombre de la cuarteta.

Por el contrario, Nueva Zelanda pertenece a esa serie de países que en Berlín no han querido dar muchas pistas para agosto, por mucho que lograsen la plata en la persecución por equipos. Personalmente pienso que Campbell Stewart mejorará sensiblemente en rendimiento y resultados.

Entre las féminas, Estados Unidos ha recuperado el liderato mundial, aunque el hecho de no poder batir el record del mundo –el único de los previstos que no cayó- habla a las claras de que la cuarteta norteamericana tiene mucho margen de mejora ya que se trata de una formación novedosa.

Terminamos este somero repaso con la reina del fondo, Kirsten Wild que alternó momentos en los que evidenció su condición –en la madison, con su inseparable Amy Pieters, o sola, en el scratch-, con otros en los que prefirió reservarse en el momento en que la prueba se le torcía, caso del ómnium, con esa descalificación inicial, como en los puntos, por una caída. Sigo pensando en que debe ser la gran referencia en ambas pruebas aunque me sorprendió muy agradablemente la japonesa Yumi Kajihara que puede ser la gran alegría local en sus Juegos, por mucho de la ilusión que despertasen sus velocistas, sobre todo en el keirin, y que se quedaron fuera del team sprint.

¿Alarma británica y australiana?

Walls, en el reciente Mundial de Berlín © UCI Track

A comienzos de esta temporada olímpica, Ed Clancy, el líder del equipo británico en fondo, declaraba que no eran los favoritos para Tokio, dejando esta condición para Australia, a la que no habían derrotado desde Río. Tenía razón el de Yorkshire… pero se quedaba corto, ya que los británicos aún están en su marca de 3:50, barrera que ya han superado no solo los aussies, sino Dinamarca, Italia, Nueva Zelanda, Suiza o Francia.

Tanto es así, que Cycling News analizaba la situación con Stephan Park, director de rendimiento de British Cycling, quien apuntaba incluso la posibilidad de cambiar el enfoque de cara a Tokio para dar prioridad a las pruebas de grupo, en este caso el ómnium y la madison, en lugar de la persecución por equipos, que siempre ha sido la prioridad. Una cuarteta cuya composición ha planteado dudas en los últimos tiempos y más por la ausencia de los hombres del HUUB Wattbike, en esa relación complicada que mantienen. “Tenemos que ver qué eventos tenemos y dónde tenemos mejores condiciones para invertir nuestros esfuerzos”.

Tampoco se puede decir que Gran Bretaña sea la referencia hoy en día en estas pruebas. Es cierto que Mathew Walls se iba de Berlín con el bronce colgado del cuello, pero con unas prestaciones muy lejanas a las mostradas por Benjamin Thomas. En cuanto a Ollie Wood y Ethan Hayter, la novena plaza en la madison evidencia el protagonismo que tuvieron en carrera.

La cuarteta británica femenina © UCI Track

El cambio de enfoque antes referido no sería aplicable a la cuarteta femenina donde Gran Bretaña lograba la plata, a pesar del escaso protagonismo de Laura Kenny, que sólo intervino en primera ronda, junto a Katie Archibald, Neah Evans, Elinor Barler y Eleanor Dickinson.

Aquí, el problema reside precisamente en las pruebas de fondo, en la distribución de sus corredoras, en especial de sus dos ‘stars’. Kenny declaraba a principios de año que quería correr las tres pruebas olímpicas; Archibald, sin entrar al trapo, declaraba que quería como compañera en la madison a su paisana Evans… sin hacer ascos al ómnium. Y Barker, la tercera en discordia, no dice nada, pero habla con sus hechos: ha sido la titular en la americana, curiosamente con Evans, y la única que ha logrado un oro en Berlín, en la puntuación.

Un oro, dos platas y un bronce es el peor balance británico en unos Mundiales desde 1999 y a meses de los Juegos Olímpicos es un motivo de preocupación y más cuando en Río lograron un balance de seis oros y tres platas en diez pruebas. “Los días en que cualquier nación gane ese número de medallas probablemente hayan pasado. No creo que sea el resultado de la disminución del rendimiento de Gran Bretaña, sino que es el resultado del aumento de la competencia mundial», declaraba Park a Cycling News, para señalar que hay mayores esperanzas británicas en otras disciplinas ciclistas. Pero ese no es el tema.

“Preocuparse no va a ayudar”

Por su parte, The Guardian recogía un interesante análisis sobre la selección australiana, donde se titulaba “preocupación, pero no alarma”, Y es que es la primera vez que la selección australiana regresa desde 2008 sin ninguna medalla de oro –una plata y dos bronces- y por primera vez, sin que una de sus cuartetas pisara el podio.

Australia, fuera del podio © John Veage

Para Simon Jones, director de rendimiento de Cycling Australia, la conclusión es evidente. “No podemos escondernos, no podemos seguir como siempre. Preocuparse no va a ayudar, pero es obvio que las cosas necesitan cambiar”.

“Aprendes más de una pérdida. Cuando ganas, no puedes ver dónde eres vulnerable. Hemos descubierto nuestras deficiencias, ahora sé en lo que necesito trabajar para los Juegos Olímpicos”, añadía acertadamente la velocista Stephanie Morton.

La cuarteta masculina es la más señalada, quizá injustamente, por lo que supone pasar de ser la indiscutible reina a quedar en el cuarto lugar del escalafón, aunque sus tiempos muy similares a los de hace un año. Lo que pasa es que ahora se ha visto superada por Nueva Zelanda e Italia, que batieron la antigua plusmarca ‘aussie’, y por supuesto por una Dinamarca que con sus 3:44.672 rompió todos los moldes. La ausencia por lesión de Kell O’Brien puede ser un justificante, lo mismo que el accidente cerebrovascular del técnico Tim Decker.

Más preocupante son otros detalles como el comportamiento en el ómnium y en la madison donde el rendimiento de Cameron Meyer, sólo o acompañado de Sam Welsford, fue decepcionante. Y en féminas, donde la nueva distribución en algunas pruebas tampoco obtuvo los resultados esperados. Especialmente significativo es que la ganadora de la persecución individual en Pruszkow, Ashlee Ankudinoff, descienda hasta la decimocuarta plaza en Berlín, aunque no sea uno de los objetivos olímpicos.

Si Australia se destaca en Tokio, el Mundial será rápidamente olvidado, pero si los JJ.OO son una repetición, Australia tendrá mucho que hacer, se señala acertadamente en el artículo de The Guardian. No debemos olvidar que en Rio 2016 solo se lograron dos medallas –ninguna de ellas de oro- lo que supuso el reclutamiento de Jones desde el Team Sky. El Mundial de 2019, con seis oros, tres platas y un bronce, fue un indicativo esperanzador, de que se iba por el buen camino… todo lo contrario que en este 2020.

Pobre papel de Meyer y Welsford © Australia Cycling

Reyes y reinas de la velocidad

Aunque los Juegos Olímpicos de 2008, 2012 y 2016 terminaron con los británicos copando todas las medallas de oro en las pruebas de velocidad, en los Campeonatos del Mundo celebrados en lo que va de siglo jamás una nación había dominado como lo ha hecho Países Bajos en los recientes Mundiales de Berlín

El año pasado en Pruszkov, ganaron la velocidad por equipos, doblaron en la individual y se llevaron el keirin. Pero este año han dado un paso más, al completar el póker con el kilómetro, con Sam Ligtlee, un velocista que siempre había tenido un papel muy secundario en la escuadra ‘oranje’.

Además, Harrie Lavreysen se consolida como el indiscutible número uno de su generación, con un el triplete velocidad individual-velocidad por equipos-keirin, que ya estuvo a punto de lograr en el Europeo del pasado mes de octubre –Jeffrey Hoogland le ganó en velocidad-. Y por si fuera poco, doble record del mundo dejando en 41.225 la plusmarca mundial que tenía Alemania desde hace 2013 y en altitud.

Un éxito total que, sin embargo, es agridulce para un Matthijs Buchli que, aunque estuvo en el equipo ganador de la velocidad, no entró en el trío que batió el record del mundo, y que no pudo luchar por revalidar su arco iris en keirin. La KNWU tiene que estudiar si aplica el ‘truco’ para posibilitar la presencia de los cuatro velocistas, pero si no lo hiciera, el de Harlem tiene todas las papeletas para ser el descartado, dado que el arrancador Roy Van den Berg es intocable y que la polivalencia de Lavreysen y Hoogland le da todas las bazas.

¿Y los demás países? Pues dentro de que el Mundial no ha sido demasiado esperanzados para Gran Bretaña y Australia, la velocidad masculina ha sido lo que mejor resultado les ha dado. Francia debe estar ahí, como segunda en discordia, y el resto de protagonistas ya lo serán a título individual como el simpático Azizulhasni Awang, el polaco Mateuzsz Rudyk y, ojalá esté –sobre todo- y esté a su nivel el australiano Matthew Glaetzer.

Los velocistas ya piensan en la cita olímpica © UCI

Precedente: Cali 2014

En el caso de las féminas, sí existe un procedente de una selección copando lo más alto de todos los podios de velocidad. Fue en el Mundial de Cali, en 2014, cuando la kaiserin Kristina Vogel se llevaba la velocidad y el keirin, su compañera Miriam Welte los 500 y ambas, la velocidad por equipos. Un panorama que parecía iba a cambiar radicalmente con la retirada forzosa de la primera y el abandono de la segunda.

Pero la actual generación germana va a dar muchas alegrías a los aficionados, sobre todo cuando ha emergido mucho más rápido –quizá obligada- de lo que pensaba. Y entre ellas una Emma Hinze que ha sido intratable en Berlín: cuando cogía el pasillo de sprinters, tanto en velocidad como keirin, ha sido intratable y los dos oros caían por su propio peso. Por si fuera poco, Lea Sophie Friedrich remataba en los 500 metros y ambas, junto a Pauline Grabosh, en la velocidad por equipos. Curiosamente era ésta la que parecía estar en el puesto de salida en el relevo generacional germano, pero ahora mismo es la que debería quedarse fuera del equipo alemán en Tokio. No sería mayor problema para el futuro, ya que será imprescindible cuando la velocidad femenina comience a disputarse, en 2021, con tres ciclistas… que serán cuatro cuando la joven Alessa Catriona Propster ratifique en élite las cualidades ya mostradas como juvenil.

A diferencia de los hombres, en féminas sí se ven alternativas. La primera es, por supuesto, Rusia, que compitió en Berlín lastrada por la insuficiente recuperación de la lesionada Daria Shmeleva, y con Anastasiia Voinova sin estar tampoco al 100%, aunque también me causó sorpresa que en esta ocasión no contara con Ekaterina Rogovaya, que en la Copa del Mundo había supuesto un descanso a las dos intocables rusas. No obstante, está por ver cómo se plasma el peso de la sanción de la WADA.

Y la segunda una Australia, campeona de velocidad por equipos hace doce meses, y con una de sus ciclistas, Karlee McCulloch, diciendo una frase muy interesante: “Sé que no soy la deportista que era hace dos meses en Polonia, y que no soy la que quiero ser en Berlín. Pero eso es porque estoy trabajando duro para asegurarme de ser la deportista que necesito ser en Tokio”.

Y, por supuesto, la hongkonesa Sarah Lee Wai Sze, que tras sus dos títulos de 2019 y su racha triunfal en la Copa del Mundo, ha tenido que rendirse al dominio alemán, aunque no ha dicho su última palabra para ser la primera deportista de su país que logre un oro olímpico.

Comentar

Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

*