Ángel Madrazo: “Estoy súper-extra motivado. Como con 20 geles”

Ángel Madrazo se dará hoy un baño de cariño en Cantabria / © Sarah Meyssonnier

Nicolás Van Looy / Ciclo21 – Bilbao

Esta mañana, con las primeras luces, las cortinas que protegen la intimidad de las habitaciones del hotel La Naval, en una zona portuaria de Sestao, dejaban adivinar un azul muy oscuro que, a medida que pasaban los minutos, iba aclarándose más y más. En una de sus habitaciones, alguien controla, cada dos por tres, las nubes que amenazan con teñir de gris el azul. Un vitazo rápido al móvil y la app del tiempo sigue mostrando el dibujito de un nubarrón con gotas asomando por debajo. Luego, según pasen las horas, aparece algún dibujito de un sol. No tiene pinta de que vaya a llover demasiado y eso le anima el ánimo. Sabe que, con frío y agua, muchos se quedarán en casa. Se ahorrarán el suplicio de tener que esperar durante horas, a la intemperie, para gritarle. Para aporrear vallas, mobiliario urbano o lo que sea que tengan a mano cuando él pase por delante.

Ángel Madrazo (Burgos-BH) es hoy un hombre feliz. Porque no llueve y eso animará a muchos de sus paisanucos cántabros a abarrotar las cunetas que desembocan en la terrible subida a Los Machucos. Pero también porque su buen hacer deportivo y, sobre todo, su frescura y naturalidad le han convertido en uno de los hombres más queridos del pelotón. Quién se lo iba a decir, tras once años de oficio, que su gran momento iba a llegar de la mano de la Vuelta a España, un maillot blanco con lunares azules y una videoconsola.

El ciclismo, no sólo la Vuelta, sino este deporte cada vez más impersonal y absurdamente endiosante con sus grandes figuras, ha tenido la gran fortuna de toparse, de repente, con un hombre absolutamente necesario en este circo. Un tipo normal, natural. Un hombre al que más de una década de profesión, en la que ha conocido el glamour del World Tour, la dureza del exilio y las estrecheces del pobre; le tenía guardado un giro ya casi inesperado. Un tipo al que, como le decía su madre, quizás tendría que haber puesto el mismo empeño en los libros que en los pedales, pero que prefirió ser ciclista, por ejemplo, ingeniero. Un hombre que sabe lo que es esforzarse, sufrir y trabajar duro cada día por conseguir una meta. Un ejemplo como deportista y, como trasluce en cada intervención pública, en cada interacción personal y en cada comentario de sus compañeros, también como persona. Ángel Madrazo es, en definitiva –ahora que tan necesitados estamos de ellos– un buen modelo a seguir para el menguante pelotón de críos que, desde las escuelas hasta juveniles, pelean por llegar algún día al lugar de privilegio donde él está ahora.

– Hoy no sólo llega a su tierra, Cantabria, sino que lo hace vistiendo el maillot de líder de la montaña en una etapa que tendrá su final en Los Machucos, el último descubrimiento de la Vuelta en esto de las llegadas duras. ¿Cómo lo afronta?

– En esta Vuelta me he metido ya en cuatro fugas y son por el maillot de la montaña, que te da más ganas de luchar. Ayer tuvimos una etapa muy dura y eso quiere decir que hoy también habrá guerra. Es una de las etapas reinas y más duras y eso hace que cualquiera quiera estar en el corte bueno. Lo complicado va a ser estar en la fuga. Si por mí fuera, me escaparía sólo en esta etapa y en el resto no, pero va a ser complicado. Es verdad que hay muchos puntos en juego, pero tampoco hay que volverse loco porque todavía está por venir Asturias y Madrid y allí también hay mucho en juego. No podemos estar todos los días en la guerra porque… ¡pues porque no se puede!

– Dice que ayer hubo mucho desgaste. El propio Philippe Gilbert dijo en la rueda de prensa posterior a la etapa que tuvo que atacar hasta en 20 ocasiones para coger la fuga buena. En su pizarra mental, ¿piensa que costará tantísimo que se conforme la fuga o habrá cierto permiso por parte de los de la general?

– [Piensa] Ayer la gente se desgastó muchísimo y, en ese sentido, para mí, mejor. Pero también te digo que estamos en la Vuelta a España y ante una etapa que vale mucho para cualquiera porque tiene mucha repercusión. Vamos a subir el que creo que es el puerto más duro de esta Vuelta. Para acabar allí hay que llegar con muchas fuerzas porque tiene su cosa. Seguro que mis compañeros me van a ayudar a coger la escapada buena porque saben que en el equipo Burgos-BH tenemos que ir pensando en ganar la clasificación de la montaña.

– Tras una primera semana de gran desgaste para usted, ¿cómo llega de fuerzas?

– La verdad es que estoy bien. Es que en el momento que piensas que estás cansado, yo siempre miro para un lado y veo a algún otro corredor y me digo ¡a este también le duelen las piernas!. Entonces no me paro a pensar que a mí también me duelen. Además, hoy es como si me tomase 20 geles de cafeína porque estoy súper-extra-motivado. Además, tengo a mis amigos, a mi familia… mucha gente va a venir a verme y, por lo menos, quiero ir por delante para que me vean.

Madrazo ya tiene una etapa en esta Vuelta / © Photo Gomez Sport

– Un triunfo de etapa, metido en mil y una escapadas y, sobre todo, un enorme tirón popular. En lo deportivo ni le pregunto porque la respuesta es obvia, pero ¿está viviendo los días más felices a nivel personal en su carrera profesional?

– El tema es que desde que llegué a Burgos-BH… mira, es un equipo pequeño, pero en él me siento muy contento. Es un ambiente muy cercano. Tienes un vacilar con los directores, con los compañeros… ellos me lo contagian. En los momentos malos, se meten conmigo porque saben donde darme. Saben que nunca me rindo y me dan por ahí. Yo me concentro mucho en las carreras. Hay veces que me preguntan si es que estoy enfadado, porque siempre estoy alegre y les tengo que decir que no, que esa media hora antes de la salida me meto en mi mundo, especialmente los días en los que quiero estar delante, porque necesito desconectar del resto y estar solo a la carrera. Sí, creo que es, probablemente, el mejor momento de mi carrera deportiva.

– Está en esta Vuelta formando parte del equipo, al menos en lo presupuestario, más modesto del pelotón. Ya me ha dicho que, a nivel personal, está muy contento aquí, pero centrándonos sólo en la parte deportiva, ¿hace más frío corriendo para Burgos-BH en casa o en Delko en el extranjero?

– Es algo muy diferente. Para mí, una de las cosas más importantes que he conseguido, en relación a los equipos en los que he estado, es que este año disfruto muchísimo encima de la bicicleta. A mí, entrenando, me da igual hacer 100 o 200 kilómetros, series… eso me da lo mismo. No me cuesta hacerlo. He cogido un cariño muy especial a este equipo. Me lo han dado todo. A nivel presupuestario no nos podemos comparar con un Movistar y, por lo tanto, no puedes tener las mismas cosas. Soy una persona que me conformo con poco. Si no hay algo, pues ya buscaremos otra manera. Siempre hay que tener los pies en el suelo. Es algo que quiero contagiar a los jóvenes que vienen de otros equipos y tienen que saber que aquí no podemos tener las mismas prestaciones que Movistar. Pero, aún así, hay que sacar el máximo rendimiento al equipo y darle las gracias a Julio por estar tantos años trabajando para sacar el equipo adelante.

– Su rueda de prensa fue, sin duda alguna, uno de los momentos cumbre de esta Vuelta a España en lo extradeportivo. ¿Ha recibido más felicitaciones por esa simpática intervención o por su buen hacer en la carretera?

– [Ríe] ¡Pues no lo sé! He recibido mucho cariño por las dos cosas y, aprovechando que me haces esta pregunta, quiero dirigirme a la afición y decirle que no me puedo hacer fotos con todo el mundo, que me encantaría. Que toda esa gente que me anima en la carretera o en las redes sociales, que sepan que les quiero dar las gracias y que espero que ese cariño nunca se acabe porque gracias a ellos, subir los puertos se me hace mucho más fácil. En cuanto a esa rueda de prensa, es que es mi manera de ser. No hay más de lo que se ve. Siempre he sido así y estar ahora donde estoy no me va a cambiar.

Madrazo se ganó un premio inesperado / © Photo Gómez Sport

– Ha hecho usted referencia a las redes sociales. Creo que no había terminado aquella rueda de prensa y el community manager de PlayStation España, si es que no sigue mucho el ciclismo, debió pensar que estaba siendo víctima de un ataque de hackers ante el aluvión de peticiones reivindicando una videoconsola para usted. Cuando se la entregaron, ¿le comentaron algo sobre esa respuesta social tan espontánea?

– No, la verdad es que lo he seguido mucho. Mis compañeros si me han comentado, pero para mí ha sido algo muy especial porque siempre he sido un viciado de la PlayStation y, a partir de ahora, más. Y seguramente se lo contagie al crío.

– ¿Y en casa cómo se lo han tomado? Imagino que se ha ganado el permiso para que el aparato entre en el salón.

– [Ríe] Sí, sí. No ha habido problema. Todo han sido risas. Ella me decía joder, ¡en vez de la Play, pídeme la Roomba!

– Volviendo a la carrera, con todo lo que hay por delante, ¿ve factible y realista aguantar el liderato de la montaña hasta Madrid?

– Hay que ser realista y tener muy claro que hasta Madrid hay que luchar. Lo importante es que tengo buenas piernas y que mis compañeros me van a ayudar al máximo. Durante todos estos días, y sigo insistiendo en ello, siento que, aunque el que lleva el maillot soy yo, es como si lo llevaran todos ellos. Ayer, por ejemplo, tres compañeros se quedaron conmigo en la grupeta cuidándome mientras me guardaba para hoy. Eso también es parte del equipo. Digo lo mismo que el Cholo Simeone: vamos partido a partido, etapa a etapa.

– No sólo el puerto final, sino toda la etapa de hoy es durísima. Usted, ¿prefiere este tipo de subidas tan hiperbólicas o puertos más normales?

– A mí, como es en Cantabria, me da igual que sea ese puerto o el de al lado. Tengo la motivación de subir al máximo. Lo bueno que tenemos los ciclistas es que, si te dicen que mañana tienes que hacer 250 kilómetros, tu cabeza se prepara para hacerlos.

– He oído que sus compañeros de equipo le tienen que frenar sus ganas de atacar en todo momento. ¿Tanto le está costando guardar fuerzas?

– Soy una persona a la que le gusta meterse en las escapadas. Cuando veo a los compañeros que intentan coger una y lo pasan mal, siempre intento ayudarles a que la cojan porque hacerlo es importante para mí. Somos un equipo y, es verdad, quizás he gastado más de lo debido en algunos momentos, pero es porque me comprometo con el equipo. Yo nunca llego a mi casa y digo hoy me he guardado, ¡no! Cuando a Ángel Madrazo no le han salido las cosas es porque no había más o porque otros equipos han planteado una estrategia mejor, pero no porque me haya dejado algo.

– Creo que eso es algo que se transmite a la afición y puede que ahí resida gran parte de la culpa de su tirón en popularidad y cariño de los últimos días.

– Quiero decirle a todo el mundo que, lo que hagas, sea deporte u otra cosa, hazlo dando el 100%. Si sólo vas a dar el 60%, mejor no lo hagas. Olvídate. Yo nunca fui un buen estudiante y mi madre siempre me decía que, si hubiera dedicado a estudiar las horas que le he dedicado a la bicicleta, seguramente hubiera sacado una carrera. Y yo le digo: seguramente sí, pero le puse el empeño a la bici.

– ¿Tienen la sensación en el equipo que con su triunfo y lo que ya han hecho, la Vuelta y la temporada está salvada?

– Vamos día a día. Lo que queremos es conservar este maillot. La victoria de etapa se la dedico tanto a los que estamos aquí como a los que no estamos. Es un triunfo importantísimo. Espero que ayude a traer más patrocinadores y a hacer crecer el equipo. Es algo que deseo también a los demás. El otro día me alegré mucho cuando ganó el Euskadi-Murias. Iturria es un chaval al que siempre veo combativo y guerrero. A los que no ganamos tanto, siempre nos cuesta mucho y cuando ves que hay otro compañero de tu clase que triunfa te alegras mucho. Yo me alegré porque espero que pueda ayudarles a salvar al equipo. Nosotros empezamos el año mal. No nos salían las cosas. No llegaban los resultados. Ha sido un año duro y entre todos hemos hecho una familia. Para mí, el peor momento de esta temporada fue la Vuelta a Aragón, cuando teníamos el liderato y podíamos hacer, en el peor de los casos, terceros y en la última etapa, con las cosas prácticamente hechas, mi compañero Ezquerra se fue al suelo. Para mí fue un momento muy malo porque me hubiera alegrado muchísimo si hubiese ganado porque es un corredor que siempre está ayudando a la gente. Entre él y yo nos llevamos muy bien. Siempre compartimos mi habitación y nos animamos el uno al otro. Sólo hay que ver las fotos. Hay una, cuando me dieron la combatividad aquí, en la que él me está mirando como si estuviese enamorado de mi. ¡Hasta mi mujer me pregunta que qué le hago!

– Por el momento, no está renovado para 2020. ¿Le han tocado ya de otros equipos? ¿Tiene más o menos claro su futuro? ¿Ilusión o esperanzas de volver al World Tour?

– La verdad es que sí me han tocado. Es algo que tenemos que ir hablando con mi representante, pero también con el equipo. Aquí, como te he dicho, estoy muy contento y, ¿por qué no continuar?

– Tras tantos años de profesión, a la hora de decidir, ¿antepone estar a gusto en un equipo que, por ejemplo, estar en el World Tour?

– Sí, porque aquí soy muy feliz. Tengo al equipo a una hora y media de mi casa, con Julio me llevo muy bien. Él me riñe muchas veces y nos reímos mucho porque cuando voy en carrera soy de cabrearme pronto, pero luego pasan diez minutos y me paro a pensar y digo ¿por qué me enfado? ¿por qué hago esto? Pero soy un cabezón. Él me pide calma, pero sabe que siempre doy el máximo por el equipo. En cualquier caso, tendremos que sentarnos y hablar y, como te digo, por qué no voy a seguir en este equipo.

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