Carlos Barbero: «He aprendido en Turquía»

El podio de la 5ª etapa © Vuelta Turquía

El podio de la 5ª etapa © Vuelta Turquía

“¡Pero qué grande eres, qué grande eres!”, repetía. Lo gritaba entre sofocos Carlos Barbero a su compañero Lluís Mas, a grito pelado, en plena oreja, tras adjudicarse este último la octava etapa del Tour de Turquía, con Edu Prades sumándose al festejo segundos después. El Caja Rural-Seguros RGA, como Ana Belén en la película de la “Pasión Turca”, se salió del guión, rompió el convencionalismo de sumisión a una lectura preestablecida de pelea entre equipos World Tour y fabricó su propio guión. Carlos Barbero incluido.

El corredor burgalés, a pesar de teñir de prudencia su discurso “a lo Simeone”, con su “partido a partido”, amoldable al “etapa a etapa”, sabía que una de ellas era la quinta, la que estaba marcada con un color diferente: “Fue un sprint agónico, iba muerto pero veía que iba pasando a gente. Pero faltó muy poco”, comenta resignado, mientras vuelve a recordar, pedalada a pedalada, como únicamente Sacha Modolo, el corredor del Lampre, le privó de festejar sus 24 años cumplidos el día antes en lo más alto del podio.

Sin embargo, el guión de la película contaría con él, de nuevo, para escribir un final diferente, el de la octava y última etapa, en las mismas calles de Estambul, como en la “Pasión turca”: “La llegada la conocíamos todos los equipos porque estaba al lado de la salida”, explica con naturalidad, pero, inmediatamente, desvela lo que, aún reciente, ocurrió en aquel escenario: “Sabíamos que era importante entrar bien colocados y así lo hicimos tanto Jose Gonçalves como Lluís y yo”, explica con parsimonia, mientras desvela la clave de su estrategia: “Gonçalves dio una curva un poco lento, entonces Lluís le pasó y le metió unos metros y Gonçalves estaba sprintando para cerrar el hueco que se había creado”, relata. En ese momento, Carlos decide cambiar el tempo de la película. Pide frenar el ritmo: “yo miré para atrás y vi que a los Etixx ya no les quedaban muchos corredores. Entonces mandé parar a Gonçalves y le grité a Lluís que le diera a tope”.

Así, ya con la victoria de Mas asegurada, Carlos aún tenía algo que decir ese día: “Cuando vi la situación me metí a rueda de Petacchi, con Cavendish delante”. En ese momento, no valía ningún tipo de mitos, ni de aceptar jerarquías. Ni de sumisión. Carlos arrancó al que fue el mejor sprinter del mundo la década pasada, a Petacchi, para intentar sobrepasar al de la actual, a Cavendish, quedándose a escasos centímetros del manillar del británico. Carlos resume con naturalidad un sprint de portada de revista de gran tirada: “Al final solo sientes ganas de ganarlos. Son o han sido los mejores y da más motivación intentarles batir”.

Ahora, tras la calma de un viaje trasnochador de vuelta a casa, sólo queda reflexionar sobre lo realizado, con los matices: El primero, el peralte del sprint. Cuanto más elevado, mejor: “está claro que para un corredor de mi peso los mejores son los que pican había arriba. El segundo, la realidad, que la cosa marcha: “Un balance muy positivo . El equipo ha estado sobresaliente y en lo personal he aprendido y he tenido mis oportunidades”, explica, aunque aclara: “con unas etapas de poco desgaste y para sprinters de 75 kilos, pues para mi es más difícil”.

Su próximo destino será cercano, la Vuelta a Madrid (2.1) el próximo 9 de mayo: “El primer día es bastante duro y el segundo a ver qué pasa”.

Fuente: Rafa Simón. Prensa Carlos Barbero

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