Mis primeras Copas del Mundo, por Oscar Pelegrí

Con Zuazubiskar, en la prueba de Anadia. Foto: Federación Portuguesa

Óscar Pelegrí / TrackPiste / Ciclo21

Un tiempo después de debutar en mis primeras Copas del Mundo, y en la antesala de mis primeras pruebas de carretera con mi nuevo equipo, Vito Feirense, es momento de ponerse a pensar en cómo ha sido y qué ha supuesto para mí este largo viaje a Nueva Zelanda y Hong Kong.

Empezaré por el principio. Por cómo me he decidido a dedicar más tiempo a esto del ciclismo sobre una bici sin frenos. Poco hay que añadir a los beneficios que aporta esta modalidad a la carretera (o viceversa) donde hay gran número de ciclistas de primer nivel que compaginan diferentes modalidades. Además de esto, he querido saber cuál era mi nivel en pruebas internacionales, para poder tomar una situación con cierta base. Con esta mentalidad decidí ir a Viena a mediados de octubre y, sin tener una preparación específica para ello, vi que no estaba tan lejos a nivel físico, y que con experiencia y un mayor nivel en cuanto a preparación física, podría obtener un mejor rendimiento.

Contado así está muy bien, pero la realidad la tienes cuando te enfrentas de verdad al nivel internacional, donde conseguir los puntos necesarios para poder participar ya es una primera dificultad deportiva y un quebradero de cabeza. Para ello tuve que viajar a Portugal y a Suiza, con el coste económico que ello supone.

Una vez conseguidos los puntos y llegada la fecha, llega el momento de la verdad en las Copas del Mundo. Embarcas en un avión para llegar hasta la otra parte del mundo y defender a tu país. En el momento no se llega a pensar, pero la responsabilidad es alta, aunque está bien que no se ponga el foco en ello porque de ser así recaería más presión si cabe en el deportista.

En el velódromo de Cambridge. Twitter Oscar Pelegrí

Para el día del debut en la competición, en Cambridge (Nueva Zelanda), por mi cabeza pasaban pensamientos diferentes causados por la emoción y el miedo. Tenía muchas ganas de verme metido en plena competición y a la vez estaba con la incertidumbre de saber cuál sería mi nivel durante la prueba. A todo ello ayudaba la poca presión que tenía por parte del seleccionador ya que nuestro objetivo no era el de conseguir ningún resultado concreto. Una vez empezada la prueba me di cuenta que el ritmo que se llevaba era muy elevado –mucho más que en una competición internacional CL1 o CL2- y pasada la mitad de la prueba estaba ya deseando que terminase. Con la falta de experiencia y de ritmo no podíamos anticiparnos e íbamos a contrapié, lo que provocó que terminásemos en última posición. Pero a nivel personal no fue una derrota sino más bien una lección. Supe en el momento dónde estaba y que había mucho por mejorar.

Después de la competición había una semana para la siguiente competición en Hong Kong, y en esa misma noche empecé a trabajar mirando diferentes vídeos de pruebas de madison para saber lo que ocurría durante la prueba desde otro punto de vista y con la experiencia vivida.

Esa semana de transición fue un poco más complicada a nivel de entrenamientos porque en Hong Kong es muy complicado salir a hacer ruta, por lo que solamente entrenábamos en la pista y sobre el rodillo.

Con su compañero de equipos, Joao Matias, en
Hong Kong. Twitter Oscar Pelegrí

Antes de la competición me encontraba también con diferentes pensamientos provocados por la experiencia de Nueva Zelanda, una mayor participación y las ganas de mejorar. Desde el primer momento de la competición noté un gran cambio respecto a la semana anterior, con mucha más seguridad a la hora de dar los relevos y con la capacidad de anticiparme a algunos movimientos, es decir, “controlando” un poco más el transcurso de la prueba. Todo esto llegó hasta el punto en el que el esfuerzo es tan grande que la capacidad cognitiva se pierde y es cuando llegan los grandes fallos y ahí es donde se produce la gran diferencia con los adversarios, que unos van a más y un servidor cada vez a menos para llegar al final con el mismo resultado que en la semana anterior.

Después de esta prueba me quedé con las ganas de haber competido en otra prueba (omnium o scratch) para saber cuál es mi nivel en una prueba individual en estas competiciones. La conclusión que tengo es que por el momento estoy lejos del nivel al que la selección acostumbra a estar en esta modalidad con Albert Torres y Sebastián Mora, pero a base de trabajo y constancia me veo en un futuro mostrando un mayor nivel. También me gustaría recalcar el enorme trabajo y lo difícil que es estar al nivel al que están Torres y Mora, algo al alcance de muy pocos.

Personalmente ha sido una tremenda experiencia porque nunca pensé en poder participar en una prueba de este nivel en la pista, y además ha servido para aprender mucho del viaje, de la competición, de toda la selección nacional y poder ver las diferentes formas de trabajo de otras selecciones. Así que no me queda otra que agradecer al seleccionador Raúl Mena el haber contado conmigo.

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