Cuervo (Burgos-BH) ya sabe lo que es debutar en profesionales

Cuervo, en Mallorca

Cuervo, en Mallorca

No fue en el Trofeo Palma, sino al día siguiente, en el Trofeo Ses Salines, pero la emoción del debut fue la misma. La víspera, en su habitación del Hotel Helios, en Palma, sus manos eran una mezcla de sudor y temblor. A duras pones conseguía encajar los imperdibles que iban a fijar su dorsal en el maillot. El número 245. No lo olvidará jamás. Aquel con el que Diego León Cuervo debutó en profesionales en aquella Challenge de Mallorca de 2014.

Tras finalizar la prueba, sus sensaciones fueron indescriptibles. A sus 21 años, este joven colombiano afincado en Guadarrama (Madrid) era feliz: “por fin he cumplido uno de mis sueños. Lo llevaba persiguiendo varios años, lo anhelaba, es una agradable sensación el haber estado en la salida de la carrera y rodeado de tanta gente que hasta hace apenas unos meses veía por televisión”, acertaba a explicar. Durante la prueba, el fino corredor colombiano no sintió en ningún momento la presión de estar corriendo entre corredores de primer nivel, al contrario: “no estuve nervioso en absoluto, eran más las ganas que tenía de correr que los nervios, ya que desde Julio no corría y deseaba ya ponerme un dorsal para competir”, aclaraba.

De hecho, Diego en ningún momento se amilanó, se sentía con el mismo derecho que cualquier otro a disputar la prueba a fondo: “fue una carrera con muchísimo viento y muy rápida. Me encontré bastante mejor de lo que pensaba, ya que me falta aun ir cogiendo un poco el ritmo después de 7 meses sin competir…Me quede cortado a falta de cuatro kilómetros y medio a meta a causa del viento…”, señalaba con un punto de lamento para matizar que “también intenté coger la fuga y la verdad es que disfruté mucho”, finalizaba.

Sin embargo, en la tercera prueba, el Trofeo Serra de Tramuntana, el desenlace sería muy diferente. Diego León se encontraba bien, pero un contratiempo inesperado le obligó, a falta de 20 kilómetros, a lo que más duele a los ciclistas; poner pie a tierra: “fue una pena la verdad…Cogí un bidón de otro equipo y no sé qué era lo que tenía pero me sentó mal y me provocó mareos y vómitos, estaba bastante indispuesto y mucho mareo, por lo que tuve que abandonar”, recordaba.

Por ello, a pesar de que no estaba previsto, pidió permiso para correr a su director, Diego Gallego. Quería desquitarse, pero, por precaución, le fue denegado esa idea, sin duda descabellada y fruto del ímpetu que atesora su juventud: “la verdad es que me hubiese gustado correr pero estuve vomitando bastante toda la tarde posterior a la prueba de Tramuntana y Diego Gallego me dijo que lo mejor era recuperarme bien…”, reconocía. Afortunadamente supo escuchar: “es una pena pero bueno, carreras hay muchas y aunque siempre se quiera correr a veces toca hacer caso a los buenos consejos que nos dan”, acataba cabizbajo.

En efecto, la temporada de Diego tan sólo ha comenzado. Su ilusión no ha hecho más quepalapar su nueva realidad, tomar contacto con un mundillo donde “se va muy, muy rápido… pero que es fantástico”. Ahora deberá poner de nuevo el cuerpo a tono, Diego Gallego le necesitará sano para su próxima cita con el profesionalismo. Será en la Clásica de Almería.

Fuente: Rafa Simón. Second Sport Studio

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