El ciclismo y Ruanda, una historia de beneficio mutuo

El muro de Kigali, ascensión icónica del Tour de Ruanda

Ruanda hizo hace un tiempo su apuesta por el ciclismo y el presente habla que ese movimiento empieza a dar sus frutos

Como sabéis el pasado mes de septiembre el país africano fue elegido para acoger los mundiales de dentro de cuatro años, una guinda a una pasión que viene de lejos.

Leemos en L’Equipe que Ruanda se ha convertido en el paraíso del ciclismo e intentan explicar los motivos de ese presente que describimos.

En 100 ediciones de Campeonato del Mundo, África nunca ha estado en el mapa de anfitriones, siendo el único continente que no los ha acogido, pues uno, que ya tiene una edad, recuerda mundiales en Australia, Japón, Colombia y Estados Unidos, entre los que se celebraron fuera de la vieja Europa.

Ruanda se postuló para 2025 con el objetivo de romper esa tendencia infame, entendemos que esto es un deporte global, y lo hace con grandes mimbres para atraer los mejores ciclistas del mundo en su geografía llamada «el país de las mil colinas».

Su paisaje y relieve son atractivo de inicio, pero no lo único, la gente se cita en masa en las carreteras cuando rueda el Tour de Ruanda en un país en el que una de cada cinco personas va en bicicleta a los sitios y en especial en la región de los Grandes Lagos.

Hablan de mayor poder adquisitivo del ruandés medio para comprar su bicicleta y del surgimiento de una masa ingente de personas que practica ciclismo, como antesala a tener ciclistas.

Y ahí entró Jonathan Boyer, ciclista americano de los ochenta, el primero en correr el Tour de Francia, quien tras un año en prisión acusado de pedofilia, rehizo su vida en Ruanda, creando el Team Rwanda en 2006, un semillero de buenos ciclistas.

Con ciclistas del país, la explosión del Tour de Ruanda, que existía desde 1988, vino a continuación, la carrera ha crecido en categoría hasta ser el evento ciclista más notable de África, atrayendo al propio Israel Start-Up Nation por su orografía accidentada siempre a unos 1000 metros de actitud.

Ahora con el Mundial, el salto que se espera, es cualitativo

Artículo completo en El Cuaderno de Joan Seguidor

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