El hechizo del otoño en la Selva de Irati (Navarra)

Las 17.000 hectáreas de la Selva del Irati, situadas en la cabecera de los valles pirenaicos de Aezkoa y Salazar, es un placer en cualquier época del año, pero hacerlo en otoño es un auténtico regalo para los sentidos. Aumenta el caudal de sus arroyos y torrentes y se pueden admirar bosques cubiertos de alfombras de hojarasca y hayas centenarias que tiñen de ocre y amarillo los mágicos paisajes del Pirineo navarro. El segundo hayedo-abetal más extenso y mejor conservado de Europa, después de la Selva Negra de Alemania, es un tesoro natural con gran valor ecológico que invita a conocer su pasado a través de paseos en BTT o andando, como el nuevo sendero interpretativo Errekaidorra, que muestra cómo se usaban los recursos forestales de Irati y cuenta con dos Reservas Naturales, la de Mendilatz y Tristuibartea o Ariztibarrena, y la Reserva Integral de Lizardoia.

El mejor consejo para descubrir este paraíso es hacerlo con tiempo, sin prisas, perdiéndose por los múltiples rincones que atesora y que sirven de morada a personajes mitológicos como las lamias o el Basajaun o señor del bosque. Tampoco hay que asustarse si, entre sus árboles de más de 60 metros de altura, aflora un sonido estremecedor. Es la berrea, un ruido largo y profundo que emiten los ciervos machos en la época de celo.

La Selva de Irati tiene dos puertas de entrada en Navarra: la occidental, desde Orbaizeta, y la oriental, desde Ochagavía. Desde ambos pueblos parte una carretera que desemboca en el punto de información de Arrazola, para quienes vienen de Orbaizeta, y en el punto de información de las Casas de Irati, para quienes lo hacen desde Ochagavía.

Uno de los paseos más atractivos de la Selva de Irati, recientemente puesto en marcha, es el sendero interpretativo Errekaidorra, un sencillo recorrido de menos de diez kilómetros que parte de las Casas de Irati y en el que el visitante descubre cómo se usaban los recursos forestales de Irati para producir mástiles, remos, muebles o carbón vegetal. Durante el trayecto, se puede contemplar la diversidad de su flora y su fauna y ejemplos de las vías férreas y los sistemas de cables que llegaron a usarse para extraer parte de la riqueza natural de los bosques.

Existen numerosos senderos balizados (en verde y blanco) que permiten valorar los encantos de este entorno natural privilegiado. Dos de los más recomendables son los de Anbulolatz y Azalegi-Ermita de San Esteban, que parten del área de acogida de Arrazola. Ambas rutas se adentran en los bosques típicos del Irati y ofrecen magníficas vistas de la Selva, especialmente el que llega hasta la cima de Azalegi (1.165 metros). Más llanos y accesibles son los recorridos que parten desde el pantano de Irabia.

Otra opción igualmente interesante es recorrer Irati en bicicleta. Existen 16 rutas BTT balizadas de diferentes dificultades y durezas, con más de 400 kilómetros ciclables. Cuatro de las 16 rutas balizadas parten del área de acogida de Arrazola, pero también hay rutas que se inician en las Casas de Irati; en Pikatua, junto al Centro de Esquí Nórdico de Abodi; y en el lado francés, en los Chalés de Irati (Zuberoa). El Centro “BTT Irati” ha editado un completo folleto con el plano, rutas y perfiles, que también se ha desarrollado en la página web de Irati.

Si alguna de estas propuestas le han parecido sugerentes, le animamos a que visite la nueva página web de la Selva de Irati http://www.irati.org/es/ donde podrá ampliar toda la información sobre este enclave único.

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