En las entrañas del ultraciclismo

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El fenómeno del ultraciclismo está en auge en varios países, con recorridos de cientos, e incluso miles, de kilómetros. Sus practicantes representan una raza única de deportistas, ya que hacen en pocos días lo que la mayoría de los ciclistas harían en semanas y empujan al máximo los límites de la resistencia humana.

Pero ¿quiénes son estos pioneros y qué les motiva a vaciarse sobre una bicicleta cuando podrían estar tan tranquilos en casa?

¿Qué motiva a un ultraciclista?

El ultraciclismo exige una dedicación física extraordinaria, parecida a una adicción. Aunque es cierto que el ultraciclismo engancha, no podemos considerarlo un problema tan grave como el alcoholismo o la ludopatía. Y es que, a diferencia de lo que ocurre con otros comportamientos adictivos, los ultraciclistas únicamente dedican su tiempo libre a la actividad y suelen rodearse de personas con las mismas afinidades. Es más, dentro de las comunidades de ultraciclistas, existe una gran camaradería y un enorme respeto mutuo.

Los ultraciclistas pueden marcarse objetivos que resultan extremos para el común de los mortales, pero suelen ser tangibles y estar vinculados al crecimiento personal de quien se los propone. Subir una montaña local en el menor tiempo posible, por ejemplo, les brinda un objetivo por el que luchar y una enorme satisfacción cuando lo alcanzan.

Esta búsqueda constante del próximo desafío, de la próxima mejor marca personal, es la fuerza que motiva a los ultraciclistas a levantarse cada mañana. Y la comunidad de la que forman parte gracias al ultraciclismo es la guinda del pastel.

Un mar de kilómetros

El mundo del ultraciclismo nos ha regalado infinidad de titulares con personas que han contribuido a redefinir los límites del potencial humano sobre una bicicleta. Sin embargo, son personas normales y corrientes.

Kristof Allegaert, por ejemplo, es un profesor belga famoso por sus hazañas en el mundo del ultraciclismo. Su filosofía es muy simple: escuchar al cuerpo, comer cuando se tiene hambre, dormir cuando se está cansado y hacer tu propia carrera.

Este método, sumado a su sobrenatural capacidad de resistencia, le ha permitido conquistar carreras como la Transcontinental, la Transiberiana y la Indian Pacific Wheel Race.

En muchas carreras ha llegado a tener alucinaciones. Sin embargo, la alegría de superar sus propios límites puede con ello y más. Su vuelta por las principales ciudades belgas, bautizada como «Monopoly Ride», es uno de sus retos más famosos y demuestra que no hay que ir muy lejos para practicar esta modalidad.

Otro buen ejemplo es la escritora y rider Emily Chappell, que descubrió el ultraciclismo buscando nuevos retos que pusieran a prueba sus límites. Su estilo de vida, centrado en la autosuficiencia y los viajes en bicicleta, le sirven de preparación para sus extenuantes jornadas sobre ruedas. De hecho, Chappell no sigue un plan de entrenamiento rígido ni una dieta exigente, sino que confía en el buen estado de forma que le procura su vida nómada y en una dieta rica en grasas y proteínas y baja en azúcar.

A Chappell, pedalear le proporciona el sosiego que necesita en su vida. Y aconseja a los demás, sobre todo a las mujeres, que se atrevan a dar el paso: «es más fácil de lo que crees; las personas somos capaces de hacer mucho más de lo que pensamos».

Un carrera por la Ruta 66

Existe un tercer ultraciclista que hace poco salió a la luz con una historia de lo más interesante. Joe Barr, que así se llama nuestro protagonista, ha vivido dos capítulos ciclistas claramente diferenciados: el primero, de joven, como ciclista de carretera, con múltiples premios nacionales y una medalla en los Juegos de la Commonwealth; el segundo, como ultraciclista de más de 40 años, siguiendo lo que
le dicta el corazón.

En la actualidad, y ya con 65 años, este intrépido norirlandés sigue explorando las fronteras del ciclismo extremo. Según él, «la verdadera felicidad está en la larga distancia, ya que ofrece una mayor satisfacción, un triunfo en muchos aspectos, que se amplifica con las victorias».

Sus registros lo dicen todo: ha completado la Race Across America en múltiples ocasiones, siendo una vez primero en su grupo de edad; ha ganado la Race Around Ireland en dos ocasiones y se impuso en el Campeonato Mundial de Ultraciclismo de 2023; y a todo ello hay que añadir un puñado de récords Guinness y mundiales.

La receta de Barr para la resistencia es sencilla: mantener una buena dieta y dormir mucho. «Mi fascinación por el motor humano supera incluso mi interés por la bicicleta», explica. «Siempre he priorizado el conocimiento de las funciones corporales por encima de la mecánica de la bicicleta».

Su mujer Jill, nutricionista de profesión, es clave dentro del Barr Ultra World Endurance Cycling Team. «Los conocimientos de Jill me cambiaron la vida. La base nutricional que establecimos ha resultado clave». Su planteamiento a la hora de elaborar la dieta es muy pragmático, apostando por alimentos integrales y rehuyendo del mito de las «pociones mágicas».

Su compromiso con la recuperación se complementa con un riguroso plan de entrenamiento: salidas de 5-6 horas (o más durante el fin de semana), seis días a la semana. «Rindo mejor con una buena estructura», admite. «Me encanta el método reglamentado del ultraciclismo».

Su próximo desafío consiste en completar la icónica Ruta 66 a los 66 años y batir un nuevo récord Guinness. «La Ruta 66 cumple su centenario el año que viene», explica Barr. «Son unos 4000 km y cruza ocho estados. Este mes de junio analizaremos el recorrido y la idea es intentar asaltar el récord el junio siguiente. Mucha gente lo ha intentado, pero nadie lo ha conseguido».

Barr espera ser el primero en lograr tal hazaña. Si lo consigue, se habrá ganado el derecho a ser considerado uno de los ultraciclistas más importantes de todos los tiempos.

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