Es complicado entender a Miguel Ángel López

© Movistar

Lo mejor que le puede pasar a Miguel Ángel López es que se centre en el futuro. En la batalla mediática que va a quedar de fondo entre Movistar y Miguel Ángel López, a la que siempre miraremos de lejos, aunque la realidad otros caminos, mucho me temo que hay un ganador, el equipo. Y lo digo viendo una y otra parte cómo se desenvuelve y a dónde va a ir a parar.

Mientras en el equipo el primero de octubre se dio carpetazo al tema, el ciclista parece haber entrado en bucle hasta llegar a lo más perjudicial: contradecirse. Hemos leído algunas de las notas de su rueda de prensa de Miguel Ángel López… y las piezas comienzan a encajar.

Que Movistar y el ciclista acabaran de esa manera tiene capítulos anteriores, cosa que por otro lado era de esperar, pues uno no explota de forma tan inédita en una carrera como la Vuelta como lo hizo Miguel Ángel López. El equipo metió en vereda al ciclista, le ordenó abandonar el Tour, donde poco tenía que rascar, y luego le impidió ir a los Juegos Olímpicos para estar bien en la Vuelta.

Ambas cosas entran dentro de lo normal. En Francia, el colombiano se quedó rápido de los mejores y para defender la sexta plaza de Enric Mas poco o nada debía hacer. Sobre la decisión de Tokio se evidencia, por enésima vez, que el ciclismo de banderas es un concepto romántico que alimenta unas cuantas almas, donde estén los intereses de la marca se quitan las alienaciones de los seleccionadores.

Artículo completo en El Cuaderno de Joan Seguidor

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