Historia de la pista olímpica: Montreal’76

Tkac y Morelon © Olympic.org

TrackPiste / Ciclo 21

Con los Juegos Olímpicos de Montreal se comenzaba la estabilización de fechas para este evento al comienzo del verano y que solo se rompería en el futuro en aquellas ediciones que requerían otras fechas. En esta ocasión, los Juegos de la XXI Olimpiada se celebraron entre el 17 de julio y el 1 de agosto.

Pero también significaron el comienzo de una época en la que la política se impuso al deporte y que conllevó diferentes renuncias, tanto en esta cita como en las siguientes de Moscú y Los Ángeles. A Montreal no acudieron 22 países africanos, mientras que otros 4 los boicotearon parcialmente. Y todo por una gira de la selección neozelandesa de rugby por Sudáfrica, excluida del mundo deportivo por el ‘apartheid’. Como no se sancionó a los ‘kiwis’, los países africanos optaron por el boicot, que afectó a algunos deportes, aunque no fue el caso del ciclismo y menos el de pista.

Por otro lado, fueron los primeros Juegos que supusieron una importante deuda para los organizadores. y, en definitiva, para sus ciudadanos, que tuvieron que afrontar económicamente el pago de la misma durante casi veinte años, con instalaciones que no se terminaron a tiempo, con importantes sobrecostes o que tuvieron una dudosa utilidad. El caso más evidente fue el del velódromo: no solamente no estuvo terminado para los Mundiales de 1974, por lo que se tuvo que construir una pista descubierta desmontable en la Universidad deprisa y corriendo, sino que después no tuvo ninguna utilidad para el escaso número de ciclistas canadienses federados. De hecho, el recinto cambió completamente su función convirtiéndose en 1992 en el Biodôme, un museo de la naturaleza que recrea cuatro ecosistemas americanos, como la selva, los Polos, el golfo de San Lorenzo y el bosque quebequés.

La verdad es que el llamado Velódromo Olímpico tampoco tuvo gran éxito durante los Juegos. Pese a ser la primera vez que se disputaban las pruebas de pista en un recinto cubierto en la historia de los Juegos, con una capacidad de cerca de 10.000 espectadores, en una pista de 285,714 metros de cuerda, apenas fueron unos 300 espectadores de media en los cinco días de competición, del 21 al 24, en un programa de sólo cuatro pruebas al descartarse la presencia de los tándems, a pesar de ser una disciplina que se venía disputando desde 1906.

Gregor Braun © Olympedia.org

Alemania fue la gran protagonista de aquellos Juegos, ganando tres de las cuatro medallas de oro: dos para la RFA y una para la RDA. Y en las dos germanoccidentales, persecución individual y por equipos, intervendría Gregor Braun, quien tendría una larga carrera profesional, incluyendo dos Mundiales en esta disciplina. El germano derrotaba en la final al neerlandés Herman Ponsteen, marcando unos tiempos de 4:47.61 y 4:49.72, con el germanoriental Thumas Hushke completando el podio. Y en la prueba por equipos, los alemanes superaban fácilmente en la final a la Unión Soviética (4:21.06 a 4:27.15), con un equipo en el que repetían dos de los medallistas de Munich, Gunther Schumacher y Peter Vonhof, el bronce de la individual cuatro años antes, Hans Lutz, y el mencionado Braun. Por su parte los soviéticos formaron Vladimir Osokin, Aleksandr Perov, Vitaly Petrakov y Viktor Sokolov. El bronce, sin embargo, estuvo más reñido, con un ajustado triunfo de Gran Bretaña (Ian Banbury, Mick Bennet, Robin Crocker y Ian Hallam) sobre la RDA.

El tercer oro alemán -el oriental- llegaría en el kilómetro. Una final en la que el joven belga -18 años- Michel Vaarten marcaría un tiempo que durante mucho tiempo parecía que le iba a valer el oro. No fue superado por el vigente campeón olímpico, Niels Friedborg, que al final tendría que conformarse con el bronce Ni por el soviético Eduard Rapp, que se paró pensando que le iban a dar como falsa su salida, pero no fue así. Hasta que llegó Klaus-Jürgen Grünke y mejoró la marca del belga en más de un segundo y medio (1:05.927), a pesar de que fue por detrás durante la mitad de la prueba.

La única medalla que se les escapó a los germanos fue la de velocidad, donde Anton Tkác rompió el sueño de Daniel Morelon de sumar su tercer título olímpico en esta disciplina. El checoslovaco se impuso en la primera manga con relativa facilidad, pero el francés lo contrarrestó bien en la segunda. Y en el desempate, un ataque de salida de Tkác le permitió cobrar una diferencia que Morelon no pudo reducir. En la lucha por el bronce, Hans-Jürgen Geschke -el padre del profesional Simon- se hacía con el bronce, iniciando una sensacional saga de velocistas de la RDA que serían protagonistas en los años siguientes.

¿Españoles en Montreal? Pues tras las tímidas presencias en México y Munich se decidió no acudir, a pesar de que hubo ciclistas que podrían haber competido y que estuvieron participando en otras citas previas. ¿Razones? En aquellos tiempos no se solían dar ni pedir explicaciones, pero todo parece indicar que podrían ser motivos económicos -debido al coste del desplazamiento- los que motivaron la reducción de la delegación española, en unos Juegos que para muchos pasarán a la historia -no todo iba a ser malo- por figuras como Nadia Comaneci, y la perfección de 10 en sus ejercicios gimnásticos, o el atleta Alberto Juantorena, con su doblete en 400 y 800 metros.

Fuentes: Olympics.org, Olympedia y Wikipedia.


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