Historia pista olímpica: Los Ángeles 1984

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Desde el mismo momento en que Estados Unidos boicoteó los Juegos Olímpicos de Moscú, se sabía que la Unión Soviética tomaría algún tipo de represalia contra Los Ángeles 1984. Y no se complicaron mucho la vida para buscar la causa, el ambiente anticomunista y antisoviético existente en la ciudad. Y como era de esperar, arrastraron a la mayor parte del bloque soviético, salvo Rumanía y Yugoslavia -que fueron vitoreadas por ello-. Las ausencias no afectaron mucho a la participación global, ya que con 140 países presentes se alcanzaba un máximo histórico -aunque no en participantes- pero las ausencias se dejaron sentir en algunos deportes, como el ciclismo en pista.

Tras la debacle económica de Montreal, los Juegos de 1984 cuidaron mucho los aspectos empresariales y más cuando no contaban con ayudas oficiales. Y en este sentido, el trabajo del Comité Organizador con Peter Ueberroth a la cabeza, fue sensacional: solamente fue necesario construir dos instalaciones deportivas, se obtuvieron grandes aportaciones por el patrocinio y se consiguió un superávit de 220 millones de dólares. Un modelo de negocio que se asumiría en posteriores citas olímpicas, despertando el interés de muchas ciudades por albergar los Juegos, cuando Los Ángeles había sido la única candidatura que se postuló en aquella edición.

A nivel general, destacar las figuras de Carl Lewis, que conseguía las mismas cuatro medallas que Jesse Owens en 1936, aunque el velocista no despertaba demasiadas simpatías; a la simpática gimnasta Mary Lou Retton, ganadora por primera vez en la historia del oro individual completo… y al decatleta Daley Thompson que en la ceremonia de clausura felicitó con una leyenda en el pecho de su camiseta a la organización por unos magníficos Juegos -y que tuvieron en la ceremonia de apertura uno de sus momentos clave- y criticó en la de la espalda a la televisión norteamericana por centrarse principalmente en los deportistas norteamericanos.

El velódromo olímpico

El velódromo fue una de las dos instalaciones que tuvo que construirse y no necesitaron realizar una gran instalación como en Montreal o Moscú: una pista edificada en la California State University, de 333,33 metros, de madera y descubierta, en un recinto de 2.000 espectadores, ampliable hasta 6.000 durante los eventos olímpicos. Tras los Juegos, el uso para competiciones de ciclismo no cubrió los costes mínimos, por lo que se utilizó más en espectáculos de todo tipo, como conciertos, con algunas actuaciones (Greatful Dead, Metallica) memorables… por los problemas que originaron al vecindario.

A finales del siglo se comenzó a construir el estadio de Los Ángeles Galaxy que conllevó la demolición del velódromo olímpico, aunque en la misma zona se levantó un recinto cubierto -conocido inicialmente como Home Depot Center- que acogería los Mundiales de 2005 y que será la sede del ciclismo en pista en de los Juegos Olímpicos de 2028.

Pero volvamos al 1984, y en concreto a las días transcurridos entre el 31 de julio y el 4 de agosto, cuando se disputó el programa olímpico de pista, que en esta ocasión había aumentado en una prueba más, la carrera a los puntos, que tuvo en el belga Roger Ilegems al primer campeón olímpico, al superar ampliamente en puntos (37 a 15) al belga Uwe Messerchmidt, mientras que a una vuelta quedaban otros cinco corredores, entre ellos el mexicano Manuel Youshimatz como medalla de bronce.

Como decíamos, el ciclismo en pista fue uno de los deportes que más notó la calidad de los ausentes, en especial germanorientales y soviéticos… de lo que se aprovechó perfectamente Estados Unidos para llevarse dos oros, dos platas y un bronce e imponerse en el medallero de las 32 naciones presentes, entre las que no estaba España. Y es que en aquellos años no había nada parecido a una política sobre ciclismo en pista y los pocos especialistas existentes se pasaban rápidamente al campo profesional.

El gran protagonismo norteamericano se vivió en la velocidad, donde ausente el gran favorito Lutz Heßlich -campeón olímpico vigente y ganador cuatro años más tarde en Seúl, y cuatro veces arco iris -, sus dos mejores velocistas se plantaron en la final. Por un lado, Mark Gorski, retirado a principios de la década a causa de varias lesiones, pero que regresó para preparar los Juegos de casa; por otro, Nelson Vails, ‘Cheetah’, mensajero de las calles de Nueva York, pero que nunca había ganado a Gorski en una gran competición, con el mismo desenlace en Los Angeles. Para el medallista de plata, el honor de ser el primer velocista negro en estar en un podio olímpico, en una curiosa historia a la que nos referiremos algún día. El japonés Tsutomu Sakamoto completaba este podio.

También aprovecharon bien los locales la ausencia de los persecucionistas del Telón de Acero. Steve Hegg, un antiguo esquiador de fondo, derrotaba ampliamente en la final al alemán -occidental, claro- Rolf Golz (4:39.35 a 4:43.82), mientras que Leonard Harvey Nitz lo hacía por centésimas al australiano Dean Woods en la final de consolación. Algún tiempo después se supo que ambos se habían preparado con transfusiones de sangre… aunque en aquellos tiempos aquello no era ilegal.

Pese a tener a ambos en su equipo de persecución -que completaban Dave Grylls, Pat McDonough y Brent Emery-, no pudieron superar en la final a Australia, con Michaekl Grenda, Kevin Nicholas, Michael Turtur y el ya mencionado Woods: 4.25.99 a 4:29.85. No obstante los norteamericanos fueron de menos a más, ya que comenzaron con el quinto tiempo en la primera ronda. Por el contrario, Italia, que había marcado el mejor tiempo en la clasificatoria, no podía pasar de la cuarta plaza final, al ser superada en la lucha por el bronce por Alemania Occidental (Golz, Reinhard Alber, Roland Gunther y Michael Marx).

Finalmente, el kilómetro contrarreloj también estuvo marcado por las ausencias de los velocistas de la URSS y la RDA, aunque a nadie sorprendió la victoria de Fredy Schmidtke, de la RFA, con un discreto tiempo de 1:06.10 -pero normal al ser al aire libre-, que estaría acompañado en el podio por el canadiense Curt Harnett -el primer hombre que, once años más tarde, bajaría de los 10 segundos en los 200 metros y mantendría esa marca durante once años- y del francés Fabrice Colas.

El campeón del kilómetro, Fredy Schmidtke © Olympedia / Wikipedia Common


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