Jonathan Garrido: «Barcelona’92 fue una experiencia increíble»

La histórica foto de su actuación en Barcelona’92

Track Piste / Ciclo 21

Ex ciclista amateur con muchos kilómetros en las piernas, algunos campeonatos de Catalunya, España y hasta alguna Olimpiada BCN92. 

Así se define en su cuenta de Twitter Jonathan Garrido, un catalán de Pineda de Mar que el pasado 27 de noviembre cumplió 46 años, que quizá resulte bastante desconocido en nuestros días, pero que fue uno de los históricos del ciclismo en pista nacional por su presencia en aquellos Juegos Olímpicos, como miembro de la cuarteta de persecución, que fueron el comienzo de una época dorada de nuestro deporte… aunque por culpa de una enfermedad no tuvo continuidad.

“Fue una experiencia increíble. Poder correr unos Juegos en el velódromo en que tantas veces habíamos corrido, en el de casa”, recuerda 27 años después. Algo que viviría con sólo 18 años, en un equipo totalmente nuevo respecto a Seúl, y en el que tenía a Adolfo Alperi (22 años), como el más veterano, con Gabriel Aynat (20) y Santos González (18) como compañeros de equipo.

De ello se deduce que la vivencia olímpica comenzó mucho antes para Garrido, cuando era prácticamente un adolescente. “Fue cuatro años antes, en un Campeonato en Zaragoza, cuando éramos cadetes. De hecho, en 1989 ya nos concentramos en Font Romeu, gente de pista y carretera. Se seleccionó a mucha gente y poco a poco se fue haciendo la criba”. Un año más tarde se proclamaba subcampeón del mundo junior, en persecución individual, en Middlesborough (Inglaterra), y ya por aquel entonces sabía que iba a estar en Barcelona 92, si no sucedía nada extraordinario.

No obstante, aquellos años fueron muy duros. “Recuerdo un titular muy acertado del Meta 2Mil: ‘Llegó el rodillo ruso’. Los métodos del seleccionador ruso -Alexander Nietzigorostev- eran muy duros, llegando a entrenar tres veces al día. Por la mañana, en ayunas, nos tocaba hacer media hora de rodillo. Luego salíamos a la carretera y después de comer, una nueva sesión, o en carretera nuevamente, o en el velódromo, o en el gimnasio. Ah, y a veces incluso teníamos piscina por la noche, después de cenar”. Unos entrenamientos que realizaban principalmente en Palma, pero también en Barcelona e incluso en Madrid, donde vivían en la Residencia Blume. Garrido fue uno de los pocos pistards en rodar por el velódromo de la Vía Carpetana, el antiguo canódromo, “que era muy rápido, pero que parecía como si lo hubieran dejado caer desde arriba”.

Buscando la tranquilidad en Atenas

En el podio de Middlesborough

También recuerda que “dos o tres semanas antes nos fuimos a Atenas a entrenar, porque aquí teníamos mucha presión, de todo el mundo, sobre todo Moreno, y allí teníamos unas condiciones muy similares de temperatura y humedad y sobre todo la tranquilidad que no teníamos en Barcelona”.

Y el resultado fue el deseado ya que Moreno lograba, en el kilómetro, la medalla de oro, la primera del ciclismo español en unos Juegos. “Es el mejor recuerdo que tengo de Barcelona. Llegaron a la habitación un montón de telegramas, de gente muy variopinta, aunque el que más recuerdo es el de Jesús Gil”. Sin embargo, unos días después, la actuación de la cuarteta no fue tan positiva, ya que acabaron décimos, con un registro de 4:23.013. “Por los tiempos que estábamos haciendo, esperábamos estar más arriba, entre los ocho mejores como poco. ¿Qué pasó? Tampoco sé decirte exactamente qué pasó. Antes no se podían analizar los tiempos como ahora, ya que no había informática y se tomaban de forma manual. La verdad es que tampoco lo hemos hablado. Con el paso del tiempo, y viendo el tipo de entrenamientos que se hacen ahora, muy distintos, piensas que quizá llegamos muy cargados de entreno, pero lo cierto es que los resultados salían”.

Fue la única prueba que corrió en Barcelona’92, ya que la persecución individual había quedado descartada tiempo atrás. “En los tests individuales Alperi hizo mejores tiempos y era lógico que la corriese él”. Es precisamente con el asturiano con el que guarda mayor relación hoy en día. “No estoy muy metido en el ciclismo y según vas saliendo pierdes el contacto con la gente”.

Una retirada prematura

Entrenando en Atenas

Garrido continúo trabajando con la selección de cara al siguiente ciclo olímpico, con el objetivo de Atlanta’96, en un grupo en el que fueron entrando ciclistas como Juan Martínez Oliver, Joan Llaneras, Isaac Gálvez o Toni Tauler. Pero su permanencia en el mismo no fue demasiado larga.

“Estuve hasta 1995. En una prueba de esfuerzo en la Blume me subió mucho la tensión, y me dijeron que no era normal. Me hicieron varias pruebas y descubrieron que mis riñones no depuraban bien, y que tenía que dejar la bici. De hecho, en 2002 me trasplantaron un riñón. Fue un mazazo. Me quedé tan bloqueado cuando me lo dijeron que tuve una temporada de desconexión total, de no querer saber nada, de cerrarme en mi mismo, aunque con el paso del tiempo me arrepiento de no haber estudiado y haber seguido vinculado al ciclismo, como entrenador, en alguna escuela”.

También ello cortó las opciones de ser profesional de carretera. “Se hablaba de que después de Atlanta podríamos pasar gente como Santos, Tauler o yo. Pero era sólo un plan. Tendría que haber hecho mucho trabajo de adaptación”.

Volver al velódromo

El nombre de usuario de Twitter, @johnyTaxino engaña sobre su profesión actual, que ejerce en su Pineda del Mar. Y alguna vez habla incluso de su pasado como pistard. “Aquí hay una prueba de triatlón muy famosa –el Trirelay- y cuando subo al taxi a algún participante, siempre acabamos hablando de mi experiencia olímpica”.

En la actualidad

Sus compañeros de taxi también han pasado a ser compañeros de ‘grupeta’. “Hemos creado un grupo y salimos con la mountain bike”. Sin embargo, fue su hijo, que ahora tiene once años, el impulsor de su regreso. 

“Llevaba mucho tiempo sin salir y por acompañarle me compré la BTT, pero ahora me he tenido que comprar también una de carretera. Tiene buena madera, pero no le va el competir. De momento prefiere jugar al futbol”. Un chaval que es plenamente consciente del momento de gloria que tuvo su padre. “Aquí en casa tengo pocas cosas, pero en la de mis padres, sí. Y me pregunta algunas cosas sobre mi pasado”.

Eso sí, ni el grupo de taxistas-ciclistas, ni Gorka, han conseguido que vuelva a montar en un velódromo. “He ido a ver alguna competición en Barcelona o Mataró, y hace unos años, cuando se cumplió el 25 aniversario de Barcelona me hicieron un reportaje e incluso subí a una bici de pista, pero vestido de calle. Hace más de veinte años que no monto en un velodromo y es mi asignatura pendiente. La verdad es que sí tengo ganas y a ver si un día consigo dar cuatro vueltas completas”.

Fotos cedidas por Jonathan Garrido

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