Kern Pharma: Cercanía y conversación

Este martes por la tarde retomamos las charlas de 21 minutos de #CiclismoReal. Jon Armendariz, antiguo corredor del Equipo Lizarte y actual director deportivo de la escuadra ‘rosa’, raíz y filial del Equipo Kern Pharma, charló sobre algunos elementos clave de la proyección de los corredores. La gestión del grupo, las cualidades que han de tener los ciclistas para llegar al campo profesional o la relación entre los miembros del equipo son algunos de los aspectos que abordó Armendariz.

Aunque se habló de futuro y de visión hacia el profesionalismo, el director pamplonés recordó la difícil realidad del pelotón amateur. Como señaló, la mayoría de corredores no llegan, por diversas cuestiones, a cumplir su sueño como ciclista. Él mismo rememoró su propio caso y el momento en el que decidió abandonar la competición en su cuarto año como sub23: “Dejarlo es una decisión que la tomas poco a poco pero, cuando llega, hay que dar el paso sin estirar en exceso la situación”.

A continuación, compartimos algunas de las ideas que Jon Armendariz plasmó en este capítulo de la serie ’21 minutos de #CiclismoReal’.

(1) La conversación es un elemento fundamental. En la estructura de la Asociación Deportiva Galiber, el trato entre ciclistas y técnicos es cercano y cotidiano. De esta forma, se consigue conocer y empatizar más con el corredor. Armendariz sostiene que su relación con los jóvenes talentos no puede estar limitada a las carreras. Es necesario llamar, conocer, saber qué piensa y qué inquietudes tiene cada corredor en su vida diaria. Este aspecto es más necesario si cabe en equipos de formación como son el Equipo Lizarte y el Equipo Kern Pharma.

(2) Los ciclistas no son su puesto, sino su actitud. Lejos de lo que se pueda pensar, Armendariz dota de más importancia al día a día y al desempeño en la competición que al palmarés de cada ciclista. Para él, sirve de poco limitarse a estar en el pelotón y conseguir un buen puesto. Lo que de verdad muestra la capacidad de un corredor es su implicación con el grupo, su regularidad, su capacidad de sacrificio… Iñigo Elosegui y Sergio Araiz son dos ejemplos de corredores que han logrado ser profesionales sin conseguir un número abultado de triunfos en la categoría sub23. Su mérito era otro: rendir en cada una de sus apariciones, ya fuera buscando el triunfo o al servicio del equipo.

(3) El trabajo es única vía para hacerse ciclista. Aunque hay jóvenes promesas que ‘están tocados por la varita’ (en el sentido de que poseen cualidades innatas para la práctica del ciclismo), todos los corredores que llegan a profesionales llevan mucho sacrificio a sus espaldas. Hay muchos que podrían llegar a dar el paso, pero no todos están dispuestos o tienen la capacidad de sacrificarse lo necesario para lograrlo.

(4) El fuego lento es la mejor herramienta de proyección. En el ciclismo hay que ir rápido, pero no a la hora de formarse como ciclista. En los primeros años de sub23, no se puede exigir a los chicos como a un ciclista de cuarto año. Al principio, toca remar en cabeza del pelotón y hacer el trabajo oscuro de los primeros kilómetros; conforme se ganan tablas, llegará el momento de ejercer como jefe de filas. Ser profesional es un proceso que no culmina de la noche a la mañana. La nutrición, el descanso y los entrenamientos deben ir en progresión acorde con la madurez del deportista.

(5) El profesionalismo no es la única meta. La mayoría de ciclistas que pasan de juvenil a aficionados lo hacen con el anhelo de ser profesionales en el futuro. Cuando ese logro se resiste, la cabeza va convenciendo al corredor de tomar otros caminos hasta colgar la bicicleta de forma definitiva. Sin embargo, el tiempo invertido en el ciclismo no es tiempo perdido. Valores como el esfuerzo, el compañerismo o el sacrificio diario son elementos que se adquieren en el deporte y que perduran en la vida de todos los que, de una u otra forma, han sido ciclistas.

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