La Vuelta a Burgos del milenio que venció Piepoli

Ángel Olmedo Jiménez / Ciclo 21

El año 2000, una vez superado (por inexistente) el tan temido efecto del cambio de cifras, se desarrolló, en todos los ámbitos, con una normalidad pasmosa y, desde luego, muy apartado del pretendido caos informático y social que se aventuraba, antes, en los corrillos y en los medios. Dentro de esa sucesión de avatares, y con la resaca del segundo de los siete Tours de Francia vencidos por Lance Armstrong (ésos que ahora no existen en el palmarés de la prueba francesa por la actuación de la USADA) y de la victoria del holandés Erik Dekker en la Clásica de San Sebastián, la edición del año 2000 de la Vuelta a Burgos se presentaba con una participación de 19 equipos y un total de 188 participantes (entre los meritorios, el propio Armstrong, Olano o Jalabert).

El cartel contaba con cuatro etapas en las que enseñoreaba, por méritos propios, la tercera, con la subida a las Lagunas de Neila, en una jornada que partía desde la fábrica de Calcetines Gaviota, radicada en Pradoluengo, con un recorrido total de 164 kilómetros. En los dos años anteriores, el vasco Abraham Olano se había impuesto en la clasificación general, demostrando su capacidad en las vueltas de una semana y la categoría de un corredor que, en 1998, se alzó con el maillot oro de la Vuelta a España y con el arco iris que le acreditaba como campeón del mundo contra el crono (en el trazado disputado en Valkenburg).

Sin embargo, el protagonista de nuestra historia de hoy es un hombre de nacionalidad italiana, aunque nacido en el municipio suizo de La Chaux-de-Fonds (una localidad fronteriza del cantón de Neuchâtel) que, antes del año 2000, ya había apercibido de sus dotes de contrastado escalador en las etapas de la vuelta castellana. Responde al nombre de Leonardo Piepoli y, aquel año, publicitaba los colores del equipo navarro Banesto.

Como decíamos, Leonardo no era un desconocido en tierras burgalesas, ya que, en 1998, luciendo el maillot del Saeco, acabaría segundo de la clasificación general, habiéndose impuesto en la (siempre ineludible) subida a las Lagunas de Neila. Y, reiterando su hegemonía en la subida, en el año 1999, ya con el maillot de Banesto, elevó sus brazos en la línea de meta de Neila.

Piepoli, líder en Burgos

Piepoli, líder en Burgos

El italiano se presentaba en la edición del 2000 con un palmarés discreto, habiendo obtenido la victoria, única y exclusivamente, en una etapa del Criterium Internacional (que también había ganado el bueno de Abraham Olano) y en una etapa y en la general de la Vuelta a Aragón (por delante de su compañero de equipo, Aitor Garmendia).

En la primera etapa, que se disputó entre Miranda de Ebro y San Juan del Monte resultó ganador el hombre de Euskaltel, Alberto Martínez, que fue el más rápido en los seis kilómetros de cronoescalada.

Para el día siguiente, la organización había preparado una jornada entre Burgos y la ciudad romana de Clunia, que presagiaba, a todas luces, una llegada masiva. El belga del equipo Lotto, Andrei Tchmil se anticipó a sus opositores en el sprint y el maillot morado descansaba aún en las espaldas de Alberto Martínez.

El plato fuerte de aquella Vuelta a Burgos se centraba, como apuntábamos anteriormente, en la tercera jornada, señalada para el miércoles 9 de agosto, y con final en la durísima ascensión de las Lagunas de Neila (que, en este año 2015, se reserva para la última etapa, el sábado 8 de agosto). La carrera llegó con los favoritos agrupados al puerto (que cuenta con desniveles del 9% y el 12% en sus rampas más duras) y fue gracias al fuerte ritmo impreso por Manuel Beltrán (por entonces en las filas del Mapei) que se produjo una selección importante, dejando por delante a Ángel Casero (Festina), Igor González de Galdeano (Seguros Vitalicio), Óscar Sevilla, el italiano Piepoli y el francés Hervé.

Otros hombres de gran talla como Zülle, Olano, Armstrong o Jalabert se descolgaron y llegarían a meta con auténticas minutadas respecto de Piepoli (desde los 2 minutos y 31 segundos del suizo a los 13 minutos del francés, pasando por los 5 minutos y medio que cedió el texano). Apenas a un kilómetro y medio de meta, y con la selección de escogidos ya hecha, el italiano de Banesto lanzó un ataque demoledor, que dejó clavados a Hervé y a Óscar Sevilla, marchándose en solitario hacia la victoria y, con ella, a por el maillot morado que le acreditaría, a la postre, como vencedor final de la ronda. Con su triunfo en la cima, Piepoli se convertía en el primer ciclista en inscribir su nombre en tres ocasiones consecutivas en el alto de las Lagunas y, además, se hacía con el jersey de mejor escalador.

En la última etapa, entre Medina de Pomar y la capital burgalesa, el italiano Giovanni Lombardi (enrolado en las filas del Telekom) batió al australiano Scott Sunderland (del equipo Palmans), si bien se hizo preciso consultar la “photo-finish”, pues la diferencia fue mínima.

Al pódium final, acompañando al ganador, se presentaron el albaceteño Óscar Sevilla y el francés Pascal Hervé, que tan buen rendimiento había demostrado en la ascensión del día anterior, y que lucía el jersey de la regularidad.

Piepoli, en Hautacam © ASO

La historia de Piepoli en Banesto acabó en 2003 y fichó por el Saunier Duval, conjunto en el que obtendría sus cinco mayores victorias (dos etapas en la Vuelta a España de 2004 y 2007 y tres etapas en los Giros de Italia de 2006 y 2007 [en esta última edición también se hizo con el maillot de mejor escalador]).

Sin embargo, el devenir del transalpino se vio ensuciado por los hechos de la campaña de 2008, donde su equipo se retiró del Tour de Francia (en la duodécima etapa), tras conocerse el dopaje de Riccó (que había vencido en Super Besse y Bagnères de Bigorre). En esa edición, Piepoli obtuvo la primera posición en el alto de Hautacam (un control posterior a sus muestras de sangre antes del Tour y durante la carrera ofrecieron positivo por CERA), por delante de su compañero de equipo Juan José Cobo. Fruto de ese escándalo, Saunier Duval abandonó el patrocinio del ciclismo.

Esperemos que la edición de la Vuelta a Burgos sea mucho más tranquila en lo que a dopaje se refiere y que en Neila se pueda disfrutar de un espectáculo de ataques y entrega que la montaña castellana siempre asegura.

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