Lars Boom, la eterna promesa que debe confirmarse en 2014

Lars Boom © Belkin

Lars Boom © Belkin

Nicolás Van Looy / Ciclo 21

Con un brillantísimo –y rentable– futuro por delante en el mundo del ciclocross, Lars Boom dudó durante mucho tiempo si la mejor opción para él era seguir en el más reducido mundo de la especialidad invernal o dar un incierto salto hacia la ruta, un campo con más posibilidades y en el que había dado sobradas muestras de capacidad en las carreras en las que había tomado parte con el Rabobank Continental.

Su decisión final de cambiar el barro por el asfalto –aunque, al igual que Zdenek Stybar siga haciendo cada vez más esporádicas incursiones en el ciclocross– destapó al gran mirlo blanco del ciclismo holandés de cara a las grandes clásicas de primavera. Cuatro años después de su primera temporada primaveral completa, el ahora líder de Belkin para esas carreras se encuentra ante el que él mismo reconoce que debe de ser su año de confirmación. Con 28 años ya no queda mucho margen de error para comprobar si aquella apuesta fue la correcta o si, por el contrario, hubiese sido más inteligente haber seguido bregando con Nys y compañía.

No sería justo calificar el palmarés conseguido hasta el momento por Boom como de desastroso, pero tampoco haríamos honor a la verdad si dijésemos que ha alcanzado el nivel que se esperaba de él. Una etapa en la Vuelta a España, un nacional holandés de fondo y otro de contrarreloj o Eneco Tour son algunos de sus triunfos más destacados. Cuando se enfundó en 2008 los dos maillots de campeón de Holanda ante las grandes figuras de su país las expectativas se dispararon. Desde entonces, el estancamiento.

El sexto puesto en la París-Roubaix de 2012 y la quinta plaza del Mundial de ese mismo año unidos al hecho de que siempre se le ha visto muy activo y con los mejores en las clásicas de adoquines son, para muchos, prueba suficiente de que se trata de un corredor que puede aspirar a todo en estas carreras pero, ¿tiene la capacidad de dar ese pasito que le falta para ser un ganador?

Él mismo reconoce que “siempre se ha tenido una expectativa muy alta conmigo. No conozco otra manera de afrontar estas carreras. Desde que en 2008 gané a los profesionales en el Nacional como Sub-23 siempre he sido una de las ruedas a vigilar en las carreras”. Con ello, Boom no se quita presión ya que “personalmente, también tengo esas esperanzas depositadas en mí, pero cuando llegan las clásicas flamencas siempre ocurre algo. Siempre hay alguien que está un poco por encima de todos los demás ya sea Cancellara, Boonen… Además, en los dos últimos años he tenido distintos problemas de salud en esas semanas”.

El problema para el corredor nacido en Vlijmen es que no acaba nunca de rematar la faena. Incluso el pasado año, cuando completó una muy regular y consistente primavera flamenca, se tuvo que conformar con unas muy discretas undécima y decimocuarta plazas en Flandes y Roubaix, respectivamente, algo a lo que hubo que añadir la explosión –veremos si se confirma este año– de otro corredor que también ha dejado el ciclocross estando en lo más alto –y con su misma edad– y que maravilló al mundo siendo el único que aguantó a Cancellara en Roubaix como es Zdenek Stybar.

Al igual que le ocurre a Cancellara, Boom reconoce estar un poco por detrás de algunos de sus rivales a estas alturas del año. Ha esperado hasta el Tour de Catar para debutar en la temporada y asegura que “el primer día lo pasé mal para seguir el ritmo. Luchar en un abanico siempre es algo complicado. El segundo día ya pude estar con los primeros sin demasiados problemas, pero hay que reconocer que Boonen y su gente rodaban muy fuerte”. Pese a que ‘Tornado Tom’ está metiendo auténtico miedo a todos sus rivales, Boom no se amilana y se muestra optimista al decir que “si hago Catar, Omán, Het Nieuwsblad y París-Niza sin dificultades estaré en condiciones. Con el invierno que he hecho, estoy seguro de que tendré las piernas para afrontar los Monumentos”.

No cabe duda de que se trata de una apuesta a todo o nada por parte de un corredor al que le ha llegado el momento de no poder conformarse con, al menos, una plaza de podio en una gran clásica.

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