Las cicatrices a las que se agarra Valverde

Valverde atiende a la prensa © Movistar

Carlos Arribas ha hablado con Alejandro Valverde, y pongamos como nos pongamos, seamos de unos u de otros, calcemos lo que calcemos, éste es un ciclista único, que encandila e ilumina y no puede dejar indiferente. Como me dijeron una vez: “Valverde tiene algo que no se entrena: carisma”.

Y así es. Cuando Valverde habla de ciclismo no puedes menos que sentirme cómplice con lo que dice y comenta, porque es sencillamente amor lo que desprende por este deporte y pasión por cómo el ciclismo ha llenado las horas de su vida.

A saber, Alejandro Valverde, 37 primaveras a la espalda, se destrozó literalmente la rodilla en el prólogo del Tour. Su forma de afrontar aquella crono, de entrar en aquella curva, delataba que el murciano tenía veladas intenciones de ser protagonista clave en esa carrera. Acabó rápido, se fue al suelo, pero de aquello salió una tremenda cicatriz en su pierna izquierda que supongo que hoy mira y le recarga las pilas.

La entrevista saca a relucir este ciclista que para mí es sin duda el más singular y completo de la historia de este deporte en España, el corredor que todo lo cambió, que ha culminado gestas nunca vistas, pero que ha bebido de las raíces y espíritu de este lado de los Pirineos: ha ganado una Vuelta, ha pisado el podio de las tres grandes, pero al tiempo ha sido un martillo en clásicas y recordman de medallas mundialistas.

Artículo completo en El Cuaderno de Joan Seguidor

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