Las incómodas verdades del ciclismo español

Contador_Froome_Volta Catalunya_2016

Contador y Froome © ASO

Empieza la Vuelta, la fiesta, el ruido, vienen con ella. Mirad un momento el recorrido, esa joya que cada año brilla, según sus creadores, y asegura que veamos una carrera de postín. Miradlo. A mí me recuerda lo del payaso de Micolor, una carrera hecha de parches. Nos quedaremos con la forma, etapas en alto, más de diez, sin casi cronos, y mucho espectáculo, sobre el papel. El fondo es otra cosa. Una comunidad, Galicia, acoge siete etapas, siete nada menos. Luego un tránsito por el norte y desenlace en la costa de Levante, entre las tres provincias valencianas, aupando un alto con escasa tradición ciclista como Aitana a cima estrella, a 24 horas de Madrid.

El recorrido es el espejo del momento del ciclismo español, una forma de leer que aquí cuesta horrores vender este deporte que en medio mundo causa furor. Con mercados emergentes llamando a la puerta, nuevos actores desvirtúan en circo y lo dejan a merced del poderoso caballero. Articular una Vuelta como las de antes, de las que visitaban el 80% del territorio ibérico, o es imposible o tan complicado que el esfuerzo es en balde.

El recorrido es uno, ahora viene la expectación. Este año está garantizada por Alberto Contador que arrastra la España que ama el fútbol y todo lo lee en clave de victoria o derrota o forma de celebrar el triunfo. Contador, siempre lo dice cuando corre en España, se siente querido por esa masa informe que en dos semanas estará a otra cosa, porque en el fondo el ciclismo se la pela. Viene aquí la segunda lectura, con los escrutadores de medallas de los Juegos Olímpicos y la Liga de fútbol en fase inicio, ¿quién mirará la Vuelta?

Artículo completo de Joan Seguidor aquí

Comentar

Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

*