Liga Campeones Pista: ‘El Día Después’

El maillot alemán, el más logrado, aunque el blanco de la espalda es mejorable © UTCL

TrackPiste / Ciclo 21

Una de las grandes novedades de la recién finalizada UCI Track Champions League ha sido el cambio en los maillots. La entrada de ALE como proveedor de vestimenta en lugar de Santini ha propiciado un rediseño de los mismos, del que ha sido responsable Stijn Dossche, un diseñador al que desde que era casi un niño le gustaba crear kits de ciclismo imaginarios como hobby. Durante la pandemia, con mucho más tiempo libre, sus llamativas creaciones aumentaron, se hicieron virales y captó la atención de muchas personas, entre ellas del director de la competición, Florian Pavia.

Y aunque la ‘Champions’ no hizo grandes cambios, sí que se notó la mano de Dossche en alguna de las prendas, aunque básicamente se respetó el concepto de un color plano vinculado a la tradición del país, junto a la identificación de la bandera en las mangas.

Algunos de los resultados han sido francamente positivos: me quedo con el de Alemania -aunque el blanco de la espalda es mejorable- y el de Noruega, aunque los de otros países como Nueva Zelanda, Países Bajos o Irlanda no ofrecían problemas de identificación. Sin embargo, otros han dejado mucho que desear, por no cumplir los dos requisitos que debe tener una vestimenta deportiva: asociación, en este caso, con la historia o la tradición del país, y diferenciación del resto.

Bibic, de líder, y sus compatriotas canadienses. La diferencia de tono es mínima © UTCL

De esta forma, veíamos el maillot de la china Lijuan Wang de un color amarillo que no es habitual de los orientales o el azul estadounidense tan lejano de sus barras y estrellas. Pero el menos afortunado era el maillot canadiense, con un color azul prácticamente idéntico con el turquesa de los líderes, produciendo bastantes confusiones. Y encima que no está asociado al país, donde el rojo y el blanco y la hoja de arce son sus principales símbolos. En este sentido hay que recordar que el propio Tour de Francia obliga a cambiar el maillot a los equipos que visten de amarillo, y no por estética, sino por simple identificación de su marca.

Y si ya hemos sufrido con los canadienses, qué decir de los británicos, con un maillot que sí se puede vincular a su bandera, pero que resultaba tremendamente repetitivo con catorce ciclistas de aquel país en liza, cinco de las cuales coincidían en una misma prueba, el fondo femenino. Si la Champions League fuese una prueba colectiva, se entendería. Pero como es individual, no estará de más que hubiera las suficientes variaciones entre ellos.

Pero hay otro elemento que sirve para distinguir mejor a los corredores y en este caso no hay posibilidad de confusión. Y es el dorsal, que es único para cada ciclista. Alguno podrá decir, con razón, que si nos fijamos en el número de marras, la identificación no ofrecerá dudas. ¡Pero es que es tan difícil verlos en algunas ocasiones!

Los dorsales de Andrews y Bayona, con los antiestéticos imperdibles © UTCL

De los dorsales con imperdibles a los grabados

Según el reglamento -y la costumbre- para la mayor parte de las pruebas de pista deben ser dos, salvo en las pruebas cronometradas, y situados de forma tan característica que el del lado izquierdo debe ir sobre el costado y perpendicular a la pista, para que se pueda ver tanto por los árbitros como por la foto-finish. El del derecho también se sitúa de forma simétrica en el otro lado, para que sea visible por el público, aunque en las competiciones UCI se coloca vertical, como en carretera.

En este caso, más que la visibilidad, lo que me horroriza es lo antiestético que resulta ver un dorsal sujeto por un puñado de imperdibles, y más en una prueba como la Champions League que ha hecho de la tecnología su bandera.

Y que tanto para la visibilidad como para la estética tendría una fácil solución: grabarlos directamente sobre la vestimenta de los corredores, teniendo en cuenta que son números para toda la competición y exclusivamente para este evento. Es lo que se hace, por ejemplo, en las pruebas de Seis Días, con unos números en gran tamaño sobre la espalda que son fácilmente visibles para el público. Como se ve en la imagen, uno de los integrantes lo lleva en negro y el otro en blanco, algo que no sería necesario en la Champions, y bastaría con el negro, bastante más visible.

Pelotón de los Seis Días de Rotterdam © Wooning Zesdaagse.

Eso sí, algún ‘purista’ podría decir que la Normativa obliga a que tengas unas dimensiones, bastante más reducidas, por cierto. En concreto de 18 x 16 centímetros, con números de un alto de 10 cm y un trazo de 1,5 cm. Pero está claro que la Champions League puede permitirse excepciones, y esta sería una que no afecta al espíritu del reglamento, todo lo contrario. Eso sí, junto al gran dorsal de la espalda, podría grabarse también uno de tamaño reglamentario -y colocación adecuada, eso que tantas veces parece imposible- en el costado izquierdo, con el fin de cumplir su cometido de ‘identificación técnica’. Porque en los Seis Días también se llevan en los hombros y con ambos requisitos se cumple perfectamente.

Y es que sólo porque desaparezcan los antiestéticos imperdibles, cualquier medida será no sólo oportuna, sino urgente.

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