Mauricio Soler: «Si Valverde está montando, yo también estaría»

Fue el mejor escalador del Tour de Francia en 2007.

Juan Mauricio Soler es una de las figuras más representativas del ciclismo colombiano en el nuevo milenio. En un corto lapso, el escalador oriundo de Ramiriquí (Boyacá) fue artífice de gestas memorables en grandes escenarios, entre ellos la Vuelta a Cataluña y el Tour de Francia, la carrera con la que siempre soñó, la que fue su mayor objetivo, pero la que apenas pudo disfrutarlo un par de temporadas. El fatídico accidente en la Vuelta a Suiza del 2011 – cuando era segundo a 54 segundos de Damiano Cunego – finiquitó prematuramente una carrera promisoria y ascendente.

Soler fue un símbolo de inspiración de las nuevas generaciones, contagiando su atrevimiento y la clase innata de un ciclista atípico: alto, delgado, ligero y potente. Contrario al biotipo bajito, liviano y resistente que suele ser la característica más arraigada a su lugar de origen. «Es un orgullo haber podido estar antes de estos corredores que hoy nos dan tantas alegrías, y haber aportado a esta historia tan bonita que viene desde ‘Cochise’, Fabio Parra, Lucho Herrera y muchas personas que mi memoria no recuerda tan bien», dice el boyacense tratando de excavar en sus recuerdos, que brillan en la memoria de la afición, pero que después de la trágica caída en Suiza, yacen en lo más profundo de su ser.

A raíz del trauma craneoencefálico, Mauricio perdió buena parte de su memoria. Y aunque salvó su capacidad de expresión y habla por medio de intensas y juiciosas terapias, su mente ya no puede transportarse con fluidez hacia momentos gloriosos que fueron santo y seña en varios eventos de prestigio internacional.

«Sé que lo gané pero mi memoria se había anulado totalmente. Ahora he recuperado algunos buenos recuerdos. Era un escalador atípico, en la crono hasta habría podido ir un poco más fuerte, pero cuando arrancaba de para arriba era impresionante. Pertenezco a una generación muy aguerrida, donde figuraba Contador y otros que carburaban bien. Yo tenía un organismo privilegiado, tenía para varios ataques y hacer cambios de ritmo y esto casi no se ve. Era bonito cuando partía y los demás quedaban sin aire», recuerda el exciclista de Movistar, que tuvo que detener su carrera a los 28 años. 

«Fue un momento difícil, cuando desperté después del accidente a los 22 días no sabía dónde estaba. Me dijeron que estaba en Pamplona, pero no podía expresar lo mucho que sentía porque había perdido el habla, tuve que aprender a hablar de nuevo, a caminar… pero como me vi en cama y anestesiado pensé que no era mayor cosa. Un día intenté pararme pero mi cerebro ignoraba el lado izquierdo, tuve una trombosis venosa. Ha sido la etapa más difícil que he tenido que vivir, pero gracias a Dios y a los cuidados médicos, de Patricia (su esposa) que estuvo pendiente siempre, todo esto se superó», contó el campeón de la Vuelta a Cataluña y ganador de la clasificación de la montaña del Tour de Francia.

«El día que el doctor me dijo que lo del ciclismo se había acabado, que no podría volver a montar en bici, fue duro. Me advirtió que el ejercicio hace subir la tensión, no podía caminar, tenía vértigo… pero un día, como cuatro años después del accidente me atreví aquí en Colombia a subirme a una bici de montaña que es más estable. Le bajé un poco la silla, lo pude hacer y fue una satisfacción enorme. Gracias a Dios tuve una asistencia de lo mejor, igual que las terapias, pero cuando subí a la bici fue una terapia de lo mejor», recuerda con una sonrisa el ciclista que fue capaz de superar a Contador, Valverde, Caldel Evans, Iban Mayo y Michael Rasmussen en la histórica etapa de 160 kilómetros, disputada entre Val D’isere y Briancon.

«Siempre tuve presente esa llegada, esos dos kilómetros de ascenso del Galibier, esos nunca se me olvidaron. Los imaginaba porque siempre estuvieron presentes. El podio en los Campos Elíseos… quisiera que se repitiera, pero no se pudo repetir. Ahora feliz de ver a estos chicos, corredores que tenemos que están haciendo lo que yo no pude hacer. Hay momentos donde es difícil, donde hay días que no quieres nada, que no te entra nada, pero hay otros días que sí. La gente sube o uno mira ocasionalmente un video bonito, y la forma como se corría. Era otra forma, ahora ya se ha cambiado, es más técnico, parecen programados, no sé hasta donde tenga gracia».

Su renacer para la vida ahora lo comparte con momentos en redes sociales. En una de sus últimas publicaciones exhibió una colección de camisetas que recrean sus conquistas amateur, esas que en algún momento lanzaron el mensaje de una estrella en ciernes. «Fue una sorpresa, fui a mi casa materna y quería enmarcar la camiseta de la Vuelta del Porvenir, el nacional CRI juvenil, y me encontré con dos bolsas grandes de camisetas y la mayoría de líder, creo que habían como unas 20 de campeón de carreras nacionales juveniles, prejuveniles y sub 23. Fue algo bonito, sabía que había ganado algunas carreras, pero verlas juntas fue algo muy bonito».

En la sala de su casa sobresalen los maillots de puntos rojos del Tour de Francia: el suyo del 2007 y el que le obsequió Nairo Quintana cuando subió por primera vez al podio de los Campos Elíseos. «Con él competí en Europa cuando estaba en el 4-72, se le notaba las ganas que tenía y lo buen corredor, lo agresivo que era y sigue siendo. Cuando volví a montar después del accidente, un día iba haciendo mi rutina de una hora y me alcanzaron, compartimos unos dos o tres kilómetros, él iba tranquilo, fue bonito haber compartido esos momentos sobre la bici con un persona como Nairo», expresa Soler que también fue testigo de los primeros pasos de Chris Froome, en su etapa como ciclista del Barloworld.

«Chris es un tipazo, una sencillez única. A Chris lo conocí en Sudáfrica, nos llevaron a tres corredores a Safari con las señoras, estuvimos allá y de regreso antes del vuelo teníamos una cena y lo conocí. Él era el chico que nos iba a acompañar en 2008-09. Luego él se fue para el Sky y yo para Caisse d’Epargne. Es impresionante su humildad, es el mismo chico de hace años, siempre todo un señor, muy tranquilo», recordó Soler del que luego se convertiría una de las leyendas del Tour.

«A mí el Tour me quitaba el sueño e insistía que me llevaran, no importaba lo que tuviera que hacer, para mí era muy especial. Un Giro o una Vuelta hacen parte de las tres más grandes, pero a veces los seres humanos tenemos nuestras preferencias y yo prefería el Tour. Los que van allí van superbién y al más alto nivel. A mí se me había metido el Tour de Francia en la cabeza y era como mi objetivo poder correrlo año tras año, hubo año que no se pudo correr pero mi objetivo siempre era ese. Sabía que con trabajo podría ser un buen corredor y hasta de pronto, alcanzar ese sueño que era ganarlo, pero no fue posible. Lo importante es que ya lo tenemos en Colombia gracias a Egan. Todo esto motiva a las nuevas generaciones a soñar que sí se puede, y Egan es un fuera de serie», dijo Soler, un ejemplo de vida.

«Yo vivo agradecido con Dios de haber conocido la bicicleta, para mí como para muchos es el juguete más hermoso que han inventado, y yo tuve el privilegio de hacerlo parte de mi vida y mi herramienta de trabajo. Lastimosamente uno siempre quiere más, pero no se logró lo que se pensaba. Sin embargo, satisfecho con lo poco que se hizo», afirmó el boyacense que proyectó en su momento, una duración en el ciclismo profesional hasta los 35 años. «Con lo que se sufre y todo, había que aprovechar los buenos años. En mi opinión, pensaría que podía correr hasta los 35, en ese tiempo no se veían tan mayores como ahora, pero si Valverde está montando, yo también estaría al lado de ellos».

 

© Fed. Colombiana

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