Mikel Landa, otra vez a las puertas de todo

Landa (MOV), sin consecuencias por una caída, fue ayudado por Lobato (Nippo). (Bettini)

Joan Seguidor / Ciclo 21

El sentido trágico del «Landismo» tiene en los ocho segundos del podio del Giro un nuevo episodio. Permitidnos un copia & pega. El otro día definimos el Landismo como… esa actitud, una forma de mirar con arrogancia el futuro desde la seguridad y la autoestima.

Mikel Landa se ha quedado fuera de otro podio. Hace dos años, una contrarreloj, curiosamente, casi le da el tercer peldaño del Tour de Francia, un Tour en el que se pasó escapado o trabajando para Froome toda la carrera y casi acaba el el podio. Entonces el desmoronamiento final de Romain Bardet casi acaba en tragedia para el francés.

En ese momento, en el Velodrome de Marsella, Mikel Landa acuñó una de esas frases que son «Landismo» total, en esencia: «Nunca más volveré a una grande a trabajar para otro». Aquello sonó a «Lo que el viento se llevó» y esos epitafios que te acompañan de por vida. Le faltó poner a Dios por testigo.

Este Giro de Italia, sin embargo, el destino juguetón le tenía reservada otra fresca al «Landismo» más rancio. Otra vez le robaron la cartera a Mikel Landa, otra vez tuvo que trabajar para otro, que llegó de tapado, en silencio, obsequiado con una Vuelta a Asturias que parecía el caramelo propio del jefe al gregario antes de la gran cita.

Sin embargo, el final en alto de Mikel Landa en el Giro, cerca del podio, atacando hasta la última jornada, remontando, superado en la última cima sólo por Pello Bilbao, confiere a la historia ese punto de dramatismo que toda buena historia del «Landismo» ha de tener.

Y le podremos dar mil vueltas, si Mikel Landa no ha estado en el podio es porque no lo ha merecido. Hoy podremos hacer mil números, conjeturas, qué pudo ser. Mikel Landa firmó dos desastres que le han condenado, dos cronos, la de Bolonia y la de San Marino que le pusieron a cinco minutos de su verdugo en el cajón de Verona: Primoz Roglic. Que Mikel Landa le haya disputado el podio al esloveno, hace dos semanas sonaría a utopía.

Artículo completo en El Cuaderno de Joan Seguidor

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