Movistar, en terreno desconocido

Enric Mas / © Movistar

El Cuaderno de Joan Seguidor / Ciclo 21

El ciclismo del Movistar cambia en apariencia, pero ¿y en esencia? 2020 no es un año más en la historia, ya de diez primaveras, de Movistar en el ciclismo. Algunos titulares hablan de «revolución forzosa», otros de necesaria, sea como fuere es profunda. Lo es tanto que la salida de tres corredores como Richard Carapaz, Mikel Landa y Nairo Quintana no puede pasar sin más.

El vacío de poder es tremendo y llenarlo imposible, porque cada equipo tiene su carta, o cartas en el caso de algunos, y no hay gallo para tanto corral. Pensar que Alejandro Valverde pueda ejercer las labores de años atrás es mucho pensar, en un escenario que pasa, mal que nos pese, por la dosificación.

El otro día dimos cuatro impresiones sobre lo que Eusebio Unzúe dijo en El Confidencial, y aunque para muchos fue una forma de ajustar cuentas, no sé con quién, pues tampoco nos mueve nada que ajustar, para un servidor fue la forma de explicar que en el equipo se han dado cuenta que, como hasta la fecha, no se podía seguir.

Y ahí tenemos este Movistar 2020, un equipo que sigue siendo celeste, pero que cambia de forma integran su concepto, objetivos e itinerario. Ya no es sólo que entren proveedores nuevos, en ropa y ruedas, especialmente, o la incorporación de gente que siga con la vocación digital del equipo -suerte Albert- es también la plantilla. El equipo se ha reforzado con catorce corredores, de ellos sólo tres, ojo sólo tres, vienen del World Tour. Es una renovación que no sé si será forzosa o forzada, pero profunda, resulta un rato.

La tricefalia de otros años se adivina tímidamente, porque si Valverde es indiscutible, Enric Mas y Marc Soler tienen trecho por delante. ¿Qué esperar de ellos? Es complicado decirlo sin herir, pero no lo tienen nada sencillo, pero nada, y no sólo por ellos, los rivales ya los vemos. cómo crecen, cómo se refuerzan.

Pero toda revolución implica riesgos, y estos son necesarios, inevitables. El borrón y cuenta nueva en una estructura tan conservadora sólo puede ser bienvenido, lo decimos con sinceridad. Y en esa entrevista, Unzúe admite que esos cambios eran impepinables.

Lo de rodar mejor por el pavés es algo que nos lo dicen hace dos años y nos deben pellizcar. Fichar a corredores como Iñigo Elósegui, como Johan Jacobs, subcampeón de la Roubaix sub-23, añadirlos a Jurgen Roelandts o Imanol Erviti demuestran esa súbita fe por hacerlo bien en el adoquín. Una fe que reside también en la realidad de este ciclismo que sigue apreciando el Tour y las grandes vueltas, pero que ha abierto el foco a otros escenarios y tramos de la temporada.

Lo de los pistards ya lo hemos comentado, es una apuesta cuya letra pequeña no conocemos, ni lo que se haya hablado entre COE, Federación Española y equipo. Sea como fuere, perfecto que Sebas Mora y Albert Torres estén en el amparo del mejor equipo español en la recta final hacia Tokio 2020.

La entrada de corredores como Vilella o Cataldo entra más en el perfil del equipo, experimentados ciclistas, como en su día Gadret o Benatti. Capitanes de ruta para grandes carreras, ciclistas en los que confiar la no poca chavalería que vestirá de celeste en unos días, en el Tour Down Under.

Este Movistar no está en terreno desconocido, no sé si pantanoso, pero desconocido, y de inicio parece que se quedará a medias, proyecto en construcción, aunque reiteramos, nos parece bien, muy bien, un revolcón, incluso con los peligros que siempre surgen.

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