Muchos firmarían la temporada de Primoz Roglic

Roglic, con el maillot amarillo del Critérium del Dauphiné

La estadística lo dice, las sensaciones también, la temporada de Primoz Roglic no ha estado al nivel de las anteriores, ni siquiera, en las expectativas creadas.

Eso es un hecho, objetivo y subjetivo al mismo tiempo, como lo es que, como contrapunto a lo dicho, el esloveno ha logrado cuajar una campaña en la que ha tirado abajo hitos que seguro en su balance personal le satisfacen.

Sigo creyendo, y lo dije el año pasado, que Roglic no va a ganar nunca el Tour de Francia, y os juro que me gustaría equivocarme, pues sinceramente lo merece.

La suya es una de esas carreras grandes que posiblemente no se culmine con la carrera más preciada, pero ello no significa que no esté entre los mejores de siempre.

Como digo lo merece, por cómo corre y ha evolucionado, por la competitividad que presenta y aunque sólo fuera por la edición que se le escapó hace un par de años, en una de las historias más duras que hemos visto en vivo y en directo estos años.

Quiero pensar que no sentenciaron más a Pogacar porque en el fondo no les quedaba tanto como nos parecía de fuera, y eso que Sepp Kuss me admitió no hace tanto que le infravaloraron.

Aquello, no obstante, es pasado, doloroso pero pasado, aunque no sé si muy doloroso para Roglic, quien sabe trazar línea gruesa sobre las desgracias, ir a casa a restablecerse y volver a ser el que era.

Este año, como digo, no ha sido el mejor numéricamente, no ha repetido en la Vuelta, no ha optado al Tour, pero al menos en éste se puede arrogar el papel de decisivo cuando empezó el baile en la Télégraphe para poner al rey Tadej en jaque.

Lee el artículo completo en El Cuaderno de Joan Seguidor

Comentar

Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

*