Pidcock salvó el Mundial de ciclocross

La celebración de Pidcock en meta © UCI

El mundial de ciclocross que corona a Pidcock no estuvo a la altura de otras ediciones

Esta edición de mundial de ciclocross entró en la historia de la modalidad, pues se jugaba un irisado que acabó en las espaldas de Tom Pidcock, pero a muchos nos quedó la duda de si lo que estábamos viendo era realmente ciclocross.

Un trazado duro y veloz, con escasas dificultades propias de un circuito de toda la vida, con temperaturas impropias a las habituales en este lugar a estas alturas -si vimos a Pidcock beber durante las primeras vueltas-… todo eso fue el mundial de Fayetteville, algo muy alejado a la idea de ciclocross que tenemos.

Sucede este mundial semanas después de disfrutar del surcado de Van Aert por las nieves de Val di Sole.

Una vez más, aquello a lo que estamos acostumbrados, aquello que consideramos descontado en una gran competición, queda en el cajón de las ideas y no se plasma en la realidad.

El mundial de ciclocross que acabó con el oro de Tom Pidcock me pareció una sutil acción comercial para vender eso que llamamos gravel, una modalidad preciosa que nace sin espíritu competitivo, que se sitúa a caballo de todo, pero que si a algo se ha de parecer es al ciclocross.

Estados Unidos es paraíso de gravel, con temporadas muy interesantes que atraen incluso exprofesionales americanos, resolviéndose a veces en kilometradas inhumanas.

Artículo completo en El Cuaderno de Joan Seguidor

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